Quizá algunos no lo sepan, pero la semana
pasada me operaron de la rodilla izquierda. El resultado de esta operación,
además de un dolor indescriptible, me ha granjeado una deuda enorme.
En menos de 2 meses tengo que pagar casi
30 mil pesos. De lo contrario, algunos prestamistas vendrán a romperme la
pierna derecha.
No recuerdo otra época donde la haya
pasado tan mal. En mes y medio se me han juntado todos los problemas que no
había tenido en toda mi vida.
Para los que no lo conozcan, él es Taco. El más grande amor en la vida de Fiera.
Durante todo este tiempo que he permanecido en cama, se me ha quedado mirando
con su distorsionada mirada de psicópata, como si quisiera decirme algo.
Ojalá mueras |
-Voy a tener que prostituir a Taquito
–dice Fiera con los ojos acuosos.
Siendo Taco un perro hermoso y cotizado
en el medio canino, no faltaron las ofertas. Esta tarde una señora trajo a su yorkie
para que Taco la preñara. Pagaría 2 mil pesos por la monta.
Los dos mil pesos más fáciles del mundo,
pensé ingenuamente. A ese paso, seguí soñando con los ojos abiertos, Taco
podría darnos una vida de reyes.
Por desgracia, Taco resultó ser todo
menos un semental. Al parecer el amor que siente por sus peluches (en especial
la gatita de los Aristogatos) es más fuerte que las feromonas de una perra en celo.
O eso es lo que ha aprendido desde que lo
obligué a leer Cien Años de Soledad.
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