Detesto al Papa argentino, en
especial cuando se declara a favor de la homosexualidad y otros escabrosos temas que hasta
antes de su llegada al poder, eran temas repudiados por el Vaticano. Aborrezco al
Papa Francisco porque los Papas deben ser seres perversos y retrogradas que a
todo momento estén condenando a las llamas eternas del Infierno a las personas que
ejercen sus pasiones y felicidad.
Sin embargo, hoy, debo confesar que
el Papa Bergolio me ha conquistado y robado el corazón.
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