Nuevo refuerzo

“Para triunfar en la vida, hay que saber encontrar los huecos”, dijo un día un sabio.

A continuación, tres ejemplos bien rapiditos:

Uno, en el caso de los políticos, los culos de sus jefes.

Valoro demasiado mi vida (traducción: soy un cobarde), así que elijan al político joven y buen mozo de su preferencia.

Dos, en el caso de los empresarios, las ambigüedades de la Ley Federal de Telecomunicaciones y Ley Federal de Radio y Televisión (y los culitos de algunos políticos).

Tres, en el caso del Santos Laguna (traducción: Grupo Modelo), el reglamento de la Federación Mexicana de Fútbol.

“Chiaaaale, ahora sí que soy un santo.”

Dicho lo anterior, los accionistas de Pildorita de la Felicidad no podían quedarse rezagados en materia de encontrar algún hueco en la Ley Federal de Bloggueros campechanos, así que, pese a que esta ley prohíbe la contratación de escritores no nacidos en Campeche (o en la Península de Yucatán, ya saben, antes Mérida y Campeche eran un mismo Estado), de rodillas le imploramos a uno de los escritores más talentosos de México que se uniera al equipo para salvarnos del inminente descenso a la segunda división.

“Ni madres, ni que estuviera pedo firmo con ustedes, bola de putitos.”

“Eso, eso, eso, mi buen Villarrial.”

Estando así la cosa (ya saben, la crisis económica y la desbandada de accionistas que creen que este blog es una vergüenza), Eduardo llamó a las musas para convencer al bueno de Héctor.

“No pos así sí cambia cabrona la cosa, maestros.”

“Ñññññññññia rugistes, lion.”

Con ustedes, el nuevo refuerzo de Pildorita de la Felicidad (todos de pie y aplaudiendo, por favor):

Bienvenido a tu casa, Héctor.

“Puta madre, no leí las letras chiquititas del contrato. Qué pinche hueva publicar todos los días en este blog rosita de mierda.”