Anoche, mientras veía la tercera parte de la trepidante saga de películas de acción-horror-ciencia-ficción-churro-de-zombies basadas en el videojuego Resident Evil, una pregunta me tomó por sorpresa y no me permitió apreciar la trama en toda su complejidad: ¿Por qué la catástrofe que ocurrió en las películas anteriores y que convirtió a la inmensa mayoría de los habitantes de la Tierra en un montón de chontos despellejados sedientos de sangre fue tan considerada que respetó únicamente la vida del 1% más fotogénico de la población?
Según entiendo (francamente no presté demasiada atención), en la película una misteriosa corporación llamada Umbrella, ella, ella, fue la responsable del exterminio, esto debido a un virus experimental que escapó de sus laboratorios y se fue derechito a cumplir el único fin para el que fue creado: eliminar a toda persona, como diría la maestra de de mi hermana, "estéticamente inaceptable".
Ese es el mundo del cine. En la vida real, el papel de Umbrella es interpretado por las agencias publicitarias, la industria de la moda y la del entretenimiento, y muchos otros peces gordos que emplean métodos que, si bien no han sido tan rápidos como el virus que usaron en la película, son casi tan efectivos: desde el lanzamiento a la fama de Twiggy hasta el día de hoy no han pasado 50 años, y ese tiempo les ha bastado para lograr que nueve de cada diez personas se sientan insignificantes si no son capaces de entrar en unos pantalones talla 0.
Cualquiera que haya tenido una novia, o una hermana, o una hija, o una prima, que cree tiene que pasar tres horas aplicándose en el rostro más capas de pintura que un edificio antiguo para ser hermosa estará de acuerdo conmigo, como también lo estará cualquiera que en algún momento haya considerado inyectarse esteroides para caballo con tal de tener bíceps como los de Mark McGuire (aunque esa es una neurosis que está pasando de moda, pues según entiendo lo que los hombres de hoy desean tener es una cintura más estrecha que la de Thalía).
¿Qué es lo primero que viene a la mente al ver el banner con que se anuncia la página empleos.com.mx? Mi tercera reacción, luego de pensar que tal vez debería llenarme la cara de esos hilos de oro que usan las ex-esposas de Donald Trump para quitarse las arrugas y que mi novia es muy mala por no tener ojos azules, es preguntarme, ¿habrá alguien capaz de tomarse a estas personas en serio luego de ver su publicidad? ¿Quién puede ser tan cínico para decir que Brad con su corbata azul y Janet con su blusita rosa, los dos con al menos ochenta mil pesos encima entre cortes de cabello, depilado de cejas, tratamientos de ortodoncia y cremas microplanchadoras, son personas “como yo”? ¿Desempleados “como yo”? ¿“.mx” “como yo”?
Si algún día siento un deseo irresistible de audicionar para la próxima campaña de Hedi Slimane, o para un papel en “El Argentino 2: Infierno en la Jungla“, no duden que empleos.com.mx será la primera página que visitaré. Si voy a recurrir a una agencia de empleos, al menos iré a una que tenga la menor idea de como luce la gente como yo, común y corriente.
NOTA: ¿Así que piensas que estoy siendo un hipócrita por escribir esto luego de la entrada de la gorda cabrona? Bueno, léela de nuevo y te darás cuenta de que no es el hecho de ser gordita el que la hace digna de todo desprecio, sino el hecho de ser cabrona. A la cabrona de la portada original no la amas, la toleras, y eso únicamente por su apariencia.
1 comentario:
Todos podemos triunfar, veanme a mi, yo era pastorcito.ija.mz y llegué a +chingon.gob.mx
PD. .mz (meztizo), .ija (idem)
El respeto al derecho ajeno es la paz.
Saludos, Bomberito.
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