Esas fueron
las palabras de Juanjo, mi muy querido maestro, amigo y asesor de la beca FONCA que tuve en los años 2010-2011. Sospecho que cualquier otro
escritor se hubiera enfurecido con semejante comentario de un maestro y amigo.
Yo no, soy consciente que el medio artístico es un mundo lleno de envidias y
venenos. Naturalmente, no es el caso de mi amigo. Juanjo es un escritor de primera línea, bondadoso
y dueño de un sentido del humor fino.
Pero ojo, no
todos los escritores son así. Y doy prueba de ello en Mala Racha. En especial los escritores de tercera división, es
decir, los que publican sus libros subsidiados por los gobiernos estatales,
libros de ínfima calidad que se resisten a ser comprados (o aceptados de manera
gratuita) por el inteligente lector o el despistado transeúnte que por error
entra a las presentaciones de libros organizados por institutos de cultura.
Escribo todo
esto porque llevo 34 libros vendidos en apenas 3 días de preventa. Sí,
preventa. El libro ni siquiera existe físicamente. El 11 de noviembre entra a
imprenta y estará listo los primeros días de diciembre. Es decir, los 34 lectores
que han comprado la novela (y los que faltan por apuntarse) la tendrán en sus
manos poquito antes (o tal vez poquito después) de navidad. Y claro, eso le
puede arder, joder y reventar las pelotas a algunos escritores que empiezan a agitar
sus viperinas lenguas:
-¿Cómo es
posible que un escritor que no ha publicado nunca tenga la osadía de utilizar
la preventa, acaso se siente J.K. Rowling?
Estos son mis
lectores. De muchos años atrás. Y eso es lo que no entienden algunos escritores
añejos, caducos. Llevo años en este negocio. Tocando y pateando puertas. Y
todas han permanecido cerradas, o casi todas. ¿Acaso me rendí o fui con la mano
extendida y pedigüeña a institutos de cultura para que publicaran mi novela en
calidad deplorable? Sí, lo hice, pero por fortuna también fui rechazado por el
gobierno, así que no tuve más remedio que saltarme a todos los intermediarios.
Fui directamente con el lector. Le llené de spam su bandeja de entrada, muchos
me insultaron y me amenazaron (los más inteligentes enviaron mis mails al
correo no deseado), pero otros tantos empezaron a leerme. Incluso a creer que
era yo un escritor de verdad. Y fueron precisamente esos lectores que le
robaban minutos a sus horas de trabajo de oficina leyéndome, quienes empezaron
a reenviar mis escritos, a llenar de spam otras cuentas de correos. Incluso
llegó el día en que recibí desde cuentas de correos que no conocía mis propios escritos.
Hasta que
finalmente las casas editoriales que nunca me abrieron la puerta se la abrieron
a lectores que enviaban mis escritos a sus redacciones.
Periódico La Gaceta de Canarias (Tenerife,
España). Miércoles 2 de abril del 2008. Página 10.
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Aquí el escrito en versión legible.
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No, no me han
entrado repentinamente ínfulas de gran escritor, de arrogante best-seller por
llegar a 34 ejemplares vendidos en preventa. Solo me sorprende que se
sorprendan ciertas personas. Mala Racha
es una novela para lectores como la mujer que tomó la fotografía que aparece
sobre estas líneas y tuvo la gentileza de enviármela hace años, también para el
dueño del estanquillo enclavado en un pueblito recóndito que le pareció una
buena idea compartir mis letras con sus clientes, y desde luego (si me das la
oportunidad), también para ti, que estás leyendo estas líneas.
Por eso me he
animado a publicar Mala Racha. Por
que sé que no me voy a estancar en 34 ejemplares vendidos. Esta novela en
realidad es la petición y reclamo de cientos de lectores que durante mucho
tiempo quisieron verme impreso en papel. Pintorescos lectores que día tras día
visitaban el blog Pildorita de la
Felicidad, un medio subestimado e ignorado por la prensa tradicional.
Pero volvamos
al inicio. ¿Es buena mi novela, tanto como para pagar 22 euros por un libro del
cuál no se tiene idea de qué trata, sin la sinopsis o crítica literaria de un
intelectual que publique en periódicos o revistas autorizadas?
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