Amo profundamente a la editorial Tierra Adentro. Son como un ángel guardián. Cada que estoy al filo del abismo, al borde de cortarme las venas por ser un escritor fracasado o morir de hambre en un callejón porque todas las editoriales creen que soy un millonario excéntrico que escribe por hobbie, deciden publicarme. Esto ocurre exactamente cada dos años. Aunque la primera vez que me publicaron, debo confesar que además de sacarme del anonimato casi pierdo la vida gracias a que los campechanos aman más a Campeche que a sus propias madres e hijas.
Hoy me llegó a casa la revista por correos (son rapidísimos). Así que hasta hoy les suplico que vayan a las librerías de cultura de su ciudad a exigir el número 170 de Tierra Adentro (Junio-Julio 2011), de tal suerte la editorial ata cabos y descubren que las ventas se disparan hasta el cielo cada que me incluyen en sus páginas. No importa que sea en una sección llamada Recreo.
No es queja hacia los editores. Me alegra aparecer en esa sección. Mis escritos son inclasificables. Los intelectuales y/o académicos ni siquiera me consideran un escritor de verdad. Y hacen bien.
Solo una queja. O nota a pie de página.
En el sureste, específicamente en la Península de Yucatán (o sea, en Campeche y Yucatán; Quintana Roo no, está lleno de huaches y hippies europeos y gringos drogadictos) al Volkswagen Sedan le decimos volcho. Con “l”.
Entiendo que lo editores al leer mi escrito hayan pensado dos cosas: uno, órale, este wey tiene un error de dedo, puso una “l” de más, pero no hay bronca, ahora se la mochamos; dos, pinche sureño pendejo, la revista es a nivel nacional, ¿acaso el DF no es la ciudad más grande del mundo? Todos los intelectuales más chidos están aquí, así que vamos a mocharle la “l” para que los eruditos entiendan que es esa cosa tan rara de volcho.
No estoy molesto. Al contrario. De corazón, amo a Tierra Adentro. En realidad, amo a todas las editoriales que tienen la decencia de pagarme. Por mí pueden modificar mis textos completos con tal de que mi cuenta bancaria nunca esté en ceros.
De hecho, este evento es una llamada de atención para mi novela Mala Racha que estoy reescribiendo. Para que llegue a ser una novela universal (y que ninguna editorial me rechace como en el pasado) debo llenarla de notas a pie de página.
El escrito (sin ediciones) que aparece en el número 170 de Tierra Adentro puedes leerlo en mi otro blog. Corregido y aumentado. Espero no se ofendan mis amigos de Tierra Adentro por publicarlo antes de que finalice el mes. Honestamente, dudo que alguien haya comprado la revista por mí.