Por fortuna, la respuesta de los lectores
de Mala Racha (hasta el momento), ha sido maravillosa. Me han demostrado su
cariño y paciencia de forma asombrosa, o mejor dicho, de formas por demás
creativas.
La más sorprendida de todo este tema del
libro ha sido Fiera, quien me ha hecho el favor de entregarle a algunos
lectores sus novelas en mano.
-¿Qué le pasa a tus lectores? –dice Fiera
entre horrorizada y emocionada- Vienen a buscar sus novelas al salón y se me
quedan mirando raro, como unos locos, todos emocionados, como esperando que
reaccione de alguna forma.
Lo que tal vez Fiera no sospeche, es que
muchos de esos lectores esperaron durante muchos años que este día llegara. Y
gracias a ellos llegó. Apostaron y financiaron una publicación que querían leer
en papel, atesorar físicamente en algún rincón de la casa. Quisieron creer que
los sueños pueden materializarse. Poder decir que ellos estuvieron primero
antes que nadie. Al pie del cañón.
Y para los que dudaban de los poderes negativos de Mala Racha, aquí otra prueba, cortesía de una compradora que en
menos de 24 horas de tener en su poder el libro le ocurrió esto:
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