En diciembre
del 2012 publiqué mi primera (y única novela). No fue sencillo. Como todo
aspirante a intelectual, con la ayuda e integro subsidio de Fiera, encuaderné
decenas de borradores de mi opera prima, luego, con manos temblorosas las
empaqueté y envíe a todas las editoriales de prestigio. Al recibir rotundas
negativas, repetí el proceso, enviando los paquetes a editoriales de segunda
división. Al no recibir respuesta, en un acto patético y desesperado, hice un
tercer intento probando con las editoriales del inframundo. Tampoco funcionó.
Mi novela les voló la cabeza pero no tenían recursos para publicarla.
Para no hacer
largo el cuento, sospecho que ya lo he contando mil veces, en un acto heroico, Rafa Fernández,
sin duda el mejor escritor en lengua castellana que existe (y por mucho),
escuchando a su guapa e inteligentísima esposa bielorrusa, arriesgó sus ahorros
para publicar Mala Racha.
Pese a
pronóstico, el tiraje se agotó en menos de un mes. De ese día hasta la fecha,
invariablemente, cada mañana descubro en mis mensajes privados del Facebook
comentarios como el que acaba de llegar en este instante mientras escribo este
post:
A todos les
respondo lo mismo. Que tengan paciencia. Que pronto sacaremos la segunda
edición. Sin embargo, en el fondo, sé que es mentira. Tengo el oscuro deseo de
ser de los contados escritores en el mundo en haber publicado una sola novela
en su vida (por voluntad propia), de muy pocos ejemplares, para que al morir
pueda premiar a quienes creyeron en mí; imagino que los 250 libros de Mala
Racha valdrán una fortuna en el año 2050.
Por desgracia
mi lado capitalista constantemente estrangula a mi lado romántico, diciéndole:
-Idiota,
desempolva todos esos conocimientos empresariales que aprendiste durante 5
largos y tortuosos años en la universidad, has creado involuntariamente tanta
expectación en la gente durante más de un año, que cientos de ellos, que antes
ni por error te hubieran leído jamás, ahora se ponen de rodillas por hacerse
con tu libro, incluso escritores de renombre te escriben mails solicitando tu
novela.
-Ghhszarrr…
-masculla entre dientes mi lado romántico al borde del estrangulamiento,
intentando decir que quiere ser recordado como el escritor que se negó a vender
su novela en venganza a todos los que no creyeron en él en su momento.
-Silencio
basura, lo que vas a hacer este 2014 será publicar la segunda edición de Mala
Racha, también en todas las versiones digitales existentes, de lo contrario el
próximo año nadie se acordará de ti, y dejarás de recibir mails como este que
ya quisiera recibir el muerto viviente de García Márquez o la momia de Poniatowska
que arrumbó tu libro en algún tenebroso rincón de su
sarcófago.
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