Gran Torino

El mejor héroe de acción cinematográfico de los últimos meses a la fecha no es él:

Batman

Tampoco éste señor:

Rorschach

Lo sé, Wil, duele, pero hay que aceptarlo, un verdadero héroe de acción no sólo es un señor que tenga la voz ronca y mirada amenazante.

Ahora sí, con ustedes, el héroe de acción número uno:

Walt Kowalski

Gran Torino es una pequeña joya dirigida, producida y protagonizada por el monumental Clint Eastwood.

Walt Kowalski es un abuelo (casi octogenario) que acaba de perder lo único que probablemente le agradaba de la vida: su bondadosa y cristiana esposa.

Como suele ocurrir en estos casos, ya saben, cuando se queda solo un pobrecito anciano, los hijos, las nueras y las nietas salen al quite:

-Oye, papi, fíjate que estuve investigando y existen muy buenos asilos de ancianos, mira que a tu edad es peligroso que vivas solo, además no nos vendría nada mal vender tu casa.

-Hola suegrito, pasaba por el vecindario y te traje un teléfono con numerotes gigantes para que no te confundas al marcar.

-Abuelito, ¿qué piensas hacer con ese bonito auto tuyo cuando te mueras?

En fin, lindezas por el estilo. Sin embargo, Walt Kowalski no es un ancianito como cualquier otro.

Walt es un hombre que peleó en la guerra contra Corea y trabajó toda su vida para la fabrica de coches Ford, o sea, es un tipo rudo, curtido por la cochina vida y con las manos manchadas de grasa para motor y sangre de jóvenes soldados coreanos.

Walt encara su viudez en compañía de su perra labrador Daisy y su infalible six pack de cervezas bien frías mientras contempla, sentado en su porche, cómo ha cambiado su vecindario. Sus vecinos de a lado son unos chinos o coreanos o japoneses o vietnamitas o lo que sea, a Walt le da igual, sólo sabe que son unos hombres de ojos rasgados y una cultura diferente a la suya como aquellos hombres a los que combatió en su juventud.

Para sobrellevar su nuevo estilo de vida en solitario, Walt poda el césped, arregla todas las imperfecciones de casa y de vez en cuando tiene que soportar las visitas del joven párroco de la iglesia que quiere hacerle confesar a como de lugar pues se lo prometió a su esposa que asistía todos los días a misa. Naturalmente la tarea del párroco no será nada sencilla ya que Walt además de ser un ateo recalcitrante, es un energúmeno, un cascarrabias, un racista (aunque sospechamos hombre de gran corazón) que le manda al diablo cada que quiere sermonearlo sobre las bondades de la vida y la muerte.

Sin embargo, la tranquilidad de Walt Kowalski gira 180 grados el día que sorprende a un ladrón en la cochera de su casa intentando robar su joya más preciada: su Gran Torino.




El ladrón resultó ser su adolescente vecino, quien es obligado por su madre a disculparse y a servirle por una semana de esclavo.




Durante este tiempo el anciano forja una gran amistad con el chico (sin estar ausentes, claro está, una buena dosis de comentarios racistas e hirientes).




El chinito debe aprender a ser un hombre de verdad y a no dejarse intimidar por sus familiares que a todo momento quieren corromperlo y obligarlo a formar parte de su pandilla de malvivientes.




Gran Torino es una película imperdible, divertida, conmovedora y muy graciosa, que ahora mismo (me parece) está en lo cines, y que bien vale la pena pagar una entrada para verla.

http://youtube.com/watch?v=cYquSTxCu5E