sábado, 16 de febrero de 2008

ODIO LOS BLOGS


Desde luego que no los odia, lo que pasa es que Héctor es un cínico por naturaleza y de profesión. Aún mantengo fresca la imagen de cuando lo conocí. Estábamos en una cantina de Guanajuato bebiendo alegremente cuando Eduardo Huchín me dijo: “ahorita que llegue Héctor Villarreal vas a ver qué personaje”. Y justo había dicho esas palabras cuando apareció un sujeto que vestía una playera multicolor con el estampado de un buda elefante (Ganesha o algún otro personaje estrafalario), pants plateados brillosos, chamarra negra, gafas transparentes (de esas que usan los jóvenes para salir a las discos) y una gorra de la universidad de los Cuernos Largos de Texas. “Héctor, mucho gusto”, saludó el recién llegado a todos los que estábamos en la mesa y se sentó a un lado de Eduardo.

Al instante el mesero le trajo una cerveza. En ese instante supe que Eduardo no mentía cuando dijo que Héctor era uno de los más grandes bebedores que conocía, y lo supe porque en mi caso jamás he logrado que un mesero lea en mi mirada qué marca de cerveza quiero tomar.

En los tres días que permanecimos en Guanajuato, Héctor siempre llevó la batuta cuando se trataba de decidir a qué bares y cantinas debíamos ir. Incluso cuando decidíamos ir un rato a descansar al hotel, Héctor nos decía: “los veo abajo”, y se metía sólo en alguna cantina. Sin duda, un tipo de muchos talentos. Sobre todo para eso de escribir, que por eso habíamos ido a Guanajuato algunos escritores, al III Encuentro de Ensayistas de Tierra Adentro.

A Héctor le tocó cerrar el encuentro y no pudo hacerlo más que de una forma: vestido con una camisa de manga larga con estampados de planetas y estrellas; sin duda, una de las camisetas más escandalosas que mis cuatro ojos hayan visto jamás, pero créanme, presentarse con otra indumentaria (digamos, una más formal) a leer el ensayo que arrancó más carcajadas del público que cualquier otro se hubiera visto extraño en un personaje tan pintoresco como Héctor.

A raíz del viaje a Guanajuato, el blog de Héctor se ha convertido en uno de esos sitios de lectura indispensables en mis mañanas. Es por ello que con gran placer quiero presentarle a quienes no lo conozcan este magnifico y divertido espacio llamado ODIO LOS BLOGS. Zektor 01.



Amor revolucionario

Si el Lic. Beny Juárez no se casó con una indígena, ¿por qué los revolucionarios nacionalistas habrían de hacerlo? Es más, ¿por qué tendrían que casarse con una mexicana?.
Por ejemplo, Felipe Carrillo Puerto, casi casi un Lenin yucateco, se clavó con una gabacha que fue su perdición, la hermana de John Reed, y no con una bella princesa maya. En el corazón no se manda, por supuesto.

El presidente que modernizó la revolución, don Miguel Alemán, sin miramientos de nacionalidades quiso darle por primera dama a nuestro México, al máximo bizcocho de su época, pero resultó que no estaba dentro de nuestras fronteras, por lo que hubo de importarse de una potencia que antaño nos invadió: Francia. Pero esos fueron otros tiempos.

El erudito López Portillo, don Pepe, tan patriota que nacionalizó a los bancos de dueños mexicanos y defendió nuestro peso de los sacadólares para que sólo nos saquearan políticos mexicanos, halló la felicidad con una actriz montenegrina, amor que perduró a pesar de las adversidades y hasta el fin de su vida, el infinito y más allá.

El mexicanista y chiapólatra Saúl Hernández no se casó con una indígena de Neza o Iztapalapa de las que abarrotaban sus conciertos, sino que hizo primera dama del rock mexicanito a una holandesa. Si el Temerindio y el charro Pepe Aguilar se casaron con argentinas, pues...

El buen Lazarito Cárdenas junior junior, genéticamente revolucionario, hizo primera dama de su estado -suyo de él- a una cubana en vez de alguna talentosa costeña afromexicana. En cambio, el comandante Castro, habiendo tanto bizcocho en su isla, se clavó con una alemanita que ni revolucionaria era y que chambeaba para los gringos. (¡Pinches gringos ojetes!)

Nuestro defensor, López Cobrador, el mismo que va a impedir que nos quiten nuestro petróleo para darselo a los extranjeros, estuvo a punto de hacer primera dama del país a una damita de ascendencia alemana, de buena familia y muy bien educadita, eso sí, egresada de la Ibero, por supuesto, no una de esas pulgosas de la UNAM de las que andan de brigadistas del sol azteca, ni mucho menos una de esas prietas de las normales rurales que andan dándose en la madre con los granaderos.

Otro que recientemente estuvo cerca de hacer primera dama a una extranjera fue el mexiquense gober honesto Montiel, enemigo -como yo- de las ratas, cuya derrota en lo político dio lugar a una derrota en lo sentimental y económico con la francesa que fue su esposa. Y tanto bizcocho que hay en su estado y de muy buenas familias, pero la neta la neta el acento francés como que prende más la testosterona que el de las fresas (oh, la la).

Así es el amor revolucionario.



Y ya que andamos en eso de las recomendaciones, si algún día te topas con éste libro (probablemente el libro con la portada más fea de la historia) no dudes en comprarlo; el contenido, además de educativo, es realmente divertido:



Y si no te animas, pues bueno, siempre hay otros caminos al saber:


Nada como Kate del Castillo acusando a su ex esposo Luis García de violencia intrafamiliar en el bonito libro Tuya.

¿Golpeador yo?

Jejeje, bueno, sí me la madrié un poquitito, pero bien que le gustó.



O quizás este otro libro, Entre dos fuegos, de la virtuosísima Ana Colchero, una de las más grandes literatas y pensadoras de México que hace unos meses estuvo presente en la Feria Internacional del Libro en Guadalajara, donde resultó ganadora de la Palma de Oro.


¿Quién dijo que las actrices de Televisa sólo sabían ser unas putas?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Wellcome to the jungle¡¡¡

Mussgo

Anónimo dijo...

Que jodida ya quedo Ana Colchero, se parece a la Lupita Dalessio