miércoles, 5 de noviembre de 2008

El capitán que rompió mis sueños



Steven Gerrard es el capitán que todo hombre sueña tener en su equipo. Steven Gerrard es el jugador que todo padre de familia anhela que su hijo admire y tenga su afiche pegado en la pared de su cuarto. Steven Gerrard es un futbolista que te hace vivir en carne propia el fútbol del que hablan nuestros abuelos, ese donde se jugaba por amor a un solo equipo y no a las doscientas marcas patrocinadoras estampadas en la camiseta. Steven Gerrard es un hombre que al saltar a la cancha redime al fútbol. Steven Gerrard hace del fútbol el deporte más honorable del mundo. Steven Gerrard es todo corazón. Steven Gerrard es valiente. Steven Gerrard es un caballero. Steven Gerrard corre. Steven Gerrard grita. Steven Gerrard da indicaciones. Steven Gerrard es un entrenador dentro de la cancha. Steven Gerrard es un director de orquesta en pantaloncillos cortos. Steven Gerrard es un hincha más. Steven Gerrard te hace creer que lo puedes todo. Steven Gerrard llena estadios. Steven Gerrard es el corazón que bombea la sangre del Anfield. Steven Gerrard nunca camina solo.



Steven Gerrard parece recibir metralla por la espalda, como un valiente soldado de la Segunda Guerra Mundial que le salva el pellejo a sus compañeros.

Es el minuto 94. El Liverpool está perdiendo uno a cero. El árbitro que sabe de Gerrard todo lo que yo sé, y todos lo que ustedes saben, es decir, que Gerrard sólo pondría esa cara de dolor a menos de que un malvado defensor pelón lo golpeara con saña y rudeza dentro del área, pita la falta. Marca sin dudar el penalti.




Los 45,362 aficionados en el Anfield quedan perplejos, no saben si deben celebrar. Sus ojos, al igual que los millones de ojos que siguen el partido por la televisión percibimos lo mismo. No hubo falta. Así que esperamos a ver la repetición que no saque de nuestro error. Steven Gerrard no es un mariquita. Es un hombre. Sin embargo, todas las repeticiones muestran que no hubo falta. No existió el penalti.




Steven Gerrard toma el balón y lo pone en el manchón penal. Por un instante, por un brevísimo instante, el fútbol puede volver a ser lo que era. El tiempo se suspende y puedo verme finalmente reconciliándome con ese deporte que amé y me hizo tan feliz de niño. Steven Gerrard se ha dado cuenta de su error. Que millones de niños lo están mirando. Que no es bueno hacer trampa. Esquivar la derrota de una manera tan desleal. Por eso, Steven Gerrard hará lo que estoy pensando en este momento.





Ahora recuerdo por qué dejé de creer en el fútbol.





Steven Gerrard es el capitán que me ha roto el corazón.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Y sus piernas! ¡Qué piernas!

Anónimo dijo...

Te quedo !!P-o-c-a m-a-d-r-e¡¡