martes, 26 de febrero de 2008

El Pequeño Otik



Comenzamos el proceso de desviolización y revalorización de la mujer en nuestra sección de cine con una película en la que las únicas que son violentadas son las leyes de Dios y de los hombres, y que demuestra de una vez por todas que las mujeres son capaces de todo con tal de ser madres. Les digo, todavía hay un camino muy largo por recorrer. Estaba seguro de haber elegido una cinta totalmente inocua, y me vengo a dar cuenta de que casi todo puede convertirse en motivo de controversia.



El Pequeño Otik (Otesanek, 2000) es una película de fantasía dirigida por el célebre animador checo Jan Svankmajer, quien explica que la película "explora nuestras interrupciones de los procesos naturales, nuestro deseo de lo imposible, nuestra hambre infinita, el lado oscuro de la niñez, y nuestra arrogancia de creer que podemos controlar los misterios de la vida". Está basada en un cuento infantil local, así que no debe sorprendernos que esté llena de violencia, locura, infanticidio, traición, y todos esos malos ejemplos que constituyen nuestro primer acercamiento con el mundo del entretenimiento (por lo menos para los de mi generación, a los que todavía nos tocó una abuelita que contaba cuentos en lugar de ponernos a ver una novela).



Todo comienza cuando el Sr. y la Sra. Horák descubren que no pueden tener hijos. Durante un viaje al campo, el Sr. Horák desentierra un tronco que parece un niño, le da una arregladita y se lo da a su esposa sin sospechar el efecto que tendría en ella: inmediatamente empieza a actuar como si el tronco fuera un niño de verdad.

"¿Qué van a decir los vecinos si llegamos con un niño? ¡Van a pensar que lo robamos!". El Sr. Horak convence a la loca de no adoptar al tronco... todavía. A ella se le ocurre el brillante plan de fingir un embarazo para, una vez concluido éste, adoptar la raíz como su hijo.

Todo sale de acuerdo al plan: la Sra. Horák finge estar embarazada durante nueve meses y, cuando llega el gran día, ocurre algo mágico: el tronco cobra vida. Es un bebé de verdad.

Bueno, un monstruo del infierno con un apetito insaciable. Por obvias razones, los orgullosos padres prefieren mantenerlo oculto. Lo llaman Otik, como su abuelo.

Los Horák no pudieron engañar a la hija de sus vecinos, Alzbetka, una gordita sumamente inteligente y sagaz; ella sabe que pasa algo extraño en el departamento de enfrente.

Alzbetka descubre en uno de sus libros la historia de una pareja que no puede tener hijos, así que adoptan a un tronco viviente que eventualmente se los come a ellos, a sus vecinos y al resto del pueblo, hasta que se topa con una viejita en un huerto de coles que, para impedir que robe su cosecha, le abre la panza con un azadón.

La voracidad de Otik es demasiado grande. Sus padres le dan toneladas de comida pero no es suficiente, y un buen día el gato de la familia comete el error de meterse en su cuna. "Sólo era un gato. Además, tenía 14 años; iba a morir pronto", lo justifica la Sra. Horak.

Desafortunadamente el cartero no era un gato. Era un viejito encantador que le caía bien a todo el edificio, que tuvo la mala suerte de tocar a la puerta un día en que no estaban los Sres. Horák. La policía comienza a investigar la desaparición.

Una vieja chismosa acecha en la carriola de la Sra. Horák mientras ésta hace una compras y descubre que en ella lleva una muñeca. Preocupada por el paradero del bebé, le avisa a las autoridades, que envían a una trabajadora social a casa de la familia.

Al ver que son incapaces de controlar a Otik, el Sr. Horák lo amarra mientras duerme, lo mete en un baúl y lo lleva al sótano del edificio para que muera de hambre. Alzbetka lo descubre y lo libera. "Tus papás son los que deberían estar aquí", le dice. La niña empieza a robar comida en su casa para alimentar al monstruo, gasta sus ahorros en embutidos para alimentarlo, pero no es suficiente...

Alzbetka decide mediante un sorteo a cuál de los habitantes del edificio debe llevar al sótano para alimentar a su amigo. El ganador es le Sr. Zlabek, un viejito puerquísimo que cada vez que la ve intenta agarrarle la cola, sin importarle que apenas sea una niñita.

Al descubrir que el Sr. Zlabek también ha muerto, el Sr. Horák decide ponerle fin al reinado del terror del chonto, así que agarra su sierra eléctrica y se dirige al sótano. Sin embargo, cuando descubre que Otik ha aprendido a lavarse las manos antes de comer y que éste ya puede hablar (le dice "papá"), no puede hacerle daño y, por el contrario, deja que se lo coma. La Sra. Horák baja tras él, y a ella también se la come.

Pese a las advertencias de Alzbetka, que le dijo que no se comiera las coles del jardín del edificio porque lo enfermarían del estómago, Otik no puede aguantarse el hambre y se come todo el huerto.

La cuidadora del edificio, una viejita por demás ruda, sabe qué es lo que tiene que hacer, y ningún ruego de Alzbetka va a poder detenerla.


Fin.

7 comentarios:

MoNi OroZ dijo...

Qke dificil se
me hizo leerlo con
todos esos singos
horrorosos que salen
en vez de los acentos y la
ñ!!!!
jeje por otro lado? termino??
o noo? opk no entendi

MoNi OroZ dijo...

uhh no te digo... era Que no kqe

Anónimo dijo...

orale
si que esta padre
gua gua guau, yo quiero ver esa fina y ecologista pelicula! Gracias! enriqueció mi cabeza. Buen dia
Natalia

Anónimo dijo...

Jajaja creo que esa película, aunque no es cómica, me arrancará una que otra sonrisa.

Anónimo dijo...

¡¿Y eso quiere greenpeace?! no se dan cuenta de lo peligrosos que so las raices y demás seres inmóviles para nuestra supervivencia. Esto debe pasar URGENTE a las cámaras legislativas, para que dejen de perder el tiempo en reformas agrarias.

El respeto al derecho ajeno es la paz.

Saludos, Bomberito.

Anónimo dijo...

bizarro, bizarro, bizarro... es todo lo que puedo decir

Saludos
Marit :P

Celestina Tercioipelo dijo...

No inventes, te consigues unas películas bien marcianas. Qué padre.