sábado, 6 de septiembre de 2014

QEPD Joan Rivers



Al final no ocurrió lo que todos sospechábamos, que al tronar las trompetas de los 4 Jinetes del Apocalipsis sólo emergerían de los escombros las cucarachas y Joan Rivers.  

Nunca seguí de cerca la carrera de Joan, para mí siempre fue tan sólo una anciana loca que aparecía en la televisión humillando de forma chispeante a los famosos cuando estos osaban desfilabar sobre la alfombra roja enfundados en estrafalarias vestimentas. Sin embargo, de un año a la fecha, tuve la revelación de que Joan era mucho más que eso. Se convirtió en mi Padre Nuestro de cada mañana. 



jueves, 4 de septiembre de 2014

La publicidad campechana nunca miente



Muchos ingenuos pensaron que este blog era tan sólo una pequeña ventana para exponer el surrealismo campechano.

Miren, reflexionen y por favor empiecen a llamarnos periodistas










lunes, 11 de agosto de 2014

QEPD Robin Williams



Hace unas horas ocurrió la escabrosa e inevitable noticia para la que los campechanos se prepararon desde hace más de una década. Por ello, a manera de homenaje desempolvamos un post que catapultó a este modesto blog a la fama en el 2007.


Es extraño que la ciudad de Campeche sea rara vez considerada entre las grandes capitales de la cinefilia en el mundo. Muy probablemente sea culpa de los Cines Hollywood, que desde hace años han hecho su mayor esfuerzo por matar el amor por el séptimo arte en Campeche, trayendo películas que ya están en video (y traducidas, ni más ni menos), entre otras fechorías. Sin embargo, ninguno de sus esfuerzos ha sido suficiente para mitigar la llama de la pasión que sienten los campechanos por el cine, y para muestra basta contemplar el monumento erigido (y enfrente de los cines, en actitud desafiante) en honor a la simpática protagonista de la cinta clásica Papá por siempre (Mrs. Doubtfire), que hiciera las delicias del público en 1993.

domingo, 13 de julio de 2014

Último Día



La estampa que aparece sobre estas líneas marcó mi vida para siempre. Italia ´90 fue el primer Mundial que vi de principio a fin*, con plena conciencia, grabando a fuego cada una de sus imágenes en mi cerebro de niño. La desgracia: México no pudo asistir porque la FIFA nos descalificó por ser mexicanos, es decir, por tramposos. Al quedar huérfano de patria, me vi en la obligación de adoptar una nacionalidad. Era impensable quedar mudo frente al televisor en una Copa del Mundo.  

*Salvo la inauguración, es decir, Argentina contra Camerún que coincidió con mi último día de escuela.

Los analistas decían que la favorita era Holanda por haber ganado la Eurocopa del ´88. Al igual que mis vecinos y mi hermano, me sumé al borreguísimo de apoyar a la Naranja Mecánica. Los días previos al insufrible 12 de junio del 90 los utilicé para mentalizarme en sentir los colores de mi patria adoptiva. En mi cabeza imaginé una y mil veces gritando fuertísimo y con la piel de gallina cada gol holandés. Entonces Holanda marcó un gol a los egipcios y experimenté el mismo vacío interior que en mi Primera Comunión cuando mamá me prometió que al comulgar sentiría la energía más potente y hermosa recorrer mi torrente sanguíneo porque estaría comiendo el cuerpo de Cristo.     

Por suerte, sólo tuvieron que pasar 24 horas para que mi piel comenzara a ponerse de gallina. Argentina hizo su debut ante mis ojos al enfrentar a la malévola Unión Soviética de Iván Drago. El primer gol lo hizo un melenudo con la cabellera que siempre quise tener sobre la cabeza, pero que los Legionarios de Cristo se empeñaban en cortarme, ignorando mi argumento de que su Dios tenía el pelo largo. Luego apareció como un meteoro el chico de melena rubia que había visto en el álbum Panini de mi hermano; el joven que a primera vista paralizó mi corazón tanto o más que el vocalista del grupo Skid Row. Sobra decir que fue la primera vez que me cuestioné si era puto. Luego hizo acto de presencia un jugador apellidado Batista, con barba y cabellera larga, y ahí descubrí que no era tanto que fuera puto, lo que en realidad me estaba pasando era que había caído en el embrujo de ver a un equipo que más que un equipo de fútbol parecía una banda de rock como las que me hacían soñar despierto frente al televisor cuando sintonizaba MTV.  


  
A Argentina no sólo le debo la alegría y la amargura de mi primer Mundial, también le debo mis primeros besos. De adolescente era muy tímido, por eso ninguna mujer se animaba a besarme, hasta que descubrí que la única manera de no morir virgen era actuando, dejar de ser yo, meterme en la piel de otra persona. En los Spring break viaja a Cancún con mi primo Rodrigo. Lo que hacía era emborracharme y enfundarme una camiseta de la selección argentina.

-Qué pobre diablo eres –me reprochaba mi primo.

Sin embargo, mi timidez de años me hizo observar que las mexicanas tienen debilidad por los chicos argentinos. Por suerte, más que su aspecto de galanes de telenovela, lo que las vuelve locas es su acento cantadito. Logré perfeccionar tanto mi acento argentino, que incluso los argentinos me abrazaban y me invitaban a dar saltos enloquecidos mientras gritaban canticos que fingía tararear.

-Oye, no es argentino, él es mexicano –le decía muerto de envidia mi primo a una argentina que me estaba abrazando.

-Pero qué envidioso que sos, Chavo del Ocho –le respondió la argentina.         



Y finalmente, si soy alguien en lo que más me gusta hacer, fue gracias a una publicación argentina. En México sólo las revistas y periódicos de quinta división se animaban a publicar mis escritos. A raíz que el Chiri se entercó en publicarme en Orsai, y a que Casciari me dedicara un escrito en su blog, mágicamente los periódicos mexicanos de primera división me contactaron para que empezara a colaborar con ellos.  



Estoy en deuda con Argentina. Así que, so riesgo de quedar como el mayor de los pobres diablos ante los dos o tres lectores que aún siguen este blog, comparto mi granito de arena para que Messi y compañía, logren la hazaña de levantar la copa en un par de horas.  


Querido Chiri:

¿Qué pensarías si te dijera que en tus manos está la posibilidad de que Argentina salga campeón el domingo?

Apuesto a que me responderías que estoy loco o que me fumé el porro más potente de la galaxia.

Sin embargo, lo sostengo.

Mira, si yo hubiese sido el Messi de la literatura (o mejor dicho, de las redes sociales), ahora mismo los mexicanos estaríamos experimentando el indescriptible sentimiento que cargan millones de argentinos, es decir, imaginar permanentemente toda suerte de hipotéticos escenarios, resultados y jugadas posibles los 86,400 segundos que tiene cada día.

Para que no me tomes por un lunático, o peor aún, me tengas lástima por creer que soy un triste aficionado de una selección simpática centroamericana, remontémonos a la ciudad de Fortaleza el 29 de junio, segundos antes de que el árbitro silbara el final del primer tiempo en el partido entre México y Holanda.

Los once jugadores vestidos de naranja que están metidos en su propio campo saben que van a perder, tal y como lo sabían sus ancestros hace 64 años antes de disputar cualquier partido, es decir, antes de que apareciera un joven llamado Hendrik Johannes. Los once que visten de verde (sí, sé que cuesta creerlo) saben que van a ganar, están predestinados para ello. Tocan y tocan la pelota por todo lo ancho del terreno de juego. Con la seguridad y la confianza que sólo puede darte una medalla de oro olímpica obtenida con autoridad sobre el Brasil de Neymar en el mítico estadio de Wembley. Entonces ocurre algo horrible: de un plumazo retrocedemos 36 años en el tiempo y la seguridad se convierte en confianza. Y la confianza en duda. Y la duda en miedo. “El Maza” Rodríguez toca el balón con la técnica individual de un defensor mexicano en Argentina ´78. Robben toma la pelota. Entra al área solo frente al portero. Es un gol cantado, de no ser porque las alas de Hermes brotan de los pies de Rafa Márquez y Héctor Moreno. Ambos se barren. Robben sale catapultado hasta arañar las nubes. Si estuviéramos en el 2016 los jueces le ponían 1o de calificación por las bonitas figuras y giros que dibujó en el aire. Silencio absoluto. Ningún silbatazo desgarra corazones. Vemos la repetición en cámara lenta. Somos testigos de lo nunca antes visto. Hubo penalti doble. Tanto Márquez como Moreno patearon brutalmente al delantero holandés. Agradecemos a Dios, a la Virgen de Guadalupe y a Blatter que estén de nuestro lado, sin advertir que acaba de escribirse el primer capítulo de una nueva tragedia. La dupla de centrales más efectiva del Mundial se ha desintegrado. Moreno no se levanta. Su rostro alcanza el color magenta. El portero Ochoa lo mira y queda más pálido que de costumbre. Cuando los colores magenta y blanco se miran de frente en una cancha de fútbol significa que alguien se rompió un hueso. El árbitro portugués se pregunta si en toda la historia del fútbol habrá existido otra jugada similar en donde el defensor patea tan pero tan fuerte al atacante que se parte la pierna en dos mientras el silbante queda petrificado como una estatua sin mover un sólo músculo. El doctor hace la señal desesperada a la banca para que se realice el cambio. Las alas de Hermes permanecen en los tobillos de Moreno, es la única explicación lógica para que un humano con la tipia rota pueda ponerse de pie y dar dos pasos antes de derrumbarse de nuevo. El técnico Miguel Herrera manda a calentar al defensa Diego Reyes. Entonces, insospechadamente, entro en escena y descubro que soy Bill Murray en la película El día de la Marmota. Estoy atrapado en un mismo día. Un día que dura 4 años. Que se repite una y otra y otra y otra y otra vez. El árbitro silba el final del primer tiempo. Salgo del trance y hago lo único que está en mis manos para cambiar el curso de la historia de mi país. O mejor dicho, de mi vida.  



Chiri, si tan sólo la única persona que me retwitteó hubiese sido Enrique Peña Nieto o Emilio Azcárraga Jean, ahora mismo estaría sintiendo la inconmensurable dicha y angustia que eriza tu piel. Sí, sé que sigo sonando a aficionado de selección simpática centroamericana, o quizá, tirando más a loco de callejón. Pero ojo, arriésgate a mirar de vuelta todos los partidos mundialistas de México justo cuando el árbitro da el silbatazo final, descubrirás que en el pasado nosotros llorábamos igualito a James Rodríguez, lágrimas de lo que pudo ser y no será, llanto desgarrador que pide una explicación a dioses inexistentes, lágrimas de funeral, llanto de nunca más vernos en una nueva posibilidad de hacer historia, lágrimas de pueblo conquistado; sin embargo, observa con mirada quirúrgica lo ocurrido el 29 de junio del 2014, descubrirás que un resorte saltó en el interior de los vestidos de verde: México ha dejado creer que puede ganarle a las potencias, ahora sabe que va a ganarles.  


Espero ser peor profeta que escritor, de lo contrario, toda la Argentina está condenada a no volver a mirar a su selección levantar una copa del mundo en muchísimo más tiempo. Te aconsejo que empieces a susurrarle cosas al oído del gordo, como por ejemplo, que redacte una carta tan redonda, apasionada y viral como Vivir para contarlo y despierte de una puta vez a Messi tal como un día se le tuvo que despertar a Aquiles para conquistar Troya.

domingo, 29 de junio de 2014

Día 18




Soy una estatua al igual que Ochoa, si abro la boca en este momento, lo único que saldrá de mis labios será una retahíla de consonantes o el consabido chinguen a su puta madre. 

sábado, 28 de junio de 2014

Día 17



Cuando era niño, juraba que el tigre Toño, el volcho y Condorito eran más mexicanos que la Virgen de Guadalupe. En realidad, creía que todo lo que me rodeaba era de origen mexicano. Incluso me costaba creer la posibilidad de que los seres humanos no fueran todos oriundos de México.

-Tu tía es puertorriqueña –intentó explicarme mamá.

-Por eso, Puerto Rico está en México –defendí mi lógica geográfica.

-No, hijo, Puerto Rico es un país que pertenece a Estados Unidos –mamá se frotó las manos para no perder la paciencia.

-Imposible, mi tía habla español, la he escuchado por teléfono –mis ojos se abrieron y cerraron, síntoma de que mi cerebro estaba a punto de hacer corto circuito.

Tiempo después visitamos a mis tíos y quedé más confundido al descubrir que Puerto Rico no era un país sino una isla. Del mismo modo en que quedé boquiabierto al viajar a Estados Unidos y toparme en los estantes del supermercado hileras de cajas de Zucaritas bajo el nombre de Frosted Flakes con un tigre idéntico al tigre Toño, con la única diferencia de que el tigre gringo se llamaba Tony. 

En cuanto al volcho, fue un acto de fe creer que no era mexicano. Su diseño era horrendo, su precio bajísimo, e imaginar que un alemán cupiera en los asientos traseros era tan inverosímil como que México saliera campeón de la Copa del Mundo.

-La fábrica está en Alemania –me explicó papá.

-Imposible, el Puebla tiene la marca del volcho en su camiseta –dije abriendo y cerrando los ojos con incredulidad.

-Eso es porque los alemanes pusieron una planta en la ciudad de Puebla para pagarle salarios de hambre a los trabajadores mexicanos mientras ellos se hinchan los bolsillos de dinero –dijo papá destapando la duodécima cerveza de la noche-. Te digo que yo visité la fábrica en Alemania cuando me gradué de la universidad, justo antes de cometer el peor error de mi vida al casarme con tu mamá.

Condorito fue el último mito en derrumbarse. Para mí, era tan mexicano como Cantinflas o el Chavo del 8. De hecho no recuerdo el momento exacto en el que alguien me dijo que el personaje que alimentó mi infancia con su picardía y derrotismo ante la vida era chileno. Quizá ese sea el motivo por el que cada que veo jugar a la selección de Chile, mi corazón está destinado a sufrir microinfartos cuando la pelota pasa a 10 metros de su portería.



Chile vive tan engañado como yo de pequeño. El problema es que a ellos no hay quien los saque del error de vivir creyendo que sistemáticamente cada que se enfrenten a Brasil van a perder, sin importar que su máxima amenaza fuera un penoso tridente conformado por un fisicoculturista, un basquetbolista y un clavadista.

Cuando los chilenos reventaron el travesaño a escasos segundos de finalizar el segundo tiempo extra, no hubo una sola persona en el estadio (o entre los millones de televidentes) que en verdad creyera que Chile tenía posibilidad alguna de ganar en la tanda de penales.

Todos sabíamos que los chilenos se estaban frotando las manos por fallar cada uno de los penales para poder echarle la culpa al macabro destino y alimentar con otro terrorífico capitulo su enciclopedia de tragedias.  




Colombia luce invencible. Si no fuera porque su bandera aparece imborrable a un costado del marcador en los 90 minutos de los partidos, juraría que estoy delante del mítico Brasil del 70 del que tanto me platicó papá.

jueves, 26 de junio de 2014

Día 15




Estoy dentro de un edificio que alberga oficinas ejecutivas, mismo que se hace llamar “el centro de negocios, el centro del éxito”. Delante mío están las 30 personas más despreciables del universo, es decir, 30 señores que pertenecen a las 5 casas inmobiliarias más prestigiosas de la ciudad.

Mi terrorífica misión es presentar con pelos y señales todas las campañas publicitarias que la agencia ha lanzado para un residencial de lujo, cuyos lotes son incapaces de seducir al público para que abran sus billeteras y paguen entre 2 y 3 millones de pesos por ellos. 

-Les prometo que seré breve –inicio mi presentación-, en dos horas comienza el Alemania contra Estados Unidos.

Nadie se inmuta con mi comentario. Ni siquiera el público masculino, cuyos rostros impertérritos clavan la mirada en mi humanidad temblorosa de saberme haciendo el más colosal de los ridículos.

Entonces recuerdo que soy un publicista, básicamente me gano la vida vendiendo humo tal cual lo hacen los vendedores inmobiliarios. Entre gitanos no debemos leernos las manos. Paso las diapositivas a la velocidad del rayo. Los vendedores se dedican a mirar sus celulares en un patético intento por impresionar a sus colegas de que son ellos los número uno en ventas, ya que sus potenciales clientes no dejan de pedirles información vía Facebook y WhatsApp.

Al finalizar la presentación ocurren dos sucesos: uno bueno y uno malo. El bueno es que ningún vendedor me hizo una sola pregunta sobre las campañas realizadas, de lo contrario me hubiera quedado mudo, sin saber dar una respuesta verosímil del por qué hicimos carteleras, vídeos y anuncios de prensa para un residencial invendible; la mala es que me perdí de principio a fin la victoria de los alemanes contra los norteamericanos.  


  

Argelia logró la clasificación a octavos de final por primera vez en su historia. Me hubiera encantado ver rodar las lágrimas de emoción sobre las mejillas de sus aguerridos jugadores y aficionados. Lástima que mientras ocurría este emotivo momento yo me encontraba muriendo por dentro en otra junta.

miércoles, 25 de junio de 2014

Día 14




El año 2012 fue trágico para mí. El Mundial de Corea-Japón lo pasé de noche, o mejor dicho, con los ojos a media asta todas las madrugadas. Fuera máscaras, a quién quiero engañar, me perdí el 80% de aquella Copa del Mundo. No me averguenza admitirlo, probablemente fue el peor Mundial que se haya visto jamás (quizá sólo superado por Italia ´90).

Sin embargo, hoy día, mi desgracia radica en que Brasil 2014 está siendo un Mundial espéctacular. O al menos eso es lo que hasta el panadero de la esquina anda pregonando a los cuatro vientos, mientras yo tengo que conformarme con echar mano de mi imaginación cuando en mitad de todas las juntas de trabajo recibo alertas en mi celular que me informan que Messi se ha cansado de marcar goles en cada partido. 

Si logro llegar a viejo, cuando quiera empacharme de nostalgia veré los programas en 8D rememorando los Mundiales, y al ver a Messi gambetear y cobrar tiros libres magistrales, sentiré la misma rabia e impotencia que me invade en la actualidad cada que pasan vídeos de Maradona desparramando ingleses en el césped de un México ´86, donde era un niño imbécil de seis años dotado de una memoria incapaz de recordar imágenes luminosas salvo los gritos delirantes de adultos que miraban endiosados la televisión en otra habitación.



Me cuentan los analistas de ESPN y el público en general que los franceses están jugando como dioses. Me hubiera encantado comprobarlo con mis propios ojos, lástima que tuve otra junta a las 4 de la tarde. 

martes, 24 de junio de 2014

Día 13



Desde ahora podemos dejar de sentirnos mal por nuestra obsesión por llegar al quinto partido, por increíble que parezca, la meta de un tetracampeón para el próximo Mundial será llegar (si acaso) al cuarto partido. Italia ha confirmado ser el hazmerreír del mundo.

En el sorteo de Rusia 2018, 31 naciones cruzarán los dedos y le rezarán a todos sus dioses para correr con la suerte de jugar en el mismo grupo de los italianos.

Por su parte, a los brasileños empiezan a temblarles las rodillas. Los ecos del Maracanazo del 50 empiezan a escucharse cada vez con más nitidez.   


  
Costa Rica pudo llenarse todavía más de gloria y romper todavía más las quinielas al mandar a los ingleses a casa con cero puntos, pero prefirieron confirmar su obsesión por querer ser a toda costa igualitos a México.  



Al finalizar el sorteo de Brasil 2014 sólo había un partido que ni el hombre más optimista del Universo podía sugerir que ocurriera.



Grecia fábrica de la nada otro milagro y se instala en octavos con gol de último minuto. Conociendo la suerte de los helénicos, no es una locura pensar en verlos instalados cómodamente en semifinal luego de pasar sobre dos equipos de CONCACAF.

Si no me creen, miren hasta el momento el cuadro de cruces de octavos de final. El Mundial se ha convertido en una vulgar Copa América con sus habituales dos invitados de otras regiones.




lunes, 23 de junio de 2014

Día 12



Fuera máscaras, dejemos de fingir que nos tomamos en serio la planeación de cada proceso mundialista. Está probado que los directivos mexicanos jamás aprenderán de sus errores, no importa cuán garrafales sean estos, mágicamente (no encuentro otro calificativo) apenas rueda la pelota en un Mundial, la Selección mexicana se convierte en una superpotencia, al menos en los primeros tres partidos.

Pese a que perdíamos desde el vestidor al lucir el uniforme más esperpéntico que se haya visto jamás en una Copa del Mundo, si alguien me decía que las piñatas de verde y negro eran un combinado de alemanes, españoles, brasileños, uruguayos y argentinos, lo creía sin chistar.

¿Cuándo íbamos a pensar que nuestra defensa jugaría con tanta frialdad, técnica y seguridad en un partido de vida o muerte? ¿Cuándo íbamos a imaginar no sufrir microinfartos en cada tiro de esquina en contra? ¿Y cuándo íbamos a sospechar que nuestros jugadores marcarían no uno sino dos goles de cabeza en tiros de esquina contra defensas de dos metros de altura?

Al parecer, la mayor ventaja de México es ser subestimado. Mundial tras Mundial, tanto nosotros mismos como nuestros rivales y las casas de apuestas nunca dudamos en poner en tela de juicio el pase a octavos de final. ¿A cuántos Mundiales más hay que calificar de manera consecutiva para firmar por adelantado que México es un invitado obligado a los octavos de final?

Sin duda, ese día llegará si por obra de un milagro llamado humedad, vencemos a Holanda. Tengamos la certeza que a partir de ese instante el mundo empezará a tomarnos en serio, tanto como toman en serio a Camerún que después de sorprender a propios y extraños al calificar a cuartos en Italia ´90, es marcado como favorito sin importar que lleven 24 años haciendo el más completo y absoluto de los ridículos.




domingo, 22 de junio de 2014

Día 11



Qué suplicio es ver a los belgas. Pareciera que juegan bajo el agua. Todos sus movimientos son a cámara lenta. En especial los de Fellaini, quien gambetea con la misma agilidad que los árboles de El Señor de los Anillos.

Al medio tiempo, al igual que los rusos, caí fulminado de sueño, sólo para abrir los ojos asustado cuando el narrador pegó de gritos que Bélgica había anotado un agónico gol que les daba el pase a la siguiente ronda.   


  
Por mucho, el grupo H es el peor de todos, o mejor dicho, el único aburrido en esta Copa del Mundo. O eso creía, hasta que apareció otra sorpresa más. Pese a pronóstico, Argelia contra Corea del Sur se convirtió en una lluvia de goles.  

Mismos que me perdí al igual que el 99.9% de la población mundial.


  
Es inútil, aunque los gringos nos hayan regalado el pase al Mundial, es inevitable desearles el peor de los males, incluso si juegan frente al figuereti de Cristiano Ronaldo.  

Este campeonato nos está concediendo a los mexicanos nuestros deseos más osados. Estados Unidos, históricamente acostumbrado a tener nervios de acero, se convirtió en México. Sus defensas no se cansan de emular a Layún al rebanar cada una de las pelotas que despejan, e incluso regalan victorias cantadas al permitir remates de cabeza en el área chica en tiempo suplementario.   


Al paso que van, los americanos están pidiendo a los gritos caer ante Alemania con gol de último minuto, mientras los ghaneses firman su pase a octavos al derrotar a Portugal por dos goles de diferencia, el último de ellos también en tiempo de reposición.

sábado, 21 de junio de 2014

Día 10



Una vergüenza el fútbol que está ofreciendo Argentina en la Copa del Mundo. Aun así, con sólo dos partidos a cuestas, le bastó para estar calificada a octavos de final como líderes absolutos del grupo F.

Debo confesar algo, grité más fuerte que los argentinos el gol de Messi en tiempo de reposición, de lo contrario, hubieran ocurrido dos cosas:

1. Ante tantas sorpresas, la FIFA tendría pruebas más que sólidas y de sobra para aumentar a 64 los participantes al Mundial, poniendo de cabezas de serie a poderosísimas selecciones como las del Vaticano, San Marino e Islas Mauricio.

2. Ahora mismo Ricardo Antonio Lavolpe (¿alguien se acuerda que está acusado por acoso sexual?) estaría gritando a los cuatro vientos que él sí que pudo golear a Irán en un Mundial, y eso que tenía al Kikín Fonseca de delantero.

Pese a la sobredosis de Red Bull a las que me he sometido para no caer fulminado de sueño en ambos partidos de Argentina, siguen teniendo mi completa simpatía y sigo creyendo firmemente que serán los campeones en Brasil 2014.  


  
Alemania contra Ghana fue un partidazo, donde el mayor rival de los alemanes fue la humedad del 61% que a nada estuvo de liquidarlos. Lo que me lleva a la conclusión de que si los extraterrestres llegaran a invadir el planeta Tierra como en el pésimo comercial de Samsung, donde nos retan a un partido de fútbol en vez de exterminar a la raza humana con bombas supersónicas, espero que Beckenbauer no se deje presionar por los patrocinadores que le impondrán a Cristiano, Messi, Rooney y compañía, y lleve al terreno de juego a la Selección alemana.

Los alemanes incluso jugando en Mercurio, con temperaturas de 350 grados centígrados, correrán los 90 minutos (y el agregado), dando la vida por llevarse los 3 puntos.


  
Está clarísimo que si Dios existe, el género literario que más le gusta leer son las tragedias griegas. En 8 años pueden pasar muchas cosas en la vida, pero nada parecido a que dos hermanos tengan la posibilidad de jugar en un mismo Mundial, y no sólo eso, que representen a dos selecciones distintas de dos continentes diferentes, y además, que en el sorteo a sus respectivos equipos les toque jugar en el mismo grupo, y no una vez, sino en dos Copas del Mundo consecutivas.     

-Lucharemos hasta sangrar –declaró Kevin-Prince al más puro estilo épico antes de enfrentar a su hermano menor Jérôme.


  
No mintió, el juego fue una guerra sin cuartel donde se derramó sangre, eso sí, no la de los hermanos Boateng.  


  

Como pitoniso me muero de hambre, le aposté al caballo negro ciego y cojo de la carrera. Bosnia y Herzegovina fue una completa y rotunda decepción. Lo único rescatable es que si mis pronósticos siguen con la brújula chueca, México tiene posibilidades de sorprender a los croatas.