Desde ahora podemos dejar de sentirnos mal por nuestra
obsesión por llegar al quinto partido, por increíble que parezca, la meta de un
tetracampeón para el próximo Mundial será llegar (si acaso) al cuarto partido. Italia
ha confirmado ser el hazmerreír del mundo.
En el sorteo de Rusia 2018, 31 naciones cruzarán los dedos y
le rezarán a todos sus dioses para correr con la suerte de jugar en el mismo grupo
de los italianos.
Por su parte, a los brasileños empiezan a temblarles las
rodillas. Los ecos del Maracanazo del 50 empiezan a escucharse cada vez con más
nitidez.
Costa Rica pudo llenarse todavía más de gloria y romper
todavía más las quinielas al mandar a los ingleses a casa con cero puntos, pero
prefirieron confirmar su obsesión por querer ser a toda costa igualitos a México.
Al finalizar el sorteo de Brasil 2014 sólo había un partido
que ni el hombre más optimista del Universo podía sugerir que ocurriera.
Grecia fábrica de la nada otro milagro y se instala en
octavos con gol de último minuto. Conociendo la suerte de los helénicos, no es
una locura pensar en verlos instalados cómodamente en semifinal luego de pasar
sobre dos equipos de CONCACAF.
Si no me creen, miren hasta el momento el cuadro de cruces de
octavos de final. El Mundial se ha convertido en una vulgar Copa América con
sus habituales dos invitados de otras regiones.
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