jueves, 14 de mayo de 2009

Las calientes aventuras del Padre Alberto




¡Oh, sorpresa! Por favor, las fotos publicadas hace unos días donde aparece el Padre Alberto retozando con su novia no sorprenden a nadie, es la confirmación de lo que todos sospechábamos.

La iglesia católica dice estar pasmada, incrédula. Deberían dar gracias que el apetito de Albertito es por una mujer y no por niños o maricones (esos a los que condenan al infierno por el terrible pecado de ser sodomitas).

Mi humilde opinión es que todo el mundo está escandalizado no por que el Padre Alberto haya dejado de reprimir a sus hormonas, sino porque bien podía conseguirse un filetillo más suculento.

A continuación un interesante artículo de Myriam Márquez publicado el domingo pasado en El Nuevo Herald.


Quítese el alzacuello, Padre Alberto
By MYRIAM MARQUEZ

Sea un hombre, quíteselo.

Me refiero al alzacuello que Alberto Cutié usó el viernes durante su entrevista en la cadena Univision y en la que se mostró como un adolescente desafiante.

Excepto que Cutié tiene 40 años y ha admitido estar enamorado de una madre divorciada de 35 años, a la que conoce desde hace 10 años.

``Les pido perdón si los he lastimado por estas acciones, pero nunca voy a pedir perdón por amar una mujer''.

Eso es un desafuero blasfemo. ¡Ay, qué macho! Y no tiene nada de qué arrepentirse porque, como dice el dicho, amar significa no tener que pedir perdón.

¿Aunque rompiera su compromiso de celibato con la Iglesia Católica?

¿Es que no siente el más mínimo remordimiento por no haber ido directamente a su obispo cuando se interesó por primera vez en esta mujer?

¿No lamenta no haberlo hecho en vez de avergonzarse a sí mismo, a su amante y a su Iglesia con las fotos de unos paparazzi?

No estoy en desacuerdo con la impugnación de Cutié a la Iglesia Católica --que desde hace varias décadas pierde sacerdotes en Estados Unidos-- de que necesita reconsiderar la norma de hace varios siglos que exige castidad a sacerdotes y monjas.

La demora de la Iglesia en limpiar sus filas de curas pedófilos en los últimos 20 años ha alejado a muchos católicos.
Muchos creemos que permitir que los curas se casen --como en muchas iglesias orientales-- y seguir respondiendo al Vaticano, atraería muchos buenos candidatos al sacerdocio, personas con la capacidad de entender de primera mano los altibajos del matrimonio y ser mejores sacerdotes.

Cutié está bajo un intenso escrutinio público desde que se publicaron las fotos. Pero es el estilo de Cutié, la forma en que se comportó durante la entrevista exclusiva en Aquí y Ahora con la animadora Teresa Rodríguez, lo que debe disgustar a la gente de
cualquier fe.

Porque no hubo humildad ni arrepentimiento.

¿Indignación justa? Sí, mucha.

Como él mismo dijera: ``¿Culpabilidad? ¿Me siento mal, horrible? ¡No! Yo soy un hombre. Debajo de la sotana hay pantalones''.

¿Y qué hay en la cabeza, padre?

¿Qué hay en el corazón?

En buen cubano eso se llama ser un sinvergüenza.

No importa la presión bajo la que haya estado, Cutié, que escribía una columna para El Nuevo Herald, está acostumbrado desde hace tiempo a ser una figura pública a través de sus programas de radio y televisión, e incluso un recorrido para promover su libro.

Nadie quiere que finja remordimiento, pero vendría bien un poco de reflexión de adulto.
Obviamente critica a los líderes de la Iglesia, pero, en mi opinión nada santa, no está ganando amigos e incluso influencia a los que tratan de comprender la situación.

Es como si el lucrativo sacerdote --quien le ha generado mucho dinero a la Iglesia-- pensara que es invencible.

Mi solidaridad por su batalla interna, que mostró con tanta audacia --¿quién dice que no quería que lo sorprendieran?-- se ha transformado en repugnancia.

Cutié hubiera podido decir todo lo que dijo sin esa actitud y sin el alzacuello. Pudiera haber dicho que está estudiando la posibilidad de sumarse a la Iglesia Episcopal mientras la jerarquía católica reflexiona qué hacer sobre los curas y el matrimonio. (Algo que me temo no sucederá pronto).

En vez de eso, se presentó como una víctima, como alguien que no tenía absolutamente ningún control sobre sus pantalones, perdón, su sotana. Mostró muy poca empatía o respeto por los que abrazan las enseñanzas de la Iglesia sin cuestionamiento. Eso es orgullo pecaminoso.

Por favor, señor, quítese el alzacuello. Váyase con su amiga, rece, tenga hijos. Pero dedíquese a otra cosa.


Aquí la entrevista.




Para ver la segunda parte da clic aquí.

1 comentario:

Perro fan dijo...

su rola debiera ser así:

Padre Alberto tenía muchas viejas...
muchas viejas tenía padre alberto
Tú eres una, tú también.....
Por eso todos vamos a cantar:
Muslo izquierdo, nalga derecha, etc etc ya saben, los niños aman las rolas del catecismo