Por primera vez en mucho tiempo, horas antes de ver un juego, los aficionados al Barcelona estamos preocupados. Nuestra preocupación no está sustentada en el miedo a la derrota, no, los aficionados al Barcelona sabemos de fútbol y el fútbol es un espejo de la vida, donde casi siempre el que menos lo merece termina con medallas en el cuello.
Los aficionados al Barcelona estamos preocupados, pero no por que la derrota de hace una semana pueda repetirse, esas cosas pasan, sabemos encajar los golpes, aprender de las caídas y mirar hacia adelante. Nuestra preocupación está en encender el televisor y en vez de presenciar un espectáculo de 90 minutos tal a como estamos acostumbrados semana a semana nos topemos con un concierto de patadas, juego entrecortado. Nos preocupa vernos inmersos en una dimensión paralela donde el Barcelona es el Atlante jugando contra los Gallos Blancos del Querétaro. A eso le tenemos miedo. Pánico.
Los aficionados al Barcelona estamos preocupados por primera vez en mucho tiempo. Nos preocupa que Guardiola se haya vuelto loco. Que caiga en la vulgaridad de las palabrotas. Que se obsesione en ganar a toda costa, al precio que sea, tal como lo hace su rival más acérrimo, sacrificando el espectáculo, sin importarle un comino si hay millones de personas intentando escapar del tedio y del horror que son sus vidas.
Los aficionados al Barcelona estamos preocupados, sí, pero al mismo tiempo estamos contentos, tenemos delante la oportunidad única de demostrar que jugamos no para coleccionar trofeos, sino para enmarcar momentos. Y este es un momento histórico. Darle una cachetada con guante blanco al Real Madrid. Salir a la cancha a jugar como sabemos. Tocando el balón. Verticalmente. Fiel a una tradición. Recordarle a nuestro rival (nunca nuestro enemigo) que es una vergüenza que matarifes de callejón como Pepe vistan la camisa de un equipo que jugaba (tiempo pasado) como nosotros. Tocando el balón. Verticalmente. Fieles a una historia.
Los aficionados al Barcelona estamos preocupados, preocupados de presenciar un calvario, la repetición infinita de hombres vestidos de azul granda rebotando contra un muro blanco. Una y otra vez. Pero también tenemos confianza. Creemos en la capacidad e inteligencia de nuestros jugadores. Troya también cayó. Y si Guardiola se puso las pilas, habrá practicado las últimas 48 horas un concepto básico del fútbol, que por lo visto, tienen prohibido ejecutar sus jugadores en los últimos meses:
http://youtu.be/iST5GWqFARk
Por el amor de Dios, que alguien le diga a los jugadores del Barcelona que se vale disparar desde fuera del área.
Los aficionados al Barcelona estamos preocupados, pero no por que la derrota de hace una semana pueda repetirse, esas cosas pasan, sabemos encajar los golpes, aprender de las caídas y mirar hacia adelante. Nuestra preocupación está en encender el televisor y en vez de presenciar un espectáculo de 90 minutos tal a como estamos acostumbrados semana a semana nos topemos con un concierto de patadas, juego entrecortado. Nos preocupa vernos inmersos en una dimensión paralela donde el Barcelona es el Atlante jugando contra los Gallos Blancos del Querétaro. A eso le tenemos miedo. Pánico.
Los aficionados al Barcelona estamos preocupados por primera vez en mucho tiempo. Nos preocupa que Guardiola se haya vuelto loco. Que caiga en la vulgaridad de las palabrotas. Que se obsesione en ganar a toda costa, al precio que sea, tal como lo hace su rival más acérrimo, sacrificando el espectáculo, sin importarle un comino si hay millones de personas intentando escapar del tedio y del horror que son sus vidas.
Los aficionados al Barcelona estamos preocupados, sí, pero al mismo tiempo estamos contentos, tenemos delante la oportunidad única de demostrar que jugamos no para coleccionar trofeos, sino para enmarcar momentos. Y este es un momento histórico. Darle una cachetada con guante blanco al Real Madrid. Salir a la cancha a jugar como sabemos. Tocando el balón. Verticalmente. Fiel a una tradición. Recordarle a nuestro rival (nunca nuestro enemigo) que es una vergüenza que matarifes de callejón como Pepe vistan la camisa de un equipo que jugaba (tiempo pasado) como nosotros. Tocando el balón. Verticalmente. Fieles a una historia.
Los aficionados al Barcelona estamos preocupados, preocupados de presenciar un calvario, la repetición infinita de hombres vestidos de azul granda rebotando contra un muro blanco. Una y otra vez. Pero también tenemos confianza. Creemos en la capacidad e inteligencia de nuestros jugadores. Troya también cayó. Y si Guardiola se puso las pilas, habrá practicado las últimas 48 horas un concepto básico del fútbol, que por lo visto, tienen prohibido ejecutar sus jugadores en los últimos meses:
http://youtu.be/iST5GWqFARk
Por el amor de Dios, que alguien le diga a los jugadores del Barcelona que se vale disparar desde fuera del área.
1 comentario:
Al pito el Barcelona, la supuesta eticidad estética de su puto juego, y sobre todo, al pito Guardiola, con esa caballerosidad tan falsa que ha llegado a caer en el ridículo... no se como no se ha herniado después de contener por tanto tiempo lo que realmente piensa... hipócrita.
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