A petición de los sabios lectores que no fueron a la FILEY, esto fue lo que leí a manera de introducción en mi presentación. Previo chiste (“voy a leerles algo aprovechando que aquí hay más gente reunida que en la toma de protesta de Josefina Vázquez Mota en el Estadio Azul”) que no arrancó ni una sola sonrisa del auditorio.
Leí esto:
Antes de dar inicio a mi lectura o presentación, quiero dejar algo bien claro, en esta mesa no existe el nepotismo, Rígel Solís, el moderador de esta mesa, no me toca de nada, el apellido Solís es más común de lo que se cree, si no me creen, al llegar a casa échenle un ojo a la Sección Amarilla para que vean que no soy ningún mentiroso, o al menos no esta tarde.
Rígel Solís… (y perdonen que aquí haga otro paréntesis, hasta antes de hoy, solo lo había visto una vez en mi vida, una tarde soleada cuando tocó a la puerta de casa de mamá y me entregó un libro de cuentos, escrito obviamente por él. Siguiendo el manual del colega escritor, arrumbé su libro junto a una montaña de jóvenes escritores yucatecos que me han hecho llegar sus libros).
Pese a lo que les acabo de contar, Rígel Solís (aunque ahora que lo pienso, seguro lo hizo a manera de venganza) me invitó a participar en la FILEY, evento del cual desconocía su existencia hasta que me llegó su invitación vía Facebook para hablarle a un auditorio semivacío sobre un tema que en apariencia domino pero que en realidad es lo más abstracto que he escuchado: ¿Qué significa como joven ser escritor?
Omitiendo la palabra “joven” es la pregunta que me formulo todas las mañanas al levantarme. Antecedida, claro está, por las siguientes interrogantes: ¿Cómo una mujer tan hermosa como Fiera puede tener el estomago y la paciencia para amanecer conmigo? ¿Me sacará de la pobreza mi novela? ¿Alguien leerá mi novela? ¿Alguna editorial publicará mi novela? ¿Alguien realmente me lee? ¿Por qué Dios me castigó dándome la vocación de escritor? ¿En realidad soy escritor? ¿Qué coño significa ser escritor?
Y sin embargo… aquí estoy. Flagelando a mamá, a mi novia, a mis primos, a mis amigos y a dos que tres inocentes o despistados que se confundieron de sala.
Hablemos con la verdad: ni yo ni ninguno de los “jóvenes” escritores aquí presentes tienen la menor pista de lo que significa como “joven” ser escritor. Y honestamente a nadie de los presentes le interesa.
Impensable imaginar la siguiente escena:
-Vieja, ahora regreso, voy a la FILEY a que unos “jóvenes” me digan que se siente ser escritor.
Y el colmo sería esto:
-Espérame gordo, ya dejé grabando Amorcito Corazón, te acompaño, yo tampoco podré dormir tranquila si no develo el misterio de lo que los “jóvenes” sienten al escribir.
Dicho lo anterior, o me quedo callado los próximos 10 minutos o les leo un par de fragmentos de mi novela titulada Mala Racha (que dicho sea de paso trata de un “joven” que tiene la fantasía de ser escritor), próxima a salir en Editorial Orsai o en MiCabeza Editorial, o en ambas editoriales, o en ninguna, el mundo de la literatura es muy caprichoso e incierto, sino pregúntenle a mi mamá que está aquí sentada la pobrecita y que ilusamente me bautizó Rodrigo en honor de quién creen, ni más ni menos que de Rodrigo Díaz de Vivar, alias, El Mío Cid, y ya ven, menudo caballero le salí.
¿Quieren leer los fragmentos de la novela?
2 comentarios:
Yo sí me reí con el chiste. Por si querías saber.
Eso es por que eres una mujer sabias, Canela
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