Mundial tras Mundial los reportajes que realizan las
televisoras sobre los aficionados mexicanos siempre son los mismos.
-Hola vieja, hoy no llego a cenar, estoy en Brasil –dice un
borracho con la máscara de Blue Demon, abrazado de sus amigotes también alcoholizados.
-Hipotequé la casa para poder venir a ver el Mundial –comparte otra exclusiva un teporocho con sombrero para infarto de su mujer que lo mira desde la televisión.
-¡Viva México, cabrones! –gritan otros infelices que
renunciaron a sus trabajos para poder viajar dos semanas al Mundial.
Los especialistas invariablemente se conmueven y dicen que
ojalá la Selección mexicana estuviera a la altura de su afición.
¿Y qué hay de quienes nos quedamos en casa? ¿Acaso no somos
unos inconscientes también? El partido
de México contra Camerún se jugaba a las 11 a.m. No tienen por qué saberlo pero
me gano la vida en una agencia de publicidad haciendo lo mismo que hacen los merolicos
deportivos de Televisa: hago creer a las personas que soy un crack de la
publicidad y, que gracias a mi creatividad, sus empresas van a triplicar sus
ventas.
-El cliente quiere junta el viernes a las once de la mañana –me
dijo la ejecutiva de cuentas hace un par de días.
-A esa hora es el partido de México –respondí con la cara impregnada
de terror.
-Pues a esa hora quiere que le presentemos unas estrategias de
ventas –responde la ejecutiva sin un ápice de misericordia.
-Cancela la cita –suplico.
-Imposible –responde la ejecutiva.
-Dile al director que renuncio –digo en un arrebato de
locura.
Por fortuna al director de la agencia no le gusta el fútbol.
Se sacrifica en nombre de su agencia y, el resto de sus empleados nos reunimos
para ver el partido de México, aunque lo más probable es que el lunes al llegar
a la oficina confirme mis sospechas: que soy un hombre desempleado.
-Mira cómo saliste en la foto –me muestran la imagen en un
celular.
Sí, soy yo el subnormal que en su alcoholizada cabeza creyó que
sería gracioso gritar “gol de Camerún” al momento de hacer la selfie de la
agencia.
Contemplo de nuevo la imagen. No puedo evitar deprimirme. Poco me importa ver el juegazo
entre Holanda y España. Soy un viejo patético y calvo. Parece que fue ayer el
Mundial de Alemania 2006 cuando era un joven rebosante de sueños y pelo que
enloquecía a las jovencitas que erróneamente creían que era muy sexy besar a un
escritor.
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