Me sorprende que en las redes sociales pareciera que el
Mundial no existe. Nadie habla de fútbol, de robos arbitrales, de locuras como
que México le ganará a Brasil, del debut de Argentina contra el posible caballo
negro de la competencia; no, todos mis contactos se han dedicado a subir fotografías
en colores opacos, donde aparecen ellos mismos de niños en los brazos de jóvenes
de mediana edad, cuyos titulares versan en promedio con citas de este estilo: “Felicidades,
eres el mejor papá del mundo”.
En mi familia nunca se celebró el Día del Padre, incluso
cuando papá vivía. Es una celebración por demás confusa, no como el Día de la
Madre o el Día del Carpintero o el Día del Cerrajero, que tienen en el
calendario una fecha con dígitos esculpidos en piedra. Qué locura es esa de
celebrar a los papás el tercer domingo del mes de junio. ¿Quién podría acordarse?
Al parecer todos, menos en mi familia. Cuando por obra de
algún poderoso milagro lo recordaba, al felicitar a papá y darle un beso en la
mejilla, podía sentir su incomodidad. Era como darle una descarga eléctrica en
los huevos, que le hacía darse cuenta de golpe y porrazo que ya no era un
adolescente con una vida por delante, sino un señor con tres hijos y una
empresa agujereada navegando en los mares infestados de tiburones.
Mentiría si digo que la muerte de papá no me atormenta. Es
una marcación personal que me sigue hasta en los pensamientos más triviales,
como por ejemplo, al abrir el Facebook, sí o sí tengo que plantearme un universo
de interrogantes: ¿papá se hubiera animado a abrir una cuenta como todos sus
amigos que aún viven? ¿Qué tipo de publicaciones haría en su muro? ¿Se deschavetaría
al igual que mamá cada que sube fotos de su nieto al ponerse a escribir como si
el bebé fuera quien redacta los estatus?
A quién quiero engañar, lo que más me aterra de la era
digital es saber si a papá lo hubieran etiquetado en una fotografía donde
aparece un niño que no soy yo, ni mi hermano, ni mi hermana, con el infalible encabezado
de “Felicidades, eres el mejor papá del mundo”.
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