martes, 2 de diciembre de 2008

Reverte, el profeta



Dedicado a mis amiwis intelectuales que creen que Arturo Peréz-Reverte es un escritor sin talento.


Sí, seguimos con el copy-paste. Aunque en realidad, el artículo de Simon Pegg, The dead and the quick, fue más que un copy-paste. En fin, en el número 1101 de XL Semanal, o sea, en el número del domingo pasado, los editores de esta revista española calificaron a Arturo Pérez-Reverte como un profeta, y tienen la razón.

Por favor, se los ruego, lean este artículo publicado en El Semanal No. 577 (15 de noviembre de 1998).





Los amos del mundo


Usted no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del ordenador, su futuro y el de sus hijos. Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro. Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo. Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.


No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro. Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia. Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, y meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados. Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.


Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad. Y entonces todo el tinglado se va a tomar por saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, oh prodigio, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no. Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recae directamente sobre las espaldas de todos nosotros. Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia, con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros y a veces con su puesto de trabajo Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.


Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena. Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.


Arturo Pérez-Reverte



¿Apoco no tenía razón el bueno de don Arturo?

5 comentarios:

Lus dijo...

Lo del copy-paste es por mi!!!, ya simi... quiereme!

Rodrigo Solís dijo...

Lus: no, yo no te quiero. A ti te amo. Para que veas que fuerte es mi simi amor.

Anónimo dijo...

Antes que nada, gracias por la nota.

No lo sé,creo que más que profeta el tipo tiene simplemente sentido común, que es lo que usualmente se nesecita para ver que el sistema es incapaz de controlar las fuerzas que desata.
Hace casi 20 agnos que tiene via libre y me parece que las cosas no van muy bien que digamos.
No creo que sea casualidad que alguien que opina esto sea el autor de La Reina del Sur, donde exploraría el lado oscuro del sistema, donde no se siguen las reglas, pero,eso si, el fin es el mismo: el billelle.
desde cualquiera de las dos perspectivas, la del cuello blanco o la del agandalle, el exito, poder, respeto, estatutus, lo que sea, es respaldado por el capital en cualquiera de sus formas.
en mi macuarra opinión, es esto lo que otorga sentido lo mismo a la hummer que al bmw, al titulo en Harvard que a la Cuerno de Chivo, el alto puesto ejecutivo que a los padrinazgos, a las decisiones difíciles para mantener la competitivad (despidos, rescates, etc.) que a las ejecuciones y balaceras...

el karate pig

Yorch dijo...

Visionario...

Pérez o Peréz???

Rodrigo Solís dijo...

Karate Pig: si tienes sentido común al instante te conviertes en profeta.

Yorch: Pérez-Reverte.