Ocurrió lo que honestamente nunca pensé
que ocurriría. Mi primera novela agotó el tiraje de su primera edición en pocas
semanas. Tampoco es que se hubieran impreso muchas, sin embargo, lo que me
sorprende es que más de un centenar de persona (la mayoría ni siquiera
los conozco) hayan desembolsado una fuerte cantidad de dinero (22 euros) por la
opera prima de un ilustre desconocido. Pero lo aún más sorprendente, es que
cada dos o tres días, personas que en mi vida he visto me escriban mails
diciéndome que quieren comprar Mala
Racha.
Como por ejemplo, este mensaje privado que
me enviaron el día de ayer al Facebook (espero no se enoje el bondadoso lector
si le causo algún problema).
La última vez que contuve el llanto en la
oficina fue cuando me despidieron y lo único en lo que podía pensar
era en la cara que pondría Fiera cuando me preguntara cómo estuvo mi día en la
oficina y mi respuesta fuera un interminable silencio.
Ahora mismo contengo las lágrima, mitad por
alegría y mitad por impotencia. Desde que me rompí los ligamentos de la rodilla mi mala racha
se ha prolongado hasta hoy día en una serie de eventos desafortunados que
espero pueda relatar en algún momento y que me tienen sumergido hasta el cuello
en deudas. Algunos van a decir que soy un pobre diablo o un exagerado, pero
estoy convencido que Mala Racha está
destinada a convertirse en una novela de culto, o quizá (o mejor dicho) en una
novela inconseguible.
1 comentario:
Sin palabras!
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