Ayer le marqué al celular de un amigo y luego de varios timbrazos sin respuesta apareció mi peor enemigo: el buzón de voz. Por desgracia mi llamada no era de carácter superficial, en verdad me urgía comunicarme con él, así que tuve que dejarle un mensaje, mismo que, sobra decir, me hizo quedar como un perfecto imbécil.
Durante largos años creí (pobre ingenuo de mí) que era el único idiota que no sabía qué hacer o qué decir ante el horrible silencio luego del “biiiiip”.
Señoras y señores, no estoy solo. Me alegra saber que comparto con una no poca cantidad de desafortunados el horror de ser un tarado. Hace unos minutos descubrí un magnifico escrito que viene aderezado con graciosísimos ejemplos (sube a tope el volumen de tus bocinas) que hasta cierto punto justifican o redimen mi idiotez.
Durante largos años creí (pobre ingenuo de mí) que era el único idiota que no sabía qué hacer o qué decir ante el horrible silencio luego del “biiiiip”.
Señoras y señores, no estoy solo. Me alegra saber que comparto con una no poca cantidad de desafortunados el horror de ser un tarado. Hace unos minutos descubrí un magnifico escrito que viene aderezado con graciosísimos ejemplos (sube a tope el volumen de tus bocinas) que hasta cierto punto justifican o redimen mi idiotez.
1 comentario:
creo saber quién es ese que no contesta....
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