En el capítulo anterior la Yenifer tomó una de esas decisiones de las que son cabronas en la vida: tenía que casarse a huevo antes de un año, sin embarcar a un pendejo y... ella no es una reina. Hay muchas opciones para conseguir ese fin: sólo sabe que la de embarazarse no le garantiza el éxito y... ha querido pasarse de cabrona: ir al centro (sin albur) del overground, a aprender los secretos más evidentes de el mismísimo... Maese Paulo Culeyo. Entonces la Yenifer queda apendejadísisma cuando escucha del maese Paulo Culeyo una de las máximas de la filosofía insider: "Para andar en el agua, hay que ser lobo de mar".
Y este capítulo dice así:
—Oh, master. ¡Qué chingón es usted! ¡Está muy cabrón eso que me dijo! —dijo la Yenifer.
—Chale —dijo el Maese Culeyo.
—Y... esteeee... pos la neta no entendí qué quiere decir eso tan chingón que me dijo —dijo la Yenifer.
—Chale —dijo el Maese Culeyo.
—Esteeee... ¿sí me lo explica? —dijo la Yenifer.
—Mta ma... Sira, te lo voy a explicar con una parábola: había una vez una chava que tuvo un sueño. En el sueño ella era princesa, entonces llegó un maese que le dijo: "sira, no te hagas pendeja, porque a mí no me haces pendejo. Tú no eres princesa, entonces nunca va a ser una reina". La princesa, agradecida, le dijo: "oh, master, ¿cómo te puedo pagar por revelarme esta verdad?". Y el maese le contestó: "pos no te hagas pendeja, y págame con una lana". Y entonces la princesa le pagó con una lana. Y luego la chava se despertó. ¿Entendiste? —dijo el Maese Culeyo.
—Ah... pos creo que sí —dijo la Yenifer.
—O sea, chingá... —dijo el Maese Culeyo.
—Pos que yo no soy una reina —dijo la Yenifer.
—Eso ya lo sabemos. ¿Qué más? —dijo el Maese Culeyo.
—Pos esteeee... —dijo la Yenifer.
—Pos no te hagas pendeja —dijo el Maese Culeyo.
—Ah... esteeee... —dijo la Yenifer.
—Pos que te cuesta una lana lo de mi sabiduría—dijo el Maese Culeyo.
—¿Eehh? ¿ah? O sea, esteee... —dijo la Yenifer.
—A huevo. Pos sí yo no vivo de las regalías de mis best seller. Todo se lo chingan los editores y los piratas. Ni de los pinches programas dizque sociales del gobierno —dijo el Maese Culeyo.
—Pos.... pos sí, master. Nomás dígame de a pomo... —dijo la Yenifer.
El maese le había hablado al chile (sin albur, porque no se puede por lo del género y esas cosas).
—Sira, mi chava. Te lanzas al cajero, y tráete todo lo que te dé —dijo el Maese Culeyo.
—Ah... esteee... —dijo la Yenifer.
—¿Sí o no, chingá? ¿Te quieres superar o no? —dijo el Maese Culeyo.
—No, pos sí —o sea que sí, dijo la Yenifer—. Yo sé que lo bueno cuesta y que lo que yo quiero pos me tiene que costar.
—A huevo —dijo el Maese Culeyo.
—Pero antes de que vayas, vas a conocer tantito de la sabiduría mileñaria, pa que veas que soy buena onda contigo y te vayas muy motivada —dijo el Maese Culeyo.
—Oh, master. ¿Realmente es tan antigua? —dijo la Yenifer.
—No, pend... Es mileñaria porque es de mi-leño, no porque tenga mil años. Por eso no dije "milenaria", ¿eh? —dijo el Maese Culeyo.
—Ah. Pos sí, master. Lo que ústé diga. Aprendo mucho de usted —dijo la Yenifer.
—Lo primero primero es que tienes que hacer un buche con el brebaje mágico que llevo en esta botella mágica de agua —dijo el maese culeyo mientras destapaba de nuevo su botella de agua ____ [señor publicista o empresario: anuncie aquí su marca de agua embotellada]— que en realidad contenía _____ [señor publicista o empresario: anuncie aquí la marca de su bebida embriagante] —dijo el Maese Culeyo.
El Maese le dio la botella destapada a la Yenifer para que le diera el pegue. La Yenifer así lo hizo, pero no pudo evitar hacer gestos como de "a ca-brón".
—Ai aguántalo tantito. Haz unos buches —dijo el Maese Culeyo.
Y así lo hizo la Yenifer, mientras se le dilataban la pupilas y los cachetes se le chapeaban.
—Ora pásatelo —dijo el maese Culeyo.
Así lo hizo la Yenifer y exhaló como si dejara fluir la energía del universo.
—Ora dale un trago a tu chela, pa que se te quite lo fuerte del alcohol —dijo el Maese Culeyo.
Y así lo hizo la Yenifer.
—Fue como un rito de iniciación. ¿Verdad, master? —dijo la Yenifer.
—Pos haz de cuenta que sí, mi chava. Es por sí tienes caries o alguna infección en la boca —dijo el Maese Culeyo.
—Ah —dijo la Yenifer.
—Ora sí. Te metes abajo de la mesa y le vas a dar un bilé. Puro bilé, nomás —dijo el Maese Culeyo.
—Oh, qué honor, master —dijo la Yenifer.
—La neta sí. Lo que pasa es que orita está la Pa___ Na____d [señor productor de telenovela o dueño de cadena televisora: anuncie aquí a la estrella de su telenovela] en la tele y quiero aprovechar tantito para una estimulación. Y ps en vez de una autoerotización, pues te doy chance de compartir tantito contigo.Pero está prohibido que toques mis huevos, ¿eh? —dijo el Maese Culeyo.
—Sí, master. Gracias —dijo la Yenifer.
—Pos órale —dijo el Maese Culeyo.
Entonces la Yenifer se metió bajo la mesa y el mantel de plástico floreado cubría la acción de modo que sólo se veían sus mugrosos Converse, mientras el Maese desabrochaba su mágico pantalón y descubría del calzón el glande de su vara mágica.
—Sin tocarlo con las manos, mija. Puro bilé —dijo el Maese Culeyo.
Mientras le daban bilé, el Maese Culeyo dio un prolongado trago a su cerveza [señor publicista o dueño de cervecería. anuncie aquí la marca de su cerveza] sin perder de vista la televisión, es decir, a la reina que aparecía en ella. Y luego exhaló fuerte para dejar fluir la energía del universo...
ESTA TELENOVELA...
CONTINUARÁ
Si usted no es una reina
la única telenovela en que la protagonista no es una reina
1 comentario:
Pinches huevones, dejen de mamarse y lean y comenten esta obra maestra de la literatura mexicana.
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