El hombre de moda es Thor y mi chica quiere verlo. Todas sus amigas (y amigos) le han dicho que tiene que ver con sus propios ojos (y si es posible con la ayuda de los lentes 3D) al rubio fortachón. Pese a las creencias bien fundamentadas pero erróneas en relación a mi bisexualidad de mi amigo Juanito, el caricaturista profético, yo no tengo ánimo de ver a una masa de músculos que lucha por la justicia y el honor en el Universo.
-Anda, vamos, yo invito –insiste mi chica, conocedora de mi hombría y de mi pobreza-. Quiero que los pezones de Thor me saquen los ojos.
Llegamos a plaza Alta Brisa. Los boletos están agotados.
-Vamos a la Gran Plaza –mi chica pone ojitos de cachorro.
Hay suerte (entre comillas). La muchacha de la taquilla nos dice que hay boletos disponibles pero solo para la última función, de las 10:30 p.m. Paseamos por la plaza para hacer tiempo. O mejor dicho, me la paso escondido tras las puertas de todas las tiendas para que ningún ex compañero del colegio me reconozca y me saque plática y tenga que verme en la bochornosa necesidad de decirle que vivo en casa de mamá a mis imberbes 31 años.
-Uy –mi chica se muerde el labio inferior de la boca al mirar los boletos que compró hace dos horas-, la peli está en español.
-Pues ahora mismo vamos a la taquilla a que nos devuelvan tu dinero –digo muy seguro de mí mismo.
-No, por fa –me suplica mi chica-, en verdad quiero verla.
-Pero está español, seguro Eugenio Derbez hizo el doblaje –me quejo con amargura.
Mi chica me abraza, me acaricia, me hace mimos y me dice que haga un esfuerzo. Le explico que por ella hago lo que sea, pero no se trata de un esfuerzo, sino de dignidad, que si colaboramos comprando boletos para películas dobladas al español, los imbéciles empresarios de los cines van a pensar erróneamente que todos los mexicanos somos unos analfabetos, y en cosa de nada, al igual que pasa en Campeche, todas las películas vendrán traducidas.
-Cállate y entra a la sala –me empuja mi chica.
Thor no es la gran cosa. No sé por qué tanto alboroto. He visto a hombres más fuertes en la lucha libre de los gringos. Además, no creo que valga la pena pagar un boleto de 50 pesos para verle los chuchos al Dios del Trueno por 5 segundos.
-¿Eso es todo? –se indigna mi chica-. ¡Gran cosa!
-Baja la voz, no estás en tu casa –me escondo tras mi butaca.
-Pues para que lo sepas, yo he estado con hombres más fuertes.
-Deja de avergonzarme –saco la cabeza como una tortuga fuera de su caparazón-. Y te prohíbo terminantemente que en mi presencia hables de tus conquistas pasadas, al menos de los que estén más fuertes que yo.
-Bah, faltaba más –explota mi chica mirando de reojo mi panza; medio cine para oreja-. Lo que es una verdadera vergüenza es que tú hayas andado con mujeres más gordas que yo, y todavía tenga la desvergüenza de publicarlo en tu blog.
3 comentarios:
Jajajajaja...
Que buen final...
Fiera 1 - Rodro 0...
Lo que mas me sorprende es encontrar tantan imagen correcta buscando a "jon sina"
Jajajajajajajaja tu novia me cae demasiado bien
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