miércoles, 27 de febrero de 2008

Slugs, muerte viscosa



¿Quién no disfrutaba, cuando era pequeño, de echarle una pizca de sal a una babosa y observar cómo la repugnante criatura se disolvía lentamente? Además de ser un asco, estos bichos (moluscos gasterópodos, para los que saben) protagonizaron las peores pesadillas de todo niño de los ochentas que hubiera visto Cuenta conmigo, así que nuestra crueldad para con ellos estaba más que justificada. Sin embargo, estoy seguro de que de haber visto la película que hoy les voy a relatar nos lo hubiésemos pensado dos veces antes de torturar a esas horrendas alimañas.



Slugs, muerte viscosa está basada en la novela homónima de Shaun Hutson (así es: está basada en una novela) y es una coproducción española y estadounidense dirigida en 1988 por Juan Piquer Simón (para los españoles) o J.P. Simon (para los estadounidenses). Es una película de miedo como tantas que se estrenaron durante los ochentas, que fue para el cine de espantos lo que la Ilustración fue para la razón humana; ni mala, ni buena; con una cantidad aceptable de muerte pero un marcado déficit de chuchos.
Como hoy nos sentimos muy conceptuales, se las contamos sin revelar el rostro de los personajes (¿Será un comentario acerca de la bidimensionalidad de los mismos, que los hace intercambiables y vuelve irrelevante su imagen individual? ¿Será que a la hora de hacer las capturas no nos dimos cuenta de que no estábamos incluyendo las caras de los personajes?):



Una noche como cualquier otra, un borrachín allana una casa abandonada para acostarse a dormir. Al día siguiente, la policía encuentra sus restos. No sospechan de las babosas.

Un inspector de sanidad descubre que sospechosos y horribles pedazos de carne están obstruyendo las cañerías.

La segunda y tercera víctimas de las babosas son un señor y su esposa. ¿Cómo lograron unos bichos incendiar una casa? Retrocedamos en el tiempo un par de minutos:

El señor de la casa (todavía no) incendiada se pone sus guantes de jardinería sin sospechar que dentro de ellos hay una babosa. El señor se espanta al sentir la mordida del bicho, y como no puede quitarse en guante se pone a correr como un loco por su invernadero, causando toda suerte de destrozos que culminan con la explosión de la residencia. Si me preguntan, las babosas son inocentes.

Cuando dije "la mordida del bicho" hablaba en serio: un policía (amigo del inspector de sanidad) descubre que las babosas de su patio son enormes y tienen dientes. Captura una y la lleva al laboratorio para analizarla.

La esposa de un hombre de negocios (amigo del policía y el inspector de sanidad) cocina para él una ensalada, sin darse cuenta de que en la lechuga hay una babosa mutante.

En el laboratorio descubren que la babosa dentada puede comerse sin problemas a un hámster (pobrecito, lo mataron de verdad).

Una pareja de jóvenes disfruta de una buena sesión de sexo, sin sospechar que el cuarto está llenándose de babosas que salen del inodoro.

Cuando ella pone un pie fuera de la cama se topa con que el suelo está alfombrado de babosas carnívoras. Él intenta huir, pero corre con la misma suerte.

¿Se acuerdan del hombre de negocios que comió la ensalada? La escena de su muerte es tan buena que amerita romper nuestro voto de no mostrar rostros humanos.

En el laboratorio descubren una sustancia que puede acabar con las babosas mutantes (y por favor, noten lo bonita que me quedó la captura).

El policía y el inspector de sanidad bajan a las cañerías a acabar con las babosas. En una escena tomada directamente de Pepito y Chabelo detectives, intentan arrojar un señuelo a las babosas que les permita cruzar un foso pero, a diferencia de Pepito y Chabelo, no lo hacen bien. La esposa del inspector de sanidad es ahora viuda.

Finalmente logran detonar el químico incendiario, y matan a todas las babosas.

¡Salvo a una!


Fin.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Genial!

Anónimo dijo...

no sabia q las babosas incendiaran casas, tuvieran dientes asesinos, les gustara pasearse por la sanidad de un inodoro y la carne de pollo humana, ha de ser por tantos genocidios de sodio en su historia de babosas.

natalia

Anónimo dijo...

Pongan algo de Komodo: lagarto maloso. Está buena y tiene la dosis adecuada de chuchos y ¡un final inesperado!.


El respeto al derecho ajeno es la paz.

Saludos, Bomberito.

MoNi OroZ dijo...

Nooo!! esta si me dejo
intrigada! como puede ser posible
que las babosas coman tan rapido seran la pariente terrestre y arrastrada de las pirañas??? jeje...
saludos!