L.A. Zombie

L.A. ZOMBIE
Alemania, Francia, Estados Unidos
2010
103 Min (hard), 63 Min (soft)
Escrita y dirigida por Bruce LaBruce
Con: François Sagat y otros astros del porno gay.

Porque usted lo pidió: el corte duro de la película, para que llore el Niño Dios.

Una figura siniestra de hombros perfectos y tez azulada emerge de las profundidades del océano.

El ente se dirige a la carretera, donde le pide aventón al primer automóvil que ve pasar. El conductor se compadece de él...

...y como casi todas las personas lo bastante tontas para recoger a un autoestopista en mitad de la noche (ya no digamos un autoestopista zombi), termina muerto.

¡Pero no por mucho tiempo! El chonto introduce su pollo inverosímil en las heridas del buen samaritano y su corazón vuelve a latir, aunque no es la zona de su anatomía que palpita con más fuerza. Esa sería su culo, como descubrimos a continuación.

A la mañana siguiente, vemos a un vagabundo de hombros perfectos que, cabizbajo y cubierto de mugre, recorre las calles de Los Ángeles.

Dos personas de look indescifrable (¿son yuppies? ¿guardaespaldas?) tienen un altercado por una maleta llena de dinero. Uno le dispara al otro y huye.

El zombi encuentra el cuerpo sin vida del fulano y lo arrastra hasta su guarida secreta. Se masturba sobre el cadáver, eyaculándole encima un chorro de sangre milagrosa...

...que lo devuelve a la vida, con su apetito intacto.

Seguimos a nuestro protagonista en sus dos facetas: como vagabundo semidesnudo que se revuelca en agua puerca y como zombi solitario que recorre la ciudad sin rumbo fijo dando asco a propios y extraños.

El zombi continúa su racha de actos heroicos-eróticos reviviendo a un negrito pandillero al que le abrieron convenientemente un hueco en la frente...

...y luego hace lo mismo por un viejito vagabundo que murió de frío o sobredosis, no me queda claro, en el interior de una caja de cartón.

(una caja de cartón de lo más espaciosa y acogedora, como pueden ver)

El zombi continúa su patrullaje de la ciudad. Se topa con un hombre forzudo y culón en actitud sospechosa, así que lo sigue.

Llegan a una bodega donde otros hombres forzudos y culones departen alegremente. Están esperando a alguien, y mientras esperan a la persona se arma la chupadera de pollos...

El tipo al que esperaban es un truhán que les lleva un ladrillo de coca (energía para chuparse el pito mutuamente, supongo). La mercancía es mala y los forzudos no dudan en quejarse.

Los pillos no toman bien la crítica.

Nuestro héroe entra en acción: dispara chorros de amor sobre los caídos en la balacera...

...que vuelven a la vida, agradecidos, para retomar lo que estaban haciendo antes de la interrupción del traficante.

El chonto participa un rato en las actividades, pero luego deja a los chicos divirtiéndose solos. Él no pertenece allá.

El monstruo deambula por el cementerio recordando los momentos más felices de su vida (casi todos involucran masturbarse sobre un cadáver), y deja escapar una lágrima furtiva.

Entonces, toma una pala y cava. Fin.