Tropa de élite

Si viste Ciudad de Dios, tienes que ver Tropa de élite. Y si no has visto Ciudad de Dios (“Es un deber cívico ver Ciudad de Dios”, LIBERATION), qué esperas, por amor de Dios, levántate y ve a rentarla. Brasil nos demuestra que no solo son buenos jugando al fútbol, bailando samba semidesnudos en las playas o exportando telenovelas eróticas, sino que también hacen buen cine. Muy bueno.

No hay nada más gratificante que sentarte a ver una película de la que tienes escasas referencias y de la cual no esperas absolutamente nada más que matar dos horas del día, y de repente, a los dos minutos de que han aparecido ante tus ojos los créditos iniciales, descubrir que tienes la boca abierta y los músculos tensos de la emoción, como cuando descubres en la disco que tu amiga de la preparatoria, la flacucha insípida, en realidad es un mujerón de curvas peligrosas.

Tropa de élite narra la historia del capitán Nascimento, un oficial honesto que pertenece al grupo policiaco llamado BOPE (Batalhão de Operações Policiais, o Batallón de Operaciones Policiacas Especiales). Esta tropa es la más selecta que existe en Brasil y solo acepta a los mejores hombres, porque incluso hasta la misma policía necesita que alguien les salve el pellejo cuando el crimen está fuera de control.

“Nosotros no somos azules, somos negros, y nuestro símbolo es una calavera, cuando nos ven llegar, todos tiemblan”, dice el capitán Nascimento, y conforme se desarrolla la trama uno entiende esas palabras, sobre todo eso de que TODOS tiemblan.

La historia se desarrolla principalmente en las favelas (barrios bajos, pobres e inmundos de Brasil) donde la policía corrupta trafica y se hace de la vista gorda para que el crimen organizado desde allí pueda distribuir la droga a todo el país, incluidos los barrios de abolengo y las universidades privadas.

El capitán Nascimento entra en una crisis nerviosa porque su esposa está a punto de dar a luz y teme por la seguridad de su familia, así que debe apresurarse a buscar su reemplazo, alguien digno de llenar sus botas para que cuando se retire, tanto policías como criminales se la pienses dos veces antes de cometer sus fechorías. Dos novatos, Neto y André Matias (mejores amigos desde la infancia) están en la mira del capitán para sucederlo, pero claro, antes deben demostrar que merecen un cargo de tanta presión y responsabilidad.

Perdí la cuenta de cuántas empresas participaron en la co-producción de la película, pero antes de que esta comience aparecen decenas de logos diferentes. ¿No podemos hacer lo mismo en México? Si de todas formas nos van a perjudicar, ¿no pueden financiar al menos un par de buenas películas?

Tropa de élite es acción pura, drama, suspenso, realismo y por qué no, mujeres hermosas (es Brasil, no podríamos esperar menos). Es un vistazo claro y nítido de la cruda realidad de Brasil, de cómo el gobierno, la policía (corruptos y no corruptos) y la misma sociedad (pobres y ricos) interactúan en contubernio con los carteles de la droga.

José Padilha, el hombre tras la cámara, promete convertirse en uno de los mejores cineastas del nuevo siglo, y aquí lo demuestra. La fotografía, la música y las actuaciones son soberbias.

Tropa de élite es tan buena que da envidia. ¿Por qué en México no podemos hacer películas así? Ah, ya lo recuerdo: porque los directores que trabajan en México son gente como Kristoff y Tony Dalton, o en su defecto son una parvada de hombres de mediana edad que quieren ser como Kristoff y Tony Dalton. Además de que en México, en caso de que por obra y gracia divina apareciera alguien con dos neuronas en la cabeza para escribir un maravilloso guión o adaptar de manera brillante un buen libro, lo terminaría por arruinar alguno de los Bichir o Ana de la Reguera u otro payaso actor de telenovelas con sus pésimas actuaciones.

Tropa de élite es otro ejemplo de que un altísimo presupuesto no es condicionante para hacer una película estupenda. No por nada fue la candidata al Oscar por Brasil*. Lo extraño es que no haya ganado, o mejor dicho, que ni siquiera haya quedado en la terna final (otra raya para el tigre: Persépolis, 4 meses, 3 semanas y 2 días, Deseo, peligro, Luz silenciosa, y ahora Tropa de élite).

* Al parecer corrió con el mismo destino que Ciudad de Dios e inexplicablemente no fue seleccionada para representar a su país en la carrera por el máximo galardón del séptimo arte. Gracias a Rafael por sacarnos de nuestro error.