lunes, 19 de enero de 2009

El buen anfitrión.


Cómo te voy a olvidar. Sí, te veías divino aquel, el primer día que nos vimos. Llevabas una camisa negra de mangas largas, y unos jeans de color azul fuerte, y tu piel resaltaba, que aunque morena, resplandecía cual teflón cromado.


Fue aquella vez en el centro de cultura. No lo voy a olvidar jamás. Apenas habíamos llegado y no había más que una persona. Eran las 7 pm y no había nadie. Preparamos todo con la calma deseada y pudimos establecer nuestros asientos.


Faltaban 20 minutos, la gente empezó a llegar, y yo, con mucha pena, no podía levantar la cara para ver quienes habían llegado. Pero era seguro que ya estabas ahí; pude sentir tu mirada. No me puedo equivocar.


Eduardo y Rodrigo afinaron detalles; yo ya estaba listo desde que llegué. Y faltando dos minutos para que empezase la presentación, tú llegaste hasta nuestros lugares: “Hola qué tal. Yo soy el anónimo ¿sí me reconocen?” y nos quedamos en silencio. No sabíamos qué decir. Yo me adelanté y rompí ese momento “Qué tal”y te estreché la mano “No pesábamos que fueras de aquí” te dije. Me viste con cierta efusividad. Eras un niño. Calculé tu edad. Me dije que tendrías 17 o 18 años. “Espero que no me descuentes, después de los agravios que recibes de mi parte”, agravios me sonó sobrado, era una palabra que de seguro habías rebuscado desde hace tiempo. Se notó que no era habitual en tu vocabulario y me pareció tierno. “No, qué va. Qué bueno que viniste” te comenté y recordé aquellos comentarios insalubres. Aquellos comentarios venenosos y groseros que me dejabas bajo el nombre de Anónimo. Entonces saludaste a los demás. Rodrigo te dijo “Cuidado, porque te pueden saltar a madrazos” mientras me señalaba con su cabeza. Nos reímos los cuatro. He de admitir que si hubiera saltado sobre ti, no hubiera sido a madrazos. Me sonrojé por ese pensamiento lascivo y pícaro. Te retiraste, no sin antes decirnos “Suerte”, mientras me veías con cierta ironía. “Ese hijo de puta” pensé, seguramente nos va a chingar con una pregunta.


Empezó la presentación. No había nerviosismo aunque ya estaba lleno el pequeño salón. El primero fue Eduardo, leyó un estupendo escrito, acompañado de unas imágenes y estuvo formidable. Muchos rieron. Después fue Juan que leyó un fragmento de la novela de Rodrigo, y estuvo muy bien. Tú estabas oyendo con atención, pero me veías y me mandabas una sonrisa que no podías deformarla de tu rostro. Ahí fue cuando caí en cuenta, mi escrito era muy inflamado, lleno de improperios que iban dirigidos al público, y en el público había niños. Cuatro y un par de viejitos, pero contaban como niños. Así que empecé a titubear. No iba a tener la gallardía de leer mi escrito. Así que mejor decidí no hacerlo. Por suerte, Rodrigo leyó un enorme escrito, acompañado de unas imágenes, y prendió al público. Así que mi descenso no sería tan bochornoso. Yo comenté que mi escrito no era apropiado e improvisé una pobre cantinfleada. Terminamos y decidimos bajar cuanto antes. Un par de lectores se nos acercaron y nos saludaron. Tú, anónimo, permanecías inmóvil, sentado en tu lugar. Hasta que después te acercaste a mí, ya sea porque el resto del público (mujeres bellas y altas) se habían arremolinado a saludar a los talentosos escritores, y en mí viste la posibilidad de colarte al saludo.


“¿Qué pasó? ¿por qué no leíste tu escrito?”, me preguntaste con una sonrisa. Y te contesté con la verdad “no tuve el valor de decirlo delante de los niños”, y al mencionarlo, reíste medio forzado, mientras me decías “¿tú, con moral? tengo que leer lo que escribiste”. Fue en ese momento en que te iba a contestar cuando Rodrigo nos dijo “Vamos a la Tasca”. “¿Va haber chupe gratis?” preguntaste con efusividad, “no” contestó Rodrigo “pero ahí nos vamos a reunir para pasar el rato ¿vas?” te dijo y tú contestaste que por su puesto, pero con cierta desilusión.


“Te voy a ser sincero. Yo bateo y pitcheo” te dije al calor de unas cervezas. Te me quedaste viendo con cierta sorpresa. Arriesgaba todo. A esas alturas ya sabía que bajo ese “Anónimo” se escondía el nombre de Genaro, y que tenías 18 años. Te me parecías atractivo, guapo. No sé si por las cervezas o por un momento de debilidad, pero me apetecían tus brazos y aquel cuello prolongado que se veía coronado por esa manzana de Adán. Te quería en mi cama, pues la hamaca no se me da, soy un campechano errático. Te quería en mi lecho. Estaba sobre fuego. “¿Eres gay o te gusta las dos cosas?” Esa pregunta te salió tan atrabancada que pensé que todo se había ido a la mierda. Estábamos los dos conversando muy aislados de los demás. “Soy lo que quieras que sea” te dije y me sentí muy puta. Tú sonreíste y volviste a tomar tu cerveza en ese vaso de plástico que se doblaba por la presión que ejercías. “Me gustan tanto hombres como mujeres” te dije para recomponer la respuesta. “Es lo más normal. Hoy hay más bi que homo” me contestaste con cierta simpatía. Me miraste de soslayo y me dijiste “pues qué bien” y sentí cómo temblabas. Querías decir algo pero no te atrevías a soltarlo. Yo, pensando en un exabrupto o algún rechazo, me adelanté a una pregunta para evadir dicha respuesta de tus labios “¿Y dónde estudias?”. Sentí cierto alivio y me respondiste pero no recuerdo la respuesta, pues estaba aliviándome mientras me contestabas. “A mi también me gustas” me dijiste de sorpresa y casi te escupo la cerveza encima. Y fuiste más atrevido, pues al soltarme esa respuesta me agarraste la mano. Comprendí esa actitud frenética de la edad. Aplaudí la valentía y me sentí feliz. Nadie imaginaría lo que estábamos platicando, el alcohol ya estaba despistando toda razón y cordura que quedaba.


“Te juro, Anónimo, que no pensé que fueras de aquí, pensé que eras de algún otro lugar, del D.F.” te dije mientras comía cacahuates“Genaro, dime Genaro Please” me contestaste, y adoré la pronunciación que le diste. Me provocaron tus labios, quería lanzarme y besarte delante de todos, sentí un impulso traidor y quise que me tocaras el miembro que estaba firme al imaginar las calenturas que me venían. “Siempre me pongo así cuando tomo” pensé, y juré dejar de beber, como casi siempre lo hago. Pero mi impulso tenía que languidecer, era por nuestro bien Genaro, tienes que entenderlo. Yo sé que hubieras deseado que nos besáramos enfrente, y que te bajara el pantalón. Sé que deseas que hagamos eso delante de todos. Te excita pensar en hacerlo delante de todos. Eres más puta que yo. “¿Y eres bisexual? ¿Desde cuándo?” me preguntaste y te contesté “Pues he de confesarte que mi bisexualidad se la debo a Jaime Bayly, ya que nunca me había quedado claro si era homosexual o no. Y fueron sus novelas las que me abrieron (sin albur) los ojos. Le dieron claridad a mis preferencias. Me gustan tanto las mujeres como los hombres. Me apetecen los dos sexos. Soy un hedonista” te contesté y me sentí feliz. Siempre soy feliz cuando menciono esta parte, tal vez por el alivio que siento al desahogarme o tal vez porque es lo mejor y más coherente que he podido decir. “¿Pero ya has estado con un hombre?” y te cambié la pregunta “¿Que si he cogido con un hombre?” y sonreíste; “Sí, por su puesto”te dije, “¿y con una mujer?” “por supuesto” recalqué. Le diste un trago a tu vaso y me dijiste “¿por Jaime Bayly supiste que eras así?” “Sí” te contesté “pues hay que suprimirlo por convertir en maricones a muchos ¿no?” y reímos. “Sí, creo que sí”. Creo que pensaste que era más mi fanatismo hacia Jaime Bayly, que mi bisexualidad. Imaginaste, y después me lo confesaste en ese momento, “no será que quieres ser como Bayly lo que te lleva a ser bisexual?”, sentí calor en la garganta y pensé que la cerveza lo mitigaría. Me dolió que pensaras que no fuera bisexual, sino que era más un ansia por ser como Bayly y que estaba siendo errático en mis apetitos. La verdad es que me gusta cómo escribe Jaime Bayly, pero no para tanto. No soy un fanático como esos que hay. He de admitir que si se me presenta la oportunidad de coger con Jaime, lo haría sin miramientos, pero eso no me hace un fanático. Y si lo soy, es más por su literatura, por admiración y por cierta atracción física e intelectual, pero hasta ahí.


Sentí esa duda, y me irrito un poco. Me era injusto que después de pasar por tanto en mi vida, me cuestionaran de tal forma. “Me voy, Genaro, me tengo que dormir temprano” dije con cierta molestia que no alcancé a disimular. “no, pero porqué. ¿Dije algo que te molestó?”, “No, no es eso, sino que ya me tengo que ir” me levanté y me fui a despedir de todos. Tú te quedaste parado, esperando a no sé qué. Me despedí de todos y me acerqué y te dije “Genaro, un placer conocerte”, “el placer fue mío” me dijiste algo contrariado.


Me fui caminando hasta mi casa. Algo tambaleante, pero caminando al fin. Me sentí ofendido. Sentí que no merecía esa cachetada que me habías propinado. Ya en la serenidad de mi conciencia he de admitir que fui muy dramático, que no era para tanto. Pero estaba medio borracho, y las cosas se agudizan. Yo sentía unas ganas enfermizas de pasar la noche contigo, Genaro. De que nos desvistiéramos y que nos diéramos pasión. De que nos abrazáramos y nos besáramos todo el cuerpo. Quería que me besaras la cadera y que me hicieras suspirar. Que nos acariciáramos el pito. Que pasáramos una noche rica. Pero todo se había venido a bajo.


Iba directo a mi casa, cuando oí un claxon. Repetidamente escuché el mismo Claxon “¿A dónde vas?” me preguntaste. Sabía que eras tú. “A mi casa, a dónde más.”Súbete, te llevo. “No, prefiero caminar” te contesté, “anda, súbete please” y ese please que antes me había encantado, me parecía nefasto, falso y mal pronunciado. Reí y seguí caminando. No volví a escuchar el claxon, en cambio había escuchado un portazo. Oí tus pasos rápidos. Te pusiste frente a mí, me tomaste y me besaste. Fue un beso de 4 segundos. Los conté. Ese sabor amargo de la cerveza, se acentuaba más en tu boca, recordé que era la michelada que te habías preparado al sentir el sabor a chamoy.

“Perdona, pero pensé que te gustaba. Me gustas y quiero estar contigo”me dijiste. Qué podía hacer, estaba desarmado porque yo también quería estar contigo, y adoré lo tierno que me sonaba esa declaración. Nos besamos sin que nos importara quién nos veía en el parque de San Martín. “¡Par de putos!” nos gritó un carro que pasó a cierta velocidad. Nos separamos, nos vimos a los ojos y reímos por el sutil comentario. “Qué valientes son esos” te dije, “nos dicen putos y ellos pasan rápido para quedar anónimos.” Complementaste, y nos reímos, no por lo rebuscado que sonó, sino porque tú mismo te escondías bajo “Anónimo” para decir las tremendas cosas que dices en el blog.


Nos fuimos a un hotel que no reconocí, pero que tú recomendaste por la discreción. Al llegar, el recepcionista te saludó “Qué tal Genarito. Cómo va la chamba” “Pues ahí va, Don Jorgito, ahí va” contestaste mientras llenabas el formulario habitual. Yo no sabía donde esconder la mirada. Terminaste y con un “Con permiso” nos dirigimos al 208.

Ya en el cuarto, sentí cómo te desinhibiste. Eran más sueltos tus movimientos. Eras un pícaro. Me besaste y yo respondí. Todavía estaba maravillado del cuarto, era limpio y amplio.


Nos besamos y nos quitamos la ropa. En un movimiento rápido, me desvestí, lo mismo que tú. Quedamos en ropa interior. Me viste a los ojos y me dijiste “Te quiero sentir, y más esto” y me agarraste el paquete que ya estaba erguido. Me bajaste la truza y me diste una mamada que sentí exquisita. Me acomodé en la cama porque estaba parado. Mientras me la mamabas, me agarrabas los testículos. Te amé por esa maestría con que me hacías cariños. Después regresaste a mi rostro y me besaste. Sentí el olor de mi parte en tu boca. Eres un joven intrépido, pensé. Saltabas de arriba a abajo con tal rapidez que no me dabas tregua. Quise devolverte el favor, pero me dijiste que en ese momento te dejara actuar. Me besaste el pecho. Estaba inmóvil recibiendo tus caricias. Me provocó acariciarme, pero tú me lo impedías y lo hacías por mí. Después de un rato, subiste con tal efusividad y me preguntaste “Te gusta meterla o que te la metan” Y te dije que cualquiera de las dos formas me daba igual. Y me dijiste, “ok, pues métemela” y agradecí que no me obligaras a recibir primero porque en realidad a mí me gusta más dar, pero estaba dispuesto a sacrificar mi gusto y mi dolor por el afán de que gozaras tú también. Te pusiste y yo introduje mi miembro, pero antes, te volteaste y lo lamiste bien para lubricarlo correctamente. Te pusiste, y me dejé ir. “más duro, más fuerte” me decías, y sentí un placer, seguido de una admiración, porque te gustaba fuerte. En tu lugar yo hubiera pedido despacio y suave, soy muy propenso al dolor.


Mientras más fuerte te daba, pensé que la juventud de hoy era cabrona. Era una juventud adoradora del hardcore. Terminé y me vine en tu nalga derecha. Esperaste a que terminara de venirme y te volteaste y me diste un beso en el glande.


Yo te ví mientras volvía del síncope de placer “¿quieres metérmela?” te dije “¿Tú quieres que te la meta?¿te gustaría?”, y en ese momento fui sincero. “La verdad no. La verdad es que sólo soy activo. Digamos que soy un mal anfitrión”, y me viste con una sonrisa, “Pues seré sincero. Digamos que sólo soy un anfitrión. Un anfitrión goloso” Y nos reímos de la coincidencia, de esa bella coincidencia. Nos besamos. Dormimos abrazados y al levantarnos, notamos que eran las 5 de la mañana. Nos metimos a bañar, juntos. Jugueteamos, nos tocamos y nos enjabonamos “Así que eres un putito” te dije “Sí” me contestaste “Soy tú putito. Soy tu ano-nimo” y nos reímos. Terminamos el baño. Nos vestimos. Al verte, noté que todo dejo de putería se había esfumado en ti. Te vestías serio. Te acomodabas la camisa con esa seriedad con que te ví en la presentación. Con la ropa ya te habías puesto esa botarga de masculinidad. No nos dijimos nada, más que las preguntas obligadas de si “¿Ya?” refiriéndonos a si ya estábamos listos, y el “¿no se nos olvida nada?”, pero con una seriedad que parecía caricatura de aquella noche tan efusiva donde fuiste un amante voraz.


Llegamos a la estancia y me vi en la presteza de pagar “no, wil, esta vez yo pago. La próxima vas tú ¿ok?” Y sonreí porque eso nos obligaba a otro encuentro. Nos despedimos de nuestro cómplice, don Jorgito, y nos subimos al auto. Nos dirigimos a mi casa. Te expliqué por dónde era y nos quedamos por un momento en silencio. “Ahora no sé cómo me voy a dirigir a ti en el blog” me dijiste con cierta ternura, y esa botarga de masculinidad se vio fragmentada. “Pues normal, como siempre, con tus insultos e improperios” te dije. “Ok. Pero te escribiré con mayúsculas para que sepas que soy yo ¿Sale?. Nada más escribiré en cada post tuyo. Porque me encanta cómo escribes.”, “Gracias, me parece divino” te dije y me dispuse a bajar del carro, pues ya habíamos llegado a mi casa, y a falta de beso, te dije “Me cuidas ese culito que sólo yo te lo puedo romper, Genaro” y nos dimos la mano. “Claro, es tuyo. Este culito anónimo es tuyo” y me bajé y te dije adiós.


Desde ese entonces, Genaro, tú y yo nos encontramos una vez por semana. Salimos, paseamos como dos amigos y nos amamos en el mismo hotel, donde Don Jorgito, nuestro cómplice, nos atiende de maravilla. Y nos reímos de las pavadas e insultos inflamados que nos dejamos en el blog, y nos la pasamos genial. Adoro este momento, y más cuando, por celos, les contestas a las mujeres que me dejan comentarios. Eres un celoso empedernido.



14 comentarios:

Unknown dijo...

???
ok, ya respiré, que buen texto, pero me invaden las dudas, será cuento, anécdota o ambas? la ventaja de ser lector medio anónimo es que me quedaré con la duda y eso alimentará la lectura, pues crearé en mi mente capítulos de esta historia, y la otra mitad que no es anónima me hará leer los comentarios en tus posts, en busca de esas letras mayusculas.
Tengo que reconocer que normalmente no estoy de acuerdo con tus críticas y me llega a molestar tu tono agresivo, pero me gusta el escritor que hay aquí.

Anonimo: no te pongas celoso, no hay por qué... jajajaja

Anónimo dijo...

HIJO DE PUTA... LO QUE EN LA CAMA SE HACE, EN LA CAMA SE QUEDA.

ME TOMARÉ UN LICENCIA PARA DECIR:
YO TAMBIÉN TE AMO.

Y YA REGRESANDO A LAS CABALIDADES, VE Y CHINGA A LA REPUTA DE TU MADRE QUE TE PARIO EN SANGRE, PUTARRACO DE MIERDA...QUE TE DEN POR CULO INVERTIDO!!!

PD. NOS VEMOS EL SÁBADO YA SABES DONDE.

Karate Pig dijo...

orále!

jejeje

de hecho, cuando pregunté si en la pildorita iba a haber putazos no esperaba una respuesta tan literal..

lo ves anónimo? como siendo paciente, limpio y bueno de corazón al final tuviste tu recompensa?

wilberth herrera dijo...

muchas gracias Indira, qué bueno que separas uno de otro y que lo tengas en una persona. Digamos que el mejor "anfitrión" del cuento es la imaginación. Ahí podemos jugar muy bien. Además, ese anónimo tenía que quedar en evidencia, porque se la hace de hombrecito y hay que sacarlo del clóset a putazos ¿qué, no?

Anónimo: tu también hijo de la gran puta (guiño). Rechinga tu madre mil veces, puto (guiño, guiño). Ahora sí te salió tu chile ¿verdad puto? (no puedo a la misma hora, me atrasaré hora y media).

karate pig: karate, eres daltónico, ¿no ves que es un blog rosa? de hecho todos somos putazos de cinco estrellas. Hasta credencial tenemos. el que lee este blog, si no es puto, está en riesgo de convertirse. Por eso tenemos muchas lectoras mujeres. Un saludo

Unknown dijo...

jeje, sacar el puto a putazos, como diría un amigo, eso fue tan genial que ni tú te diste cuenta, y pues sí, es lo bonito de esto de la escribida, que puedes jugar con todo lo imaginable, y si el juego parte de uno mismo, pues se vuelve más disfrutable, pues aunque sólo tú sepas la "verdad" a nadie importa.
Y claro, como decía otro amigo, es mejor sacar al puto que todos llevamos dentro en dosis moderadas, que reprimirlo hasta que se salga todo de putazo.

Lus dijo...

Arroz con popotaxo!!!!
Dios de mi vida, no se si reirme, llorar... o alabar tu realismo (o fue real?)
En fin... si grabas los videos y los vendes en la fayuca yo creo que juntas rapido para tu avión.

Anónimo dijo...

jajaja ya salió la PUTERÍA

Eduardo Huchin dijo...

Ahora que seas un ídolo de la Literatura Bi (esa que es narrativa y poesía al mismo tiempo) y en los bares te manden copas a nombre de "Anónimo", tendrás material para otra historia.

Qué bueno que sacaste del clóset tu alma transgénero (literario).

Rodrigo Solís dijo...

Bravo, Wil. Ya verás como te coronan “Reina de Eventos Especiales” en el Carnaval.
Muy buen cuento.

wilberth herrera dijo...

Índira: de ahí nace uno de losencantos de la literatura moderna. Ese juego entre la realidad y la ficción es lo que sugiere un sinfín de lecturas. Y sí, esos tus amigos tienen razón. Tomaré en cuenta sus sabios consejos. jejeje, un saludo.

Lus:Lo que pasa es que soy un chingón y sé describir una escena ficticia. En serio, en realidad soy varón. Pero pensando en los videos, creo que tienes razón. En esta época de austeridad, cualquier vasija de oro vale la pena. Un saludillo.

Laurita: juro que no, sólo se abrió tantita la puerta.

Eduardo:Es verdad, esa literatura Bi es una trampa transgénero que hace mella. A veces es bueno deschongarse un poco. Créeme, hoy que salí a comprar revistas y periódicos, varios hombres me miraban con cierto interés. Veía anónimos por todas partes. Fueron los momentos más amargos de mi vida.

Rodrigo:sí,sí,sí,sí, y cuando me muera, los putitos de la televisión campechana van a pelear por mí. Gracias por la crítica.

Anónimo dijo...

pinche wil. como me rei, neta que si eres muy cabron para eso de inventarte cuentos, nomas de imaginarme que realmente seas gay se me enchina el cuero, porque serias muy puta!! saludos...

wilberth herrera dijo...

ehh... sí, inventé jejeje.

Sí, yo creo que sí. Estaría muy cabrón. jejeje
Lo bueno que soy barón, y que las viejas ni me pelan, sólo cuando cobro mi quincena.

Un saludo

Anónimo dijo...

ahora entiendo... no habia tenido oportunidad de leer todos los post, ya entiendo de donde se origino todo este desmadre con el puto ANONIMO, pero ten en cuenta que eres verga!! creo que superas un buen a todos los que escriben en la pildorita, digo,por lo menos no lo han demostrado a esta fecha, porque tus escritos si generan controversia,ademas de ser buenos, al igual que Rodrigo, creo que tienes un excelente futuro como escritor, y me siento afortunado en que me consideres tu camarada... Saludos a todos, incluido el puto ANONIMO...

wilberth herrera dijo...

Muchas Gracias, Juan jo. Qué bueno que ya sabes todo el pedo, porque desgraciadamente, con este cuento, me he ganado la sospechas de muchos amigos, amigas exnovias y exnovios.
Muchas gracias por tus palabras de aliento. ya me las estoy creyendo. Y la verdad , tienes razón, soy mucha verga para este culito que se llama pildorita, pero pues, son mis cuates, ni modos que ande de cabrón dandome los aires y no colaborar. Ambos sabemos que soy el mejor,p ero no lo digas fuerte porque herimos suceptibilidades entre mis compañeros. Chitón y nos amanecemos tranquilos jejej.

Un saludo, mi buen, y nos estamos viendo. Cuando tenga laniux por mis escritos, nos ponemos una peda en Acapulco y seguimos el cuento,... digo, la charla. Un saludo, caluroso de una amigo a otro amigo.