Soy una
estatua al igual que Ochoa, si abro la boca en este momento, lo único que saldrá
de mis labios será una retahíla de consonantes o el consabido chinguen a su puta madre.
domingo, 29 de junio de 2014
sábado, 28 de junio de 2014
Día 17
Cuando era
niño, juraba que el tigre Toño, el volcho y Condorito eran más mexicanos que la
Virgen de Guadalupe. En realidad, creía que todo lo que me rodeaba era de
origen mexicano. Incluso me costaba creer la posibilidad de que los seres
humanos no fueran todos oriundos de México.
-Tu tía es
puertorriqueña –intentó explicarme mamá.
-Por eso, Puerto
Rico está en México –defendí mi lógica geográfica.
-No, hijo,
Puerto Rico es un país que pertenece a Estados Unidos –mamá se frotó las manos
para no perder la paciencia.
-Imposible,
mi tía habla español, la he escuchado por teléfono –mis ojos se abrieron y
cerraron, síntoma de que mi cerebro estaba a punto de hacer corto circuito.
Tiempo
después visitamos a mis tíos y quedé más confundido al descubrir que Puerto
Rico no era un país sino una isla. Del mismo modo en que quedé boquiabierto al
viajar a Estados Unidos y toparme en los estantes del supermercado hileras de
cajas de Zucaritas bajo el nombre de Frosted Flakes con un tigre idéntico al
tigre Toño, con la única diferencia de que el tigre gringo se llamaba
Tony.
En cuanto
al volcho, fue un acto de fe creer que no era mexicano. Su diseño era horrendo,
su precio bajísimo, e imaginar que un alemán cupiera en los asientos traseros
era tan inverosímil como que México saliera campeón de la Copa del Mundo.
-La
fábrica está en Alemania –me explicó papá.
-Imposible,
el Puebla tiene la marca del volcho en su camiseta –dije
abriendo y cerrando los ojos con incredulidad.
-Eso es
porque los alemanes pusieron una planta en la ciudad de Puebla para pagarle
salarios de hambre a los trabajadores mexicanos mientras ellos se hinchan los
bolsillos de dinero –dijo papá destapando la duodécima cerveza de la noche-. Te
digo que yo visité la fábrica en Alemania cuando me gradué de la universidad,
justo antes de cometer el peor error de mi vida al casarme con tu mamá.
Condorito
fue el último mito en derrumbarse. Para mí, era tan mexicano como Cantinflas o
el Chavo del 8. De hecho no recuerdo el momento exacto en el que alguien me
dijo que el personaje que alimentó mi infancia con su picardía y derrotismo
ante la vida era chileno. Quizá ese sea el motivo por el que cada que veo jugar
a la selección de Chile, mi corazón está destinado a sufrir microinfartos cuando
la pelota pasa a 10 metros de su portería.
Chile
vive tan engañado como yo de pequeño. El problema es que a ellos no hay quien
los saque del error de vivir creyendo que sistemáticamente cada que se enfrenten
a Brasil van a perder, sin importar que su máxima amenaza fuera un penoso tridente
conformado por un fisicoculturista, un basquetbolista y un clavadista.
Cuando los
chilenos reventaron el travesaño a escasos segundos de finalizar el segundo
tiempo extra, no hubo una sola persona en el estadio (o entre los millones de
televidentes) que en verdad creyera que Chile tenía posibilidad alguna de ganar
en la tanda de penales.
Todos
sabíamos que los chilenos se estaban frotando las manos por fallar cada uno de los
penales para poder echarle la culpa al macabro destino y alimentar con otro
terrorífico capitulo su enciclopedia de tragedias.
Colombia
luce invencible. Si no fuera porque su bandera aparece imborrable a un costado
del marcador en los 90 minutos de los partidos, juraría que estoy delante del
mítico Brasil del 70 del que tanto me platicó papá.
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jueves, 26 de junio de 2014
Día 15
Estoy
dentro de un edificio que alberga oficinas ejecutivas, mismo que se hace llamar
“el centro de negocios, el centro del éxito”. Delante mío están las 30 personas
más despreciables del universo, es decir, 30 señores que pertenecen a las 5
casas inmobiliarias más prestigiosas de la ciudad.
Mi
terrorífica misión es presentar con pelos y señales todas las campañas
publicitarias que la agencia ha lanzado para un residencial de lujo, cuyos
lotes son incapaces de seducir al público para que abran sus billeteras y
paguen entre 2 y 3 millones de pesos por ellos.
-Les
prometo que seré breve –inicio mi presentación-, en dos horas comienza el
Alemania contra Estados Unidos.
Nadie se
inmuta con mi comentario. Ni siquiera el público masculino, cuyos rostros
impertérritos clavan la mirada en mi humanidad temblorosa de saberme haciendo
el más colosal de los ridículos.
Entonces recuerdo que soy un publicista,
básicamente me gano la vida vendiendo humo tal cual lo hacen los vendedores
inmobiliarios. Entre gitanos no debemos leernos las manos. Paso las
diapositivas a la velocidad del rayo. Los vendedores se dedican a mirar sus
celulares en un patético intento por impresionar a sus colegas de que son ellos
los número uno en ventas, ya que sus potenciales clientes no dejan de pedirles
información vía Facebook y WhatsApp.
Al
finalizar la presentación ocurren dos sucesos: uno bueno y uno malo. El bueno
es que ningún vendedor me hizo una sola pregunta sobre las campañas realizadas,
de lo contrario me hubiera quedado mudo, sin saber dar una respuesta verosímil
del por qué hicimos carteleras, vídeos y anuncios de prensa para un residencial
invendible; la mala es que me perdí de principio a fin la victoria de los
alemanes contra los norteamericanos.
Argelia
logró la clasificación a octavos de final por primera vez en su historia. Me
hubiera encantado ver rodar las lágrimas de emoción sobre las mejillas de sus
aguerridos jugadores y aficionados. Lástima que mientras ocurría este emotivo
momento yo me encontraba muriendo por dentro en otra junta.
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BRASIL 2014
miércoles, 25 de junio de 2014
Día 14
El año 2012 fue trágico para mí. El Mundial de Corea-Japón lo pasé de
noche, o mejor dicho, con los ojos a media asta todas las madrugadas. Fuera
máscaras, a quién quiero engañar, me perdí el 80% de aquella Copa del Mundo. No
me averguenza admitirlo, probablemente fue el peor Mundial que se haya visto
jamás (quizá sólo superado por Italia ´90).
Sin embargo, hoy día, mi desgracia radica en que Brasil 2014 está siendo
un Mundial espéctacular. O al menos eso es lo que hasta el panadero de la
esquina anda pregonando a los cuatro vientos, mientras yo tengo que conformarme
con echar mano de mi imaginación cuando en mitad de todas las juntas de
trabajo recibo alertas en mi celular que me informan que Messi se ha cansado de
marcar goles en cada partido.
Si logro
llegar a viejo, cuando quiera empacharme de nostalgia veré los programas en 8D rememorando los Mundiales, y al ver a Messi gambetear y
cobrar tiros libres magistrales, sentiré la misma rabia e impotencia que me
invade en la actualidad cada que pasan vídeos de Maradona desparramando
ingleses en el césped de un México ´86, donde era un niño imbécil de seis años
dotado de una memoria incapaz de recordar imágenes luminosas salvo los gritos
delirantes de adultos que miraban endiosados la televisión en otra habitación.
Me cuentan
los analistas de ESPN y el público en general que los franceses están jugando
como dioses. Me hubiera encantado comprobarlo con mis propios ojos, lástima que
tuve otra junta a las 4 de la tarde.
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martes, 24 de junio de 2014
Día 13
Desde ahora podemos dejar de sentirnos mal por nuestra
obsesión por llegar al quinto partido, por increíble que parezca, la meta de un
tetracampeón para el próximo Mundial será llegar (si acaso) al cuarto partido. Italia
ha confirmado ser el hazmerreír del mundo.
En el sorteo de Rusia 2018, 31 naciones cruzarán los dedos y
le rezarán a todos sus dioses para correr con la suerte de jugar en el mismo grupo
de los italianos.
Por su parte, a los brasileños empiezan a temblarles las
rodillas. Los ecos del Maracanazo del 50 empiezan a escucharse cada vez con más
nitidez.
Costa Rica pudo llenarse todavía más de gloria y romper
todavía más las quinielas al mandar a los ingleses a casa con cero puntos, pero
prefirieron confirmar su obsesión por querer ser a toda costa igualitos a México.
Al finalizar el sorteo de Brasil 2014 sólo había un partido
que ni el hombre más optimista del Universo podía sugerir que ocurriera.
Grecia fábrica de la nada otro milagro y se instala en
octavos con gol de último minuto. Conociendo la suerte de los helénicos, no es
una locura pensar en verlos instalados cómodamente en semifinal luego de pasar
sobre dos equipos de CONCACAF.
Si no me creen, miren hasta el momento el cuadro de cruces de
octavos de final. El Mundial se ha convertido en una vulgar Copa América con
sus habituales dos invitados de otras regiones.
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lunes, 23 de junio de 2014
Día 12
Fuera máscaras, dejemos de fingir que nos tomamos en serio la
planeación de cada proceso mundialista. Está probado que los directivos
mexicanos jamás aprenderán de sus errores, no importa cuán garrafales sean
estos, mágicamente (no encuentro otro calificativo) apenas rueda la pelota en
un Mundial, la Selección mexicana se convierte en una superpotencia, al menos
en los primeros tres partidos.
Pese a que perdíamos desde el vestidor
al lucir el uniforme más esperpéntico que se haya visto jamás en una Copa del
Mundo, si alguien me decía que las piñatas de verde y negro eran un combinado de
alemanes, españoles, brasileños, uruguayos y argentinos, lo creía sin chistar.
¿Cuándo íbamos a pensar que nuestra defensa jugaría con tanta
frialdad, técnica y seguridad en un partido de vida o muerte? ¿Cuándo íbamos a imaginar
no sufrir microinfartos en cada tiro de esquina en contra? ¿Y cuándo íbamos a sospechar que nuestros jugadores marcarían no uno sino dos goles de cabeza en tiros
de esquina contra defensas de dos metros de altura?
Al parecer, la mayor ventaja de México es ser subestimado.
Mundial tras Mundial, tanto nosotros mismos como nuestros rivales y las casas
de apuestas nunca dudamos en poner en tela de juicio el pase a octavos de
final. ¿A cuántos Mundiales más hay que calificar de manera consecutiva para firmar
por adelantado que México es un invitado obligado a los octavos de final?
Sin duda, ese día llegará si por obra de un milagro llamado
humedad, vencemos a Holanda. Tengamos la certeza que a partir de ese instante
el mundo empezará a tomarnos en serio, tanto como toman en serio a Camerún que después
de sorprender a propios y extraños al calificar a cuartos en Italia ´90, es
marcado como favorito sin importar que lleven 24 años haciendo el más completo
y absoluto de los ridículos.
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domingo, 22 de junio de 2014
Día 11
Qué suplicio es ver a los belgas. Pareciera que juegan bajo
el agua. Todos sus movimientos son a cámara lenta. En especial los de Fellaini,
quien gambetea con la misma agilidad que los árboles de El Señor de los Anillos.
Al medio tiempo, al igual que los rusos, caí fulminado de
sueño, sólo para abrir los ojos asustado cuando el narrador pegó de gritos que
Bélgica había anotado un agónico gol que les daba el pase a la siguiente ronda.
Por mucho, el grupo H es el peor de todos, o mejor dicho, el
único aburrido en esta Copa del Mundo. O eso creía, hasta que apareció otra
sorpresa más. Pese a pronóstico, Argelia contra Corea del Sur se convirtió en una
lluvia de goles.
Mismos que me perdí al igual que el 99.9% de la población mundial.
Es inútil, aunque los gringos nos hayan regalado el pase al
Mundial, es inevitable desearles el peor de los males, incluso si juegan frente
al figuereti de Cristiano Ronaldo.
Este campeonato nos está concediendo a los mexicanos nuestros
deseos más osados. Estados Unidos, históricamente acostumbrado a tener nervios
de acero, se convirtió en México. Sus defensas no se cansan de emular a Layún al
rebanar cada una de las pelotas que despejan, e incluso regalan victorias
cantadas al permitir remates de cabeza en el área chica en tiempo suplementario.
Al paso que van, los americanos están pidiendo a los gritos
caer ante Alemania con gol de último minuto, mientras los ghaneses firman su
pase a octavos al derrotar a Portugal por dos goles de diferencia, el último de
ellos también en tiempo de reposición.
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sábado, 21 de junio de 2014
Día 10
Una vergüenza el fútbol que está ofreciendo Argentina en la
Copa del Mundo. Aun así, con sólo dos partidos a cuestas, le bastó para estar
calificada a octavos de final como líderes absolutos del grupo F.
Debo confesar algo, grité más fuerte que los argentinos el
gol de Messi en tiempo de reposición, de lo contrario, hubieran ocurrido dos
cosas:
1. Ante tantas sorpresas, la FIFA tendría pruebas más que sólidas
y de sobra para aumentar a 64 los participantes al Mundial, poniendo de cabezas
de serie a poderosísimas selecciones como las del Vaticano, San Marino e Islas
Mauricio.
2. Ahora mismo Ricardo Antonio Lavolpe (¿alguien se acuerda
que está acusado por acoso sexual?) estaría gritando a los cuatro
vientos que él sí que pudo golear a Irán en un Mundial, y eso que tenía al
Kikín Fonseca de delantero.
Pese a la sobredosis de Red Bull a las que me he sometido
para no caer fulminado de sueño en ambos partidos de Argentina, siguen teniendo
mi completa simpatía y sigo creyendo firmemente que serán los campeones en
Brasil 2014.
Alemania contra Ghana fue un partidazo, donde el mayor rival
de los alemanes fue la humedad del 61% que a nada estuvo de liquidarlos. Lo que
me lleva a la conclusión de que si los extraterrestres llegaran a invadir el
planeta Tierra como en el pésimo comercial de Samsung, donde nos retan a un
partido de fútbol en vez de exterminar a la raza humana con bombas supersónicas,
espero que Beckenbauer no se deje presionar por los patrocinadores que le
impondrán a Cristiano, Messi, Rooney y compañía, y lleve al terreno de juego a
la Selección alemana.
Los alemanes incluso jugando en Mercurio, con temperaturas de
350 grados centígrados, correrán los 90 minutos (y el agregado), dando la vida
por llevarse los 3 puntos.
Está clarísimo que si Dios existe, el género literario que
más le gusta leer son las tragedias griegas. En 8 años pueden pasar muchas cosas en la
vida, pero nada parecido a que dos hermanos tengan la posibilidad de jugar en
un mismo Mundial, y no sólo eso, que representen a dos selecciones distintas de
dos continentes diferentes, y además, que en el sorteo a sus respectivos equipos
les toque jugar en el mismo grupo, y no una vez, sino en dos Copas del Mundo
consecutivas.
-Lucharemos hasta sangrar –declaró Kevin-Prince al más puro
estilo épico antes de enfrentar a su hermano menor Jérôme.
No mintió, el juego fue una guerra sin cuartel donde se derramó
sangre, eso sí, no la de los hermanos Boateng.
Como pitoniso me muero de hambre, le aposté al caballo negro ciego y cojo de la
carrera. Bosnia y Herzegovina fue una completa y rotunda decepción. Lo único
rescatable es que si mis pronósticos siguen con la brújula chueca, México tiene
posibilidades de sorprender a los croatas.
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viernes, 20 de junio de 2014
Día 9
Estoy condenado a mirar los milagros en diferido. Esta semana
los planetas se alinearon macabramente para que todas mis juntas de trabajo
fueran a las 11 de la mañana. Costa Rica lo volvió a hacer: primero Uruguay y
ahora Italia. Pero lo más sorprendente es que también eliminó a Inglaterra, y sin
tener que salir al campo a jugar contra ellos. Que alegría imaginar que en el
otro lado del charco, en una isla gris, millones de rostros arrogantes languidecieron
frente a los televisores empotrados en las paredes de los pubs.
Ahora, a menos que ocurra una desgracia (si es que puede calificarse
como desgracia terminar segundos), Costa Rica finalizará líder del grupo D para
enfrentar a Japón, Grecia o Costa de Marfil, donde, quién se lo hubiera
imaginado, saltará al campo como favorito para calificarse a cuartos de final.
Por su parte, Uruguay e Italia adelantan los octavos de final
para chocar en un duelo donde sólo uno saldrá vivo. Si tuviera un millón de
dólares, sin dudarlo, lo apostaría en favor de los charrúas. Italia sabe que
tiene un paracaídas de repuesto que se llama empate, y precisamente eso los hará
despeñarse al vacío como una roca.
Francia tampoco cree en nadie. Luce como una aplanadora. Por
ello, los especialistas no han dudado en volverse locos y candidatearla como favorita
para ganar el Mundial. Pobres ilusos. Desde ahora mismo me aventuro a pronosticar
que mi caballo negro llamado Bosnia y Herzegovina los echará en octavos.
Por lo general, en la oficina los viernes de 5 a 7 los
invertimos para tomar cerveza y fingir que trabajamos. Era un hombre libre para
ver el Ecuador contra Honduras, pero preferí ponerme a trabajar para que las horas
pasaran más rápido y poder llegar a casa a descansar.
En el mundo sólo existe una organización igual de poderosa, corrupta,
deshonesta y doble moralista que el Vaticano. La FIFA le ha advertido a la
Federación Mexicana de Futbol (otros santos) que de no meter en cintura a sus
aficionados, los multará por andar gritando “puto” cada que el
portero rival cobre un saque de meta.
-¿Escuché bien o fue una falla en el audio? –pregunta un señor
aceitunado recostado en el camastro de un hotel 5 estrella en Copacabana.
-Ahora le subo el volumen al televisor, señor –dice el
mayordomo.
-No puedo creerlo, no se trata de una falla en el audio –se levanta
del camastro el señor aceitunado.
-Así parece, señor.
-Rápido, hay que tomar cartas en el asunto.
-¿De cuánto será la multa esta vez, señor?
-De 20 mil euros.
-Listo, enviada la sanción –dice el mayordomo pulsando la
pantalla de un smarthphone.
-Dime una cosa, Alfred –el hombre aceitunado se acomoda las
gafas de sol mientras pone mirada dubitativa-, tú que además de ser negro, eres
puto, ¿te ofende que esa bola de indios grite “puto” en los estadios?
Me parece estupendo que la FIFA quiera cortar de tajo los
brotes homofóbicos en los estadios de fútbol, en especial luego de que
fueron ellos lo que otorgaran las sedes mundialista del 2018 y 2022 a naciones
como Rusia y Catar, donde los hombres son libres de gritar a los cuatro vientos que son
putos sin que los asesinen y persiga su propio gobierno.
P.D. Mi último pronóstico del día: conociendo la idiosincrasia
del mexicano, para el próximo partido, además de gritar más fuerte y de sostener
en el aire por más tiempo la vocal “u”, replicaremos el “puto” cada que se
cobre un saque de banda, tiro libre, tiro de esquina, falta, y si es necesario,
también le gritaremos “puto” a Memo Ochoa cuando termine de leer su cuento de hadas
y se coma dos pepinos de los croatas.
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jueves, 19 de junio de 2014
Día 8
El trabajo además de consumir mi vida, me impide ver al que a
todas luces será el caballo negro del Mundial. Colombia es el único país que caminando
bailando ya obtuvo 6 puntos.
Uruguay recobró la memoria. Sus jugadores recordaron los
cuentos de cuna que les contaron sus abuelos: a Brasil sólo se viaja para
regresar con la copa a casa.
Está probado que los individuos que viven en el microscópico país
de Sudamérica nacieron para protagonizar batallas épicas cada 4 años. Luis Suárez
se robó todos los reflectores, y con justa razón, sin embargo, jamás hubiera
marcado el segundo gol si no fuera por la locura de Álvaro Pereira, quien cayó
noqueado al recibir una patada en la cabeza para espanto de todos sus
compañeros, y luego desobedecer la orden del doctor que desesperado indicó a la
banca que sustituyeran al jugador que con los ojos en blanco y caminando como
un borracho ingresó de nuevo al campo para dejar en claro que su vida vale tres
puntos, tres puntos que serán recordados por sus hijos, nietos, tataranietos y
hasta el final de los tiempos.
Si alguna vez México pretende ganar un Mundial, por favor,
contraten a este señor. Por enésima vez comprobamos de qué tamaño los tienen
los uruguayos.
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miércoles, 18 de junio de 2014
Día 7
No dejan de sorprenderme los especialistas de fútbol al
seguir creyendo Mundial tras Mundial que la alineación titular del equipo
australiano está conformada por canguros, puercoespines, koalas, wombats, dingos,
ornitorrincos y eucaliptos.
En una muestra ejemplar de autosuperación, desde el 2006, Australia
renunció a la Confederación de Fútbol de Oceanía para emigrar a la Confederación
Asiática de Fútbol, y así evitar jugar contra poderosas selecciones como la de
los demonios de Tasmania. Los resultados además de sorprendentes fueron
inmediatos.
En Alemania 2006 vencieron 3 a 1 a Japón, perdieron 2 a 0
frente a Brasil y empataron a 2 contra Croacia, calificando segundos de su sector
con 4 puntos, para finalizar dignamente la competencia en octavos de final al
caer por la mínima diferencia contra Italia, quien resultó ser campeón del
mundo. Luego, en Sudáfrica 2010 apenas quedaron fuera de los octavos de final tan
sólo por la diferencia de goles, ya que arrancaron siendo vapuleados 4 por 0
contra los alemanes, después empataron a uno frente a la poderosa Ghana y
finalizaron dando la campanada de la competencia al marginar de la siguiente
ronda a Serbia (que venía de ganarle a los alemanes) al derrotarlos 2 a 1.
Ahora, pregúntenle a los holandeses qué partido fue más
complicado para ellos, frente al campeón del mundo o contra “la selección más
débil de Brasil 2014”.
No hay mucho qué decir de España, salvo que si Hugh Jackman y
Nicole Kidman hubieran jugado en defensa, Kylie Minogue de falso 9
y NickVujicic en la portería, ahora mismos no serían el peor equipo del
Mundial.
Guarden la calculadora y saquen las veladoras para la Virgen
de Guadalupe, Croacia trae un equipazo, se van a necesitar dos Ochoas bajo los
tres palos si queremos rescatar un empate y calificar por sexto Mundial
consecutivo a octavos de final.
Disculpen mi fatalismo, ayer les dije que vengo de tiempos oscuros.
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martes, 17 de junio de 2014
Día 6
Y ocurrió el milagro. México le arrancó un punto a Brasil en
su propio Mundial. Milagro para personas como yo, que de niños tuvimos que
adoptar otra nacionalidad, ya que México no jugó la Copa del Mundo de Italia
´90. Sin embargo, para los niños que tuvieron la fortuna de presenciar su
primer Mundial de Estados Unidos ´94 en adelante, están más que habituados a ver
que la Selección mexicana no pierda contra las superpotencias, al menos no en
la primera fase. Las estadísticas son frías: dos empates contra Italia, uno
contra Holanda y victoria sobre Francia. ¿Por qué las nuevas generaciones habrían
de sorprenderse por un empate contra Brasil? Le hemos ganado finales de Copa
de Oro, Copa Confederaciones y la medalla de oro olímpica.
Despojándonos de patriotismos, Brasil fue superior a México.
Sin embargo, quien sepa leer los rostros de los jugadores, pudo darse perfecta cuenta
que Brasil desperdició 45 minutos preocupándose en no ser humillados nuevamente.
La historia de un pentacampeón pesa, pero no juega dentro de una cancha de
fútbol. Lo sabían de sobra los brasileños que estaban dentro del campo y en la
banca, e incluso los miles que abarrotaron las tribunas. Sus caras eran de consternación,
de saber que enfrentaban otra vez al delantero horripilante que les clavó dos pepinos
en la final de la Olimpíada.
Cierto es que Brasil tuvo cuatro jugadas clarísimas de gol, que
de haberlas concretado, estaríamos hablando de otra humillación más a cuestas.
Remontarnos al cavernoso pasado, a las tristes épocas de nuestros padres y
abuelos, acostumbrados a los desastres. Pero apareció Ochoa. Y el mundo entero
se rindió a sus pies en alabanzas. ¿Se imaginan si todos esos chupamedias supieran
que en la banca tenemos a dos porteros mejores?
Sí, dirían que estoy loco. Pero no importa, lo sostengo.
México debería exportar a Europa como mínimo tres porteros al año. Reto a que recuerden
cuándo fue el último partido de un Mundial en el que un guardameta mexicano
cometió un error que nos haya costado un gol. O un gol en el que el portero
haya podido realmente evitarlo. No puedo creer que los visores de los equipos
europeos todavía no reparen en este dato.
Y para cerrar, el fenómeno Ochoa es exactamente el mismo que
ocurrió en Italia ´90; a diferencia del resto del mundo que se arrancó las
vestiduras de la emoción al ver a René Higuita realizar las salidas más suicidas
con el balón, a los mexicanos nos pareció cosa de niños en comparación con las
gambetas que realizaba Jorge Campos todos los domingos en la liga casera. ¿Acaso
también ya olvidamos que cada fin de semana era costumbre ver a Ochoa salvar al
América de sistemáticos 4 a 0?
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lunes, 16 de junio de 2014
Día 5
Pese a pronóstico, no me han despedido del trabajo tal como
imaginé el fin de semana. Sin embargo, es cuestión de
tiempo. Me programaron una junta a las 11 de la mañana. Previniendo esto,
descargué una aplicación en mi celular que me manda una alerta cada que cae un
gol en los partidos del Mundial. Mi celular vibró cuatro veces en mi bolsillo. Me
emocioné. Dos goles de los alemanes y dos de los portugueses, pensé ilusionado.
Justo el marcador que me aventuré a pronosticar en la quiniela que hicimos en el
trabajo.
-Cuatro a cero, hubieras visto la carita de Ronaldo –me
informa en los pasillos un diseñador cuando salgo de junta.
-Hasta yo ya te rebasé en la tabla –se burla de mí una chica
de cuentas.
Oficialmente soy el colero general de la competencia.
Aunque tuviera SKY jamás hubiera desperdiciado mi hora del
almuerzo viendo un partido entre Nigeria e Irán. A estas alturas del Mundial era
más que obvio que si alguien inauguraría los empates y los partidos sin goles,
sólo podían ser estos funestos equipos. Aun así, en mi quiniela di por
vencedores a los africanos por cuatro goles a cero.
-Tenemos un grave problema –me recibe mi ejecutiva de cuentas
en la oficina después del almuerzo.
-Ahora qué –me preparo para lo peor.
La ejecutiva de cuentas me informa que la quiniela
mundialista que nos encargó uno de nuestros más importantes clientes tiene
errores en los horarios de los partidos.
-Imposible, revisé personalmente los horarios en la página
oficial de la FIFA.
-Pues el cliente está furioso, dice que no va a pagar por las
dos mil quinientas quinielas que mandó a imprimir para sus proveedores.
Reviso las quinielas. En efecto, el grupo F está plagado de
errores. Mi diseñador me dice que no lo puede creer, que él también revisó tres
veces las quinielas para no pasar por el trago amargo que ahora estamos
pasando.
-¿Cuánto costaron imprimir las quinielas? –pregunto con un
nudo en la garganta.
-Pues… -la ejecutiva de cuentas mira la factura- Más te vale empezar
a adivinar resultados en nuestra quiniela o no cobrarás esta quincena.
Estados Unidos es mi trampolín de la salvación. Me encomiendo
a ellos. Tal como lo hizo la Selección mexicana en último partido de las
eliminatorias. Los estadounidenses nos regalaron el pase al Mundial, salvándole
el pellejo a todas las empresas transnacionales que invirtieron millones de
dólares en publicidad en el equipo mexicano.
Entro a otra junta interminable que me obliga a perderme 85
minutos del partido.
-Van empatados a uno –me informan en los pasillos.
Corro hacia mi computara. Tiro de esquina en favor de los
americanos. Santo J.A. Brooks se eleva por los cielos.
-¡Gooooooooool! –grito como un loco, como nunca imaginé volver
a gritar otro gol de los gringos desde que nos regalaron la calificación a
Brasil.
Mi diseñador se me queda viendo raro. Me pregunta qué tanto
celebro. Le digo que en la quiniela puse que Estado Unidos ganaba dos a uno.
-Claro que no –me saca de mi error el diseñador mostrándome una tabla de Excel
donde vienen los pronósticos de todos los participantes de la agencia.
En la pantalla veo con horror refulgir mi pronóstico. Mi odio
ancestral contra los gringos hizo que mi subconsciente llenara la casilla con
un contundente tres a cero en favor de los ghaneses.
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