Presunto culpable

Presunto culpable es (omito el “probablemente”) el documental mexicano más promocionado en los medios de comunicación. Ayer la estrenaron en algunas ciudades del país y no defraudó. Por millonésima vez, aquí les va la historia:




http://youtube.com/watch?v=v8LVlKqyxr0


No pensaba mencionarla en absoluto en este blog, y no es porque esté a favor de la injusticia que se vive en México, sino simplemente para esquivar la redundancia, la reiteración, la repetición en eso de “vayan a verla, se las recomiendo mucho” que todos hemos escuchado hasta el hartazgo este mes en Internet, televisión y la radio.

Lo que rescato de este documental, o mejor dicho, lo que más llamó mi atención y no he escuchado a nadie mencionarlo (y por eso hablo hoy de ello) es la aparición de cierto personaje con el pelo del color del payaso Bozo.

Para los espectadores de 31 Estados de la república y el DF, el personaje de cabellos de payaso que aparece en el juzgado junto a los familiares de Toño cuando (a continuación un espoiler, cierren sus ojitos) le dictan sentencia de 20 años de cárcel, pasó inadvertida, al igual que su nombre en los créditos del documental como una de las productoras ejecutivas.

-¡Es Layda! –grité ayer a mitad de la proyección y todos me miraron con ojos enormes como si fuera yo un loco.

Miren como Santa Layda lucha por nuestros derechos en la Gran Cámara de diputados (impagable la risa de la mujer de rojo).

Layda Sansores es una rockstar de la política en Campeche, hija del ex gobernador campechano Carlos Sansores, alias, “El Negro”, alias, famoso bandido de nuestra sociedad.

Ver a esta horrenda mujer payaso (pueden verla acariciando a la novia de Toño si le ponen pausa al video de arriba justo en el minuto 2 con 23 segundos) abrazando, reconfortando a los familiares del presunto culpable que se descosían en llanto y ella poniendo su mejor cara de lástima, diciéndole a Toño desde lejos “ánimo indito, se fuerte”, me hizo tener sentimientos encontrados: lo primero que me vino a la mente fue hacerme la siguiente pregunta: ¿Qué chingados hace Layda en este documental? Acto seguido, toda la compasión y lástima que sentía hacia el pobre sentenciado de Toño se fue a la miarda, pues ver a un político ayudando a un ciudadano (sin doble intención, sin sacar provecho para su carrera política) es tan poco probable como levantar la mirada y ver surcar los cielos a un platillo volador (por supuesto, que no sea un platillo volador de los que muestra Jaime Maussan en la televisión).