Emmanuel nunca fue un roquero y mucho menos un galán, pero él se creía que lo era, y ambas cosas. Los años pasaron y su fama se fue a pique convirtiéndolo como diría su profética canción en un “pobre diablo”. Ah, y en una señora también. A decir verdad, más bien se convirtió en una viejita, en una viejita lesbiana con peinado de periquito australiano.
Yo me lo encontre en el Palacio de Hierro, es como la pelicula de Dracula, arrugas y mucho maquillaje
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