lunes, 21 de abril de 2008

Construyendo en mi vida


“CUANDO TERMINAS LA CARRERA Y EMPIEZAS A TRABAJAR, COMIENZAS A CREER EN DIOS, SI NO, NO TE EXPLICAS POR QUÉ LAS CASAS NO SE CAEN.”
- Un profesor de Ingeniería a sus alumnos

Nunca en mi vida padecí tanto una construcción. Es decir, nunca como ahora llegué a sufrir tanto en carne propia la construcción (desde la primera a la última piedra) de algo. Y eso que desde que nací estuve condenado a vivir ligado a las construcciones. Mi papá era ingeniero y mi abuelo también. Mi papá trabajaba tanto que casi nunca le veía en casa. Y cuando le veía casi siempre estaba hablando de alguna construcción. “Cómo que se jodió el volquete”, decía por teléfono y se marchaba de nuevo a la fábrica.
Pero aquello no era nada comparado con mi vida escolar. En la escuela literalmente viví rodeado de volquetes, tractores, trascabos y dinamita. “Ignoren el ruido niños”, gritaba Miss Margarita rompiéndose las cuerdas vocales para hacerse escuchar sobre la maquinaria pesada que trabajaba a dos metros de las ventanas de los salones. “Hoy vamos a aprender la tabla del siete, niños”, decía la Miss. “Siete por uno, siete. Siete por dos, catorce. Siete por tres…” ¡Kabluuuuum! Reventaba una bomba matando de un infarto a algunos alumnos y levantando una nube de tierra a no mucha distancia de nuestros pupitres. Así fue la primaria donde estudié. La escuela privada y más exclusiva de la ciudad que nunca dejó de construir a sus alrededores los supuestos edificios que un día no muy lejano nos darían cobijo en sus pomposas estructuras de mármol y granito. Desde luego ese día jamás llegó. O mejor dicho, nunca llegué a disfrutar de tales edificios de mármol y granito porque un buen día mis padres, junto con otros padres de familia, al notar y hacerle ver al director que lo único que crecía en la construcción era la maqueta de papel maché de la escuela, fuimos inmediatamente expulsados de la cristianísima institución. Así fue que el grupo de padres de familia insurrecto decidió fundar su propio colegio privado, católico y exclusivo, lo que originó que mi secundaria y preparatoria fuera como ir todos los días a Kabul o Bagdad o Kosovo. “Muy bien muchachos, caja se abona cuando…” decía la maestra de contabilidad antes de ser interrumpida por estruendosos taladros que sonaban como metralletas o por un poderoso bombazo que hacía derribar decenas de árboles ante nuestros pasmados ojos. Básicamente a eso atribuyo mis problemas para memorizar la tabla de siete y todo lo relacionado con la contabilidad y las matemáticas.
Y eso no fue todo, en casa también se empezó a construir. Mi hermanita creció y mi papá le construyó una habitación; y con los albañiles metidos en casa mi mamá sugirió darle unos retoques a su santo hogar. Se levantó un muro como el de Berlín en mitad de la cancha de tenis que compartíamos con los vecinos (cancha donde jamás se realizó un partido de tenis, pero sí incontables partidos de fútbol); se rellenó de escombro la piscina donde jamás nadie se metió a bañar y se excavó otro hueco en forma de piscina en otro sitio de la casa donde tampoco jamás alguien logró meterse a bañar porque la piscina nunca pudo terminarse de construir, al igual que algunas de las remodelaciones de la casa gracias a una crisis económica que azotó al país, la cual dejó a la casa con una apariencia de estar en construcción perpetua.
Cansado de las constricciones, al graduarme de la preparatoria me aseguré de enrolarme en una universidad viejísima y feísima (para desconsuelo de mi mamá que quería verme bajo la tutela de los maristas), que sin embargo tenía la ventaja de ser pública y por ende tenía asegurado el jamás ver un tractor durante el transcurso de toda mi carrera. O eso creía. “Muchachos, buenas noticias”, dijo el director haciendo que mi sexto sentido (que es el de la construcción) activara sus alarmas. “El gobierno ha hecho un esfuerzo inédito en la historia del Estado y van a construir un campus a las afueras de la ciudad, y adivinen qué carrera se va a marchar para allá”.
Graduado y en la búsqueda de escapar de una vez por todas de las malditas construcciones decidí salir huyendo de mi natal terruño, que de ser una de las ciudades más tranquilas y hermosas del país fue convertida en una plancha de concreto repleta de Oxxos y centros comerciales. Mi nuevo hogar se convirtió una bonita ciudad con vista al mar, donde todo es tan tranquilo que ni siquiera el mar se digna a moverse. “He llegado al Paraíso”, me dije. Hasta que un buen día apareció una construcción por la cual obligatoriamente tengo que pasar todos los días, mínimo cuatro veces al día. Durante meses transité entre baches, maquinaria pesada y señalamientos que me indicaban que tenía que desviarme de la ruta más simple para llegar a casa para tomar callejuelas con baches y topes todavía más peligrosos. Y así fue día tras día. Mes tras mes. Una construcción que me pareció interminable pero que prometía ser una joya arquitectónica, ya fuera porque invirtieron en ella más de 13 millones de pesos o porque el monumento en construcción conmemoraría los 150 años de emancipación del Estado. Total que el calvario llegó a su fin hace un par de semanas. De buenas a primeras desaparecieron los baches, la maquinaria y los señalamientos de tránsito, y en su lugar aparecieron funcionarios públicos y cámaras de televisión para inaugurar el monumento que desde su primera piedra lució igual, es decir, una estructura sin forma alguna, o mejor dicho, una especie de engrapadora gigante recubierta de papel cascarón y papel lustre. Una maqueta como las que fabricaba de niño, solo que construida a escala enorme.


Al verla cada mañana, tarde y noche he llegado a la conclusión de que es el monumento perfecto para recordarme que viviré toda mi vida rodeado de construcciones que nunca serán terminadas, ya sea por crisis económicas, por curas bandidos y/o por políticos amantes del mal gusto y de la desvergüenza.

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo mejor es el queso de bola "El gallo azul" que está abajo de la engrapadora gigante.

El monumento también es conocido como "La madre desconocida", pues todos se preguntan al unísono "¿Qué puta madre es eso?"

Mussgo

Anónimo dijo...

ERES MUY PESADO CON TU PILDORITA DE LA FELICIDAD, METETELA POR DONDE TE QUEPA.

JOAN M.

wilberth herrera dijo...

por el culo? más específico mi querido Joan Manuel Serrat. Tenemos a dos músicos en los comentarios a Mussgo de porter y joan Manuel Serrat. :golpe a golpe, verso a verso... chingón.
Y sobre si es muy pesado, pues fíjate que no, mi computadora lo abre rapidísimo.
Oye Joan Manuel, eres el monito en su tinta? ya métele algo a la página ¿no? aunque sea algo pesado para que te la metas por donde te quepa.

Anónimo dijo...

El mismísimo Mussgo de Porter.

Mussgo

Anónimo dijo...

ah que barbaro! que mente la de rodrigo y la de mussgo,a mi si me gusta la pildorita!

Anónimo dijo...

Puta madre que feo monumento, que pena que campeche siendo una ciudad tan bonita y colonial, pongan de monumento la punta del casco de ultraman o del guyver, y que chingados tiene que ver con la emancipacion ese chingado bumerang japones.
Se te olvido mencionar de pasadita que en campeche hace poco empezo a funcionar esa escuela tan linda llamada Cumbres que tan felices hace ahora a los campechanos y que les limpiara sus bolsillos igual de lindo.

Anónimo dijo...

¡Hey! También me gusta pildorita. Que por cierto, tienen razón con el monumento ese raro que esta todo pintado de rojo. No se que tiene que ver la ciudad colonial con un monumento tan poco... agradable.

Anónimo dijo...

fabuloso,certero y sin desperdicio el comentario de "políticos amantes del mal gusto y de la desvergüenza". de esos hay muchos por las oficnas que tienen 4 pisos o aquellas que parecen platillo volador. la obra,la engrapadora o como quieran llamarle, curiosamente esta casi fuera de la ciudad,pues porque somos "patrimonio de la humanidad". ¡se ve rebonita su haz de luz desde el avion!. parece que uno llega a la ciudad luz de San Francisco...de Campeche.

Anónimo dijo...

Jajajaja..sexto sentido..
Al menos muchos coinciden en que lo rojo parece un queso de bola y lo "otro" una engrapadora..no hay mucha relación entre dichos objetos.

Anónimo dijo...

Será un eterno recordatorio de que, como dicen en tu tierra natal, estas "engrampado".El respeto al derecho ajeno es la paz.Saludos, Bomberito.

Infomelilla (España) dijo...

Publicado en:

http://www.infomelilla.com/noticias/index.php?accion=1&id=7941

TV Radio Rivera (Quintana Roo) dijo...

Publicado en:

http://www.tvradioriviera.com/buscar?cx=partner-pub-7410506194731639%3Awvyrehutcg3&cof=FORID%3A9&ie=ISO-8859-1&q=Construyendo+en+mi+vida%2C+RODRIGO+SOLIS&siteurl=www.tvradioriviera.com%2Fentrevistas%2Flistar%3Fpagina%3D76#843

MILENIO NOVEDADES (Yucatán) dijo...

Publicado en:

MILENIO NOVEDADES 20 ABR 08