miércoles, 16 de febrero de 2011

Papá no era poeta, era constructor





Mamá no tiene idea de cómo usar una computadora, pero se las ingenió para revistar y leer mi último escrito publicado en LADO B.

-A mí nunca me escribieron nada –dijo mamá mirándonos con ojos cristalinos a mi chica y a mí.

Yo pensé: no, no te escribieron nada, ni un soneto, ni una copla, ni una cuartilla, nada de nada, pero te dieron cosas mejores.

Papá no fue un hombre cursi, romántico. No recuerdo en los 20 años que lo vi con vida regalarle una flor a mamá. Decirle que la quería. La forma de demostrar amor por su esposa era trabajando de sol a sol, amasando dinero, entregándole generosas cantidades de billetes para que así mamá pudiera ayudar a sus primas y amigas en cualquier urgencia económica que pudieran tener (que no eran pocas). Otra forma de demostrar amor fue prestándole volquetes y trascabos (sin cobrar un solo peso) a los Legionarios de Cristo y al patronado del Instituto Patria, para que mamá pudiera cumplir el sueño de construir no uno, sino dos colegios católicos.



Si bien papá fue un hombre con cientos de errores tal vez imperdonables (en especial cuando llegaba hasta el culo de pedo), una forma de demostrarle a mamá que la amaba fue cuando estalló la crisis: en vez de obligar a su esposa a vender su coche, él vendió el suyo para pasar de un auto último modelo a un volcho destartalado, porque a él no le importaba lo que la gente pensara. Las personas valían por sus acciones, no por el coche que manejaban.

Papá tampoco celebró nunca un catorce de febrero, no es de extrañar entonces que en los ojos cristalinos de mamá pueda ver un dejo de tristeza, cierta envidia hacia mi chica porque yo le escribí un cuento en vez de comprarle un anillo Swarovski.




Mamá no lo recuerda, pero creo que recibió cosas mejores que un poema; por ejemplo, cuando los papá de mamá se convirtieron en unos ancianos que no podían valerse por sí mismos, sin chistar, el poco cursi y romántico de su esposo habilitó un cuarto en su casa para recibir a sus suegros, mismos que durante una década se la pasaron llorando, gritando, viendo fantasmas y cagándose en sus pañales. Si ese no es el acto más romántico que existe, entonces yo no sé que coño es el amor.

2 comentarios:

Yorch dijo...

Eres grande master!

justiciero dijo...

aburrido eres un imbecil rodrigo estupido