martes, 18 de septiembre de 2007

El maestro del terror

“NO HAY QUE TENER MIEDO DE LOS MUERTOS, SINO DE LOS VIVOS.”

Mi hermano mayor debió ser escritor. O productor de cine o guionista de series televisivas, o algo relacionado con el mundo del entretenimiento. Sin embargo decidió, mitad por voluntad propia y mitad por un derrame cerebral que mandó al otro barrio a papá, hacerse cargo del negocio familiar, para años más tarde entregarle un anillo de compromiso a su novia y pasar a formar parte de su muy bonita y no menos disfuncional familia. Viéndolo así, un hombre de treinta años que todas las mañanas se monta en una camioneta verde botella para ir a trabajar a su taller mecánico, ante la mirada de cualquiera pasaría por otro aburrido ciudadano laborioso sin nada que ofrecerle más que la oportunidad de poner a prueba su memoria recordando el número de teléfono que vio impreso en la parte trasera de la camioneta verde botella mientras esperaba que el semáforo cambiara de rojo a verde, ahora que, minutos más tarde y para su mala fortuna, su vehículo se ha descompuesto y necesita con desesperación un taller mecánico rápido, eficiente y a un precio irrisorio; y aquí, en vez de haber un punto y coma, hubiera aparecido un punto y final para dar por terminado el escrito de esta semana si la personalidad e imaginación de mi hermano mayor fueran en realidad las del dueño de taller mecánico, o si el arriba firmante fuera uno de esos famosos cerdos capitalistas de los que tanto hablan sus amigos, que abusa de sus files lectores y aprovecha este espacio para hacer publicidad escribiendo el celular y dirección del negocio de su querido hermano.
“Eres un marica”, me dice mi hermano amparado en sus entrenados nervios de acero mientras observa de reojo como oculto el rostro entre mis temblorosas manos para no presenciar cómo un muerto viviente, o Jason, o un muñeco de ventrílocuo poseso por Satanás descuartiza a otra tetona de curvas peligrosas y apetecibles. En resumidas cuentas, esa es la historia de mis visitas a Mérida: pasar largas horas frente a un televisor de cien mil pulgadas presenciando maratones televisivos al borde de la epilepsia y/o del infarto. Porque “Coco” (apodo que le endilgaron desde niño y ahora más que nunca le va como anillo al dedo, pues de colocarse una bolsa de papel estraza en la cabeza mataría de un infarto por igual a niños y adultos del vecindario) es un fanático de la televisión. Al menos así lo prueban las paredes de su sala que están tapizadas de DVDs con todas las temporadas de las series televisivas imaginadas, de la A a la Z: Arrested Development, Band of Brothers, Carnivale, Charmed, Desperate Housewives, Extras, Friends, Gantz, House M.D., Invasión Extraterrestre, Joan of Arcadia, King of Queens, Los Simpsons, Married with children, Nip/Tuck, The O.C., Prison Break, 30 Rock, Seinfeld, That 70’s Show, Ugly Betty, Veronica Mars, The Wonder Years, X-Files, Yes Dear; al igual que un incontable número de películas. Sin embargo, su colección más preciada es la de películas de terror, “su pequeño tesoro”, que resguarda en decenas de carpetas y observa con ojos igualitos a los de Gollum cuando miraba con oscuro deseo el anillo en el dedo chato de Frodo.
Su casa es el cine de terror más genial de la ciudad, al cual he cogido cariño, muy a pesar de que sólo asista para pegar de gritos que superan por mucho en sonoridad y terror a los de las victimas devoradas por criaturas demoníacas. Y si al principio de este escrito mencioné que mi hermano debió dedicarse al mundo del entretenimiento es porque su imaginación es infinitamente superior a la de cualquier escritor de espectáculos: “¿Te imaginas que los monstruos existieran en la vida real?”, me dice evadiendo la pregunta que le hice acerca de qué opinaba sobre la aprobación de los diputados al aumento del precio de la gasolina. “Pues que las mejores noticias estarían en la sección de Terror”, agrega al ver la cara de incredulidad que puse, y enseguida suelta una retahíla de encabezados de noticias de primera plana en la sección que acaba de inventarse:
“Banda de Hombres Lobo aterrorizan la colonia Prado Norte”.
“Decenas de atractivos adolescentes mueren mientras dormían: Freddy Krueger principal sospechoso”.
“Festín de cerebros en el zócalo capitalino el día del grito de independencia por ataque de zombis: el Presidente Calderón sigue ejerciendo su cargo a pesar de ser una de las victimas”.
“Matel retira del mercado muñecos defectuosos: llevaban incluida el alma de asesinos seriales”.
Fidel Velásquez, líder del PMV (Partido de Muertos Vivientes) exige ante tribunales tomar nuevamente las riendas del CTM (Confederación de Trabajadores de México)”.
“El pueblo exige al gobierno viviendas dignas: dos de cada tres casas del INFONAVIT vienen con al menos un alma en pena”.
“México líder en deforestación, tala de árboles y exportador de estacas a nivel mundial.”
No me cabe la menor duda que mi hermano cuenta con una de las mentes más imaginativas de este mundo, y que el escritor de la familia debió ser él y no yo, sin embargo creo que el mundo real todavía se mantiene como el lugar más terrorífico de todos, pues ni el monstruo más espeluznante de John Carpenter le gana en fealdad a Elba Esther Gordillo y ninguna película de Alfred Hitchcock o Sam Raimi nos paralizaría tanto el corazón como las leyes que aprueban todos los días nuestros brillantísimos políticos.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Un ataque de Tourette el día de la Independencia



Invitación
(La patria entre mierda)

de Sergio Witz



Yo
me seco el orín en la bandera
de mi país,
ese trapo
sobre el que se acuestan
los perros
y que nada representa,
salvo tres colores
y un águila
que me producen
un vómito nacionalista
o tal vez un verso
lopezvelardiano
de cuya influencia estoy lejos,
yo, natural de esta tierra,
me limpio el culo
con la bandera
y los invito a hacer lo mismo:
verán a la patria
entre la mierda
de un poeta.



¿Se acuerdan?

Tequila: cruda moral



No sé a qué se habrá debido pero anoche, a mitad de la fiesta en conmemoración de la Independencia de México y del nacimiento de su novia (mi hermana, nacida exactamente 177 años y un día después de que Hidalgo diera el grito más famoso en la historia de nuestro país) a la que mi cuñado muy gentilmente me invitó, hubo algo en el ambiente que me hizo recordar aquella serie de imágenes de la fotógrafa mexicana Daniela Rossell, Ricas y Famosas. Creo que cualquiera que pueda leer esto sentado cómodamente en su habitación, al tiempo que escucha música o busca pornografía en otra ventana, mientras se recupera de los excesos de la noche anterior (alcohol) y la tarde de hoy (comida) y sufre por tener que ir mañana de vuelta a la universidad o a un trabajo que en definitiva no consistirá en picar piedras y cargar sacos de cemento bajo el sol inclemente, podrá apreciar lo perverso que es celebrar el fin de la opresión en nuestro país.




En las altas esferas de la sociedad, las viejas ridículas gozan de un fuero concedido por sus poderosos maridos que las hace invulnerables...



... a casi cualquier cosa.

viernes, 14 de septiembre de 2007

Para que se derritan los padrecitos





http://youtu.be/tk32hgYjdvI


En el espíritu del mes patrio, hoy les presentamos este horror muy mexicano: Raulito, el Jimmy español. Miren nada más cómo sangolotea sus caderas; ni Shakira las mueve tan peligrosamente. Si alguien pensaba que Alejandro Fernández (otro de tantos viejos ridículos que se me escaparon en el artículo dedicado a ellos, pero que próximamente serán llevados al patíbulo) era el charro más "macho" que ha existido, piénsenlo de nuevo: Raulito es apenas un pequeñín, y todavía tiene mucho tiempo para hacerle competencia.

¿Qué siniestro motivo habrá orillado a Joaquín Sabina a aparecer en el video de este diminuto y singular personaje?

jueves, 13 de septiembre de 2007

Muxas grax, xavos y xavas



Deseo expresar mi más sincero agradecimiento a mis diez fieles lectores por haber entrado 1,000 veces cada uno a este humilde blog. Espero que a quienes divierte les divierta mucho y a quienes molesta les moleste todavía más. Gracias.

Entierro 100% Tropical



Siempre he pensado que si algo tienen en común todos los entierros a los que he asistido, es que son muy deprimentes, y ahora me doy cuenta del porqué: ¡nunca he asistido a un entierro ambientado por Benny el Capitán y sus Teclados! Este alegre tecladista nos ofrece poner fin a esos sepelios desangelados, donde el ambiente es apenas un 60% ó 70% tropical y los invitados no pueden esperar a que los rezos terminen para poder irse a casa. En cuanto escuchen la Marcha Fúnebre al ritmo de Sopa de Caracol, querrán ponerse a hacer la conga alrededor del féretro y ser los últimos en dejar la fiesta.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

Tinaco de monerías al acecho



lOkA, pOsiTiVa, aKiBa-kEi, eX-tAeKwOnDoIn, cuasi-HISTORIADORA, sInGeR, fOtOgRafA, cAtoLiK, InTeRnAuTa aFeRrAdA, fIeStErA, eN uNa pAlAbRa: uNiK!! Me fascina: LEER, ESCRIBIR, CANTAR, VIAJAR, HISTORIAR, CHATEAR (MESSEGER), BAILAR.. solo Clikea en SI!!


Si pensabas que las únicas capaces de escribir semejante sarta de barbaridades eran las chicas que lucen como Paris Hilton, ¡sorpresa! Las gorditas también tienen su lado irreverente, reventado y sexy. Lo sé, es difícil creer que un ser humano que tiene tantas faltas ortográficas en cuatro líneas encierre –como una esfera- tantas virtudes y realice tantas actividades, sobre todo eso de ser ex-taekwondoin, lo cual, sobra decirlo, se nota. Algunas de las cualidades que olvidó mencionar: su resistencia al frío y a la hambruna.

Chicos, no sean tímidos y atrévanse a conocer a la mujer con la que siempre soñaron, la que historea y chatea por el messeger. Y cuando la conozcan, pregúntenle qué rayos significa eso de ser aKiBa-kEi (disculpen mi ignorancia, estoy un poco fuera de onda).



martes, 11 de septiembre de 2007

Maravilla Campechana #14: Las Torres Siamesas


Dedicado a Atenea, para que vea que sí leo los comentarios.


¡Y hubo quienes rieron cuando hablé acerca de las muchas semejazas que existen entre Campeche y Nueva York! Para que vean que estas no terminan en que ambos puertos cuentan con Estatuas de la Libertad que invitan a todo género de elementos perniciosos de las sociedades aledañas a instalarse en ellos (¿leyeron el periódico de ayer? ¿Los polleros? ¿Las brasileñas? ¡Aquí, en Campeche!), el día de hoy les presentamos, en un verdadero alarde de mal gusto, este portento de la arquitectura campechana: las Torres Siamesas. Unidas por la cadera, las estructuras bien pudieran pasar por las primas acondroplásicas y obesas de las difuntas Torres Gemelas neoyorkinas; son los dedos chatos y regordetes con los que Campeche intenta vanamente tocar el cielo.

DATO CURIOSO, 100% CIERTO: El día de los atentados terroristas al World Trade Center, hubo gente que en verdad temió por la seguridad de quienes trabajaban en las Torres Siamesas, vinculando (como siempre) a la plataforma petrolera de Ciudad del Carmen con una supuesta amenaza de Al Qaeda a Campeche. Hasta el momento, sin embargo, lo único que se ha aporreado contra las torres son los pájaros y una que otra piedra, con efectos a veces dramáticos, pero nunca fatales (salvo en el caso de uno que otro pájaro).

Salto de fe

"The Falling Man"
Richard Drew

Esta imagen fue tomada el 11 de Septiembre de 2001 a las 9:41:15 a.m. Los periódicos que osaron imprimirla fueron sepultados en mensajes que protestaban la supuesta naturaleza explotadora y voyeurista de la fotografía, por lo que esta fue discretamente reemplazada por otras de policías, bomberos, rescatistas y banderas; en fin, cualquier cosa que pudiera darle a la nación algo de esperanza o, en otras palabras, le sobara un poco los huevos luego de haber recibido en ellos tan monumental puntapié. Ese día murieron 2,974 personas (en los ataques, no en el mundo entero, por supuesto... digo, en ese sentido Estados Unidos jamás podrá hacerle competencia a Zimbabwe, por ejemplo, donde la expectativa de vida es de 34 años para las mujeres y 37 para los hombres) y fueron desfloradas 1,368 vírgenes en el paraíso, 72 por cada uno de los 19 terroristas que secuestraron los aviones implicados en el ataque. Por supuesto, creo que los mártires del jihad son unos ingenuos por pensar que en el más allá habría seis docenas de señoritas (nada de viejas sucias, como las de los occidentales) esperándolos, pero soy la minoría: entre 900 millones y 1.3 billones de personas lo creen, y no sólo eso, sino que su religión es la de mayor crecimiento en el mundo actual.


¿Estás de acuerdo en que esas personas vivían una fantasía? Bueno, ¿te parece más sensato creer que a ciertos hombres (siempre hombres, pues al parecer las mujeres son demasiado inútiles para estos menesteres) le bastan unas cuantas palabras mágicas y aspavientos para convertir una oblea y vino barato en la carne y sangre del hijo del creador del universo? No estamos hablando de lo potencialmente peligrosa que sea una u otra creencia, sino del grado de ingenuidad que nos exigen ambas. En ese sentido, ¿qué te hace pensar que una es diferente a la otra?


"Después de todo, vivimos en una época en la que volar en pedazos a niños es una forma cada vez más popular de adoración, el hombre más poderoso del mundo cree que tiene una línea directa hacia Dios, y gran parte del electorado que le dio a este hombre su poder nunca consideraría reemplazarlo por alguien que no crea que el hijo de un carpintero que murió hace 2,000 años está sentado en el cielo aconsejando a presidentes, arreglando partidos de fútbol, y esperando el día en que regresará a la Tierra para asesinar brutalmente a todos los no creyentes y erigir una dictadura mundial."
De Those fanatical atheists, de Dan Gardner para The Ottawa Citizen.

Carta al mejor escritor del mundo


“LA EMBRIAGUEZ DAÑA LA SALUD, DESORGANIZA LA MENTE Y CASTRA A LOS HOMBRES. REVELA SECRETOS, ES PENDENCIERA, LASCIVA, DESVERGONZADA, PELIGROSA Y ENLOQUECEDORA.”
- William Penn

Caramba, Pepito, qué te puedo decir. Tan formal que te veías en la mañana, con tus jeans y tu camiseta azul cielo bien planchada. Regio. Súper guapote. Tenías un aire a Juan Camilo Mouriño. Te presentaste solo. Me extendiste la mano firme y segura tal como la ofrece un candidato a la prole en campaña electoral. “Soy Pepe”, me dijiste. “Ah, que tal. Rodrigo”, respondí un poco intimidado por la mirada penetrante que me clavaste. Te digo, tenías el aire y la pinta de buen tipo, de esos que exageran sus maneras y formas para demostrar a los demás que se sienten seguros de sí mismos. “Finalmente nos conocemos”, agregaste sin dejar de mirarme a los ojos. “Sí, finalmente”, atiné a responder con timidez. Y es que así de inverosímil es la vida, Pepito; vivimos en una aldea donde todos nos conocemos aunque sea de vista y nosotros nos venimos a topar cara a cara en la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, en el Primer Encuentro de Jóvenes Escritores del Sureste Mexicano, en el que, para serte sincero, me sorprendió verte. No me malinterpretes, no es que me molestara tu presencia en el evento, lo que pasa es que te hacía en encuentros internacionales organizados por Alfaguara o Planeta, además de que si nos ponemos un poquitín quisquillosos, de joven lo único que tienes es la camisita planchada, pero no hay que darle importancia a tales nimiedades, tú eres grande, Pepito, y mereces invitarte a cualquier evento donde no figure tu nombre en el programa.
Estaba nervioso, lo admito. Eso de los encuentros de escritores me sienta fatal. Siento que todos me escudriñan con la mirada. Como si me encontrara en las mutualistas que organizan las amigas de mi mamá donde cada que te levantas por el café o para ir al baño te despedazan a tus espaldas con mordaces y viperinos chismes. Tenía miedo, Pepito, mucho miedo. Quería ser tú. Tan seguro. Envidiaba tu trayectoria. Tus aires de gran escritor. Tu andar. Tu mandíbula protuberante. Tu forma de plantarte y sacar el pecho, gallardo como el Presidente Calderón cuando saluda al lábaro patrio. Tu forma tan osada pero a la vez sutil de enumerar todos los libros y los autores que te has leído, tantos que, tras sacar cuentas mentales, debo confesarte no me explico cómo te sobra tiempo para planchar tan lindamente tus camisetas azules. Pero sobre todo envidiaba tu retórica, esa forma de enumerar todos los atributos que te hacen único como escritor y que indudablemente te llevarán a inscribir tu nombre con letras doradas en las páginas de la Historia de la Literatura.
Inaugurado el evento, al llegar al hotel los organizadores nos agasajaron como todo escritor desea ser agasajado: con raudales de cerveza, vino y Comiteco, poderosísima bebida alcohólica local que algunos invitados rebajaron con cerveza para no vomitarse al probarla. Bebimos. Todos bebimos, unos más que otros, Pepito, ¿recuerdas? En lo personal, el momento más emotivo del encuentro me pareció esa misma noche, cuando te sentaste a un lado mío y no te me despegaste. ¡Qué honor! Estabas inspirado. No cabe duda que las musas se posaron sobre cada una de las incontables botellas de cerveza que ingeriste y sobre los cigarros que te fumaste en la clandestinidad, que te hicieron retornar a la mesa con renovados bríos y los ojos inyectados de sangre. No paraste de deslumbrarnos cuan larga fue la velada. Pum, pam. Disparabas frases, comentarios, citas, autores, reflexiones. Filosofía pura. Eras un monstruo. Imparable. Tan grande eras que te transformaste en juez y parte de la literatura, sobre todo cuando decidiste dar tu opinión sobre la vida y obra del genial escritor campechano Eduardo Huchín. “Una lástima que no esté Eduardo aquí”, dijiste. “Sí, ¿verdad? Es buenísimo”, apunté, orgulloso de mi amigo. “¡Qué va!”, refunfuñaste, y acto seguido, soltaste una retahíla de lindezas sobre Eduardo. “Debe reconocer sus orígenes, debe reconocerlos...”, repetías una y otra vez como si fueras un disco rayado. A decir verdad, nadie entendía a qué rayos te referías con eso de los orígenes, pero todos hicimos como que te entendíamos de maravilla. Sin embargo, para que nos quedara bien claro tu punto, arremetiste diciendo que Eduardo no merecía ninguna beca porque era un escritor mediocre, además de un desgraciado. Te veías furioso. Intenté calmarte, pero mis intentos fueron inútiles y una vena palpitante surcó tu cráneo enrojecido al tiempo que me decías que yo era un sirviente de Eduardo, que debería ponerle velas a su estatua y adorarlo. “No es para tanto, Pepito”, dije intentando calmarte, pero todo esfuerzo estaba de más. La suerte estaba echada. Tu cólera era como una pequeña bola de nieva que va incrementando su fuerza y tamaño conforme avanza por la pendiente de una montaña. Nos confesaste que tenías conversaciones grabadas donde Eduardo te difamaba una y otra vez, y para rematar me miraste con una mirada grave y tenebrosa y, después de una pausa interminable, me dijiste: “Tengo también intervenido tu celular”. Caramba, Pepito. Ahí sí que me asustaste. “¿Cómo podías tener intervenido mi celular? ¿Acaso trabajas para el gobierno?”, pensé, y antes de que pudiera preguntártelo, respondiste: “No me conoces, soy burócrata”, sin apartar tu virulenta mirada de mi rostro. De ahí que, sin que nadie te lo preguntara y sólo para que quedara claro que eres una persona de completo éxito, nos dijiste que ganabas más de veinte mil pesos al mes asesorando al PAN y al PRI, y que no tenías ninguna necesidad de ir a mendigar becas a la capital como el pobre diablo de Eduardo, quien es el vivo retrato del pueblerino que añora salir de su aldea. “Pero si Eduardo no se cansa de escribir sobre Campeche”, te dije. Y no debí decirlo porque al instante me relataste toda la historia de la beca Fundación de Letras Mexicanas que había solicitado Eduardo, donde detallabas con pelos y señales que Octavio Paz le había dado el culo al entonces Presidente de México Ernesto Zedillo, para así poder abrir esa fundación de burgueses de la gran mierda (historia que, para serte franco, no me parece del todo verosímil; uno pensaría que el Presidente de México tiene acceso a carnes más apetitosas que las de un anciano de ochenta años, pero si lo dices tú, que estás tan metido en el medio político, probablemente sea cierto); en fin, detalles que todos ignorábamos y te agradecemos al alma habernos revelado, tú, que lo sabes todo. Tanto sabes que no tuviste reparo en contarnos de todas las becas que te han otorgado, para luego decirme que yo no tenía nada que hacer en el encuentro de jóvenes escritores, pues no soy más que un vil periodista. “Pepito, favor que me haces, te juro que yo no soy periodista”, te dije. “Exacto, no eres nadie, yo sí que soy periodista”, dijiste, y te soltaste con otra interesantísima letanía donde prometiste darme consejos en la materia. Después, en otro arrebato de lucidez, te me quedaste mirando con esa mirada de gran intelectual que esconde perfecto los estragos del alcohol y otras substancias, para decir que te encargarías de que ningún medio de comunicación me publicara jamás. “Es más, ni tengo que hacer nada porque nadie te publica, nadie”, agregaste con una mueca burlona y orgullosa. Caramba, Pepito, ahí si que me dejaste helado. Yo que todo este tiempo había pensado que eras mi amigo. Tú, que sin conocernos te descosías en halagos en los correos electrónicos que me enviabas cada semana, e incluso me invitaste a la presentación de tu Best-Seller en una cafetería de la ciudad, a la que no pude asistir porque ya me conoces, la novela de las ocho no me la pierdo por nada de este mundo. En fin, pero de eso ya no te acordabas, y no te culpo. A los genios no hay que recordarles el pasado, además de que el nuevo blanco de tu ira ya no era yo, lo cual confieso me entristeció sobremanera. “Mira Marco, yo me voy a encargar que Seix Barral jamás te publique”, le dijiste al pobre Tryno, que ni vela tenía en el entierro. “Ya me oíste, Marco”, sentenciaste. Y Tryno, no porque la editorial Planeta haya publicado su novela “Viena Roja”, misma que puedes encontrar en todos los Sanborn’s del país, iba a contradecirte, e incluso reconoció que eres el escritor más aventajado de Hispanoamérica, por no decir que del mundo, y sólo por eso permitió que lo llamaras Marco durante toda la noche, al igual que de buen modo recibió cada una de tus amenazas, pues él sabe que así es el medio, hay que aceptar las criticas constructivas de los escritores de verdad. Te admiro, no sabes cuanto. Qué coraje el tuyo para sacar todo lo que sientes. Lo mejor fue cuando la mayoría de los invitados nos fuimos a dormir, y Tryno, el muy cabrón, le puso seguro a su habitación, o mejor dicho, a la habitación que para su buena fortuna le tocó compartir contigo. Sí, Pepito, el crimen confesado está: en la madrugada no pudiste abrir la puerta de tu habitación porque Marco, perdón, Tryno, le metió llave a la puerta porque tenía la loca y disparatada idea de que entrarías a sorrajarle la cabeza de un botellazo mientras dormía. ¿No es una locura? Es mi culpa, Pepito, más que justificado estás cuando en tu desesperación por no dormir en el piso como un perro partiste una botella por la mitad y, empuñándola, amenazaste con abrirle la garganta al insolente chico de la recepción que se negaba a darte por las buenas el duplicado de la llave. Entraste a la habitación y como era de esperarse, encendiste las luces y te pusiste a fumar como un chacuaco. Tryno, que es un gran admirador tuyo, te dejó el cuarto para que durmieras a tus anchas; no vayas a creer que se fue porque temía por su vida. Fue por ello que mi paisano Pech, que iba en representación del Estado de Oaxaca, fue gustoso a hacerte compañía; lástima que lo hayas ignorado por completo y optado por encerrarte en el baño, donde pasaste en vela la madrugada gimoteando sin parar. Sí, Pepito, no tienes nada de que avergonzarte: sollozaste como la gran actriz que eres. “¡Mis amigos! ¿Dónde están mis amigos?”, te lamentabas, ahogado en un amargo mar de lágrimas. El sol despuntó por el cristal que rompiste en medio de tus llantos y con él recogiste tus cosas y te marchaste. Una lástima que te fueras, Pepito. Todos éramos amigos. Nos privaste de tu grata presencia el resto de la semana, pero no te voy a reprochar nada, que aunque quisiera no podría, porque cuando llegó nuevamente la noche todo nos quedó claro. No sabes cuánta emoción sentimos cada uno de los invitados al evento cuando llegó tu mensaje al celular de los organizadores, donde anunciabas que te acababan de informar que el 12 de Septiembre te entregarían el Premio Internacional Quetzaltenango de Guatemala. Uy, Pepito, hubieras visto la conmoción. Las fanfarrias que te echamos. Ahora mismo me tiemblan las manos y se me escurren las lágrimas por las mejillas de sólo recordarlo. Yo lo sabía. Todos los sabíamos: eres grande. Por eso es que te he escrito esta brevísima pero sincera carta. Para felicitarte, Pepito; para hacer de tu conocimiento que te admiro y que algún día quisiera ser como tú, aunque sé que me falta muchísimo y que al final no llegaré a ser ni la milésima parte de lo que eres.


LA SAGA CONTINÚA: Las aventuras de este desagradable borracho también están siendo relatadas en el blog de Wilberth. Léelo, vale la pena.

El suceso también es comentado por Joaquín Peón en su artículo La congregación del ego, en Ignorante Ilustrado, de Alejandro Aldana:
1) Nunca será buena idea juntar a más de cinco escritores en un espacio reducido. Los egos no caben. Se salen por las ventanas, rompen los cristales. Hubo varias pruebas a lo largo del viaje, pero no vale la pena ahondar en ello. Aunque sí mencionar el caso de cierto poeta perdido en su prepotencia, que nos dio de qué hablar durante toda la semana. Me abstendré de dar nombres porque me interesa denunciar el crimen, no al criminal. El fulano destrozó el primer día, en un sólo berrinche, ventanas y botellas. Al día siguiente no tuvo la humildad para pedir perdón. Por el contrario, amenazó con no volver a ningún encuentro. ¿Qué haremos sin él, sin el más grande de los egos, sin su coqueteo de putilla, sin su poesía insípida?
Como verán, nuestro amigo p no está equivocado al decir lo siguiente en los comentarios:
(Pepe Landa) ...al parecer fue la Britney Spears del encuentro de escritores: aunque nada más fue a hacer el ridículo, todos terminaron hablando de él. Es el hombre espectáculo del momento.

domingo, 9 de septiembre de 2007

La seducción de José

Sin duda, Des-Vela2 (o "Desvelados") es al mismo tiempo uno de los mejores y uno de los peores programas que actualmente podemos disfrutar en Campeche. Es una mezcla explosiva entre un informercial de artículos de plomería y una pelicula porno softcore bisexual de bajo (bajísimo) presupuesto. Momentos inolvidables, como el desfile de modas organizado por La Casita del Amor, en el que mujeres de cierta edad y cierta talla (traducción: viejas y gordas) modelaron lencería, eso sí, usando antifaces para evitar a sus familias la vergüenza de ser vistas en la tele usando pantaletas comestibles; o la competencia de fisicoculturismo en la que participaron el hombre más gordo del mundo y el hombre más flaco del mundo, son poco frecuentes, pero cuando Roger Aragón se propone entretenernos, vaya que lo consigue.

viernes, 7 de septiembre de 2007

Unas palabras acerca de la propaganda religiosa

¡Milagro!

"Los apologistas religiosos intentan jugar a dos bandas. Cuando hablan con intelectuales, se mantienen cuidadosamente fuera del césped de la ciencia, a salvo en el interior del aislado e invulnerable magisterio religioso. Pero cuando le hablan a una amplia audiencia no intelectual, hacen un uso desenfrenado de historias milagrosas –las cuales son intrusiones descaradas en el terreno de la ciencia.

La inmaculada concepción, la resurrección, la resurrección de Lázaro, incluso los milagros del antiguo testamento; todos se utilizan libremente en la propaganda religiosa, y son muy efectivos ante una audiencia de gente ingenua o de niños. Cada uno de estos milagros supone una violación del funcionamiento normal del mundo natural. Los teólogos deberían realizar una elección. Pueden reclamar su propio magisterio, separado del de la ciencia pero merecedor de respeto. Pero, en ese caso, deben renunciar a los milagros. O pueden quedarse con sus Lourdes y sus milagros y disfrutar de su enorme potencial reclutador entre los incultos. Pero entonces deben despedirse de su magisterio separado y su noble aspiración de converger con la ciencia."

Richard Dawkins, en su artículo Aceite de
serpiente y agua bendita
, 1999



jueves, 6 de septiembre de 2007

La sabia decisión de Andy

Desde que Andy Roddick tomó la decisión más inteligente de su vida, despedir a Brad Gilbert como su entrenador y contratar a su hermano para ocupar tan insignificante puesto, ya no tiene inconvenientes con las líneas aéreas cuando regresa a casa.

Roger Federer también ha contribuido con su granito de arena.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Un diafragma para los ojos infantiles

"¡Dios! ¡Nunca podré tocar a ese niño de forma inapropiada!"

No importa que se trate de un producto o una ideología, las sutiles técnicas empleadas por el marketing tercermundista garantizan a quien las aplica el éxito a la hora de vender, y cuando de ventas se trata, nadie le gana a la Iglesia Católica. El día de hoy les presentamos este hermoso cuadro que decora la entrada de la capilla de la escuela Miguel Hidalgo, conocida por ser la incubadora de las futuras bellezas que algún día iluminarán el firmamento social campechano. Francamente, no puedo imaginarme una escena más hermosa, más saludable, más apropiada, para ser observada por una niña durante sus años formativos. La obra parece preguntar a quien la observe "¿Tú también vas a ser una suripanta que se embaraza fuera del matrimonio y tiene que abandonar a su bebé, para que este termine siendo devorado por los cochinos?".

...y entonces me responden: "Es que eres un ignorante que no conoce la historia del Padre Yermo. El amaba a los niños y aborrecía a los cerdos, y él..." Nada. Padre Yermo mis huevos. La Iglesia predica cosas diferentes en el mundo desarrollado y el tercer mundo. Saben que a un público culto no le pueden hablar en términos de vírgenes milagreras, así que reservan los argumentos infantiles y simplones para nosotros, que hemos aprendido muy poco desde que el hombre blanco nos conquistó hace más de 500 años. Llamemos a las cosas por su nombre: este cuadro es un método anticonceptivo, y su función es penetrar el subconsciente de las niñas para, paradójicamente, evitar que... bueno, creo que su objetivo es bastante obvio.


"¡Niñita, este pudo haber sido tu bebé! ¡Oink, oink!"

Sin duda un bonito y efectivo represor para que las estudiantes se la piensen dos veces antes de cometer algún pecadillo carnal, no vaya a ser que los cerdos del infierno se les aparezcan y las devoren vivas. No en balde dicen que varias ex-alumnas permanecen vírgenes aún después del matrimonio y que con frecuencia despiertan a la mitad de la noche gritando: "¡No me toques cochino, no!"

martes, 4 de septiembre de 2007

Maravilla Campechana #13: Monumento a "Justo Sierra"



En estos tiempos de corrección política fuera de control, incluso las autoridades tienen que guardar algo de recato a la hora de erigir los monumentos que decorarán el paisaje urbano y enseñarán a la población cuáles son los estándares a los que deberán aspirar si desean ser dignos del respeto y la admiración de sus coterráneos. Es por ello que, previendo una ola de protestas del gobierno federal, los señores feudales de Campeche optaron por fingir que este monumento está dedicado a Don Justo Sierra Méndez, conocido también como el "Maestro de América". No obstante, no hay que ser un genio para darse cuenta de que la última persona a la que se rendiría homenaje a nuestro Estado sería un maestro (para muestra, los invito a leer algunas de las entradas de El cementerio del pudor). La realidad, oculta para el visitante ocasional pero evidente para los campechanos de verdad, es que este monumento está dedicado ni más ni menos que a Vladimir Ilych Ulianov, mejor conocido en el medio artístico como Lenin. ¿Les parece extraño? No lo es, en absoluto: basta recordar que, entre otras cosas, exigió la prohibición del multipartidismo e insistió en el principio de que un sólo partido controlara el poder*. ¿Les suena familiar esta ideología? En Campeche amamos nuestras tradiciones, y vivir bajo una pseudo-dictadura es una de las más importantes.


DATO CURIOSO: Si tocas al revés la canción "Cuando Me Vaya de Tu Lado", del disco La Rebelde, de Ninel Conde, escucharás a la artista leer "La economía y la política en la era de la dictadura del proletariado". ¡Se los juro por "Dios"!