sábado, 14 de julio de 2007

Consejo para graduarte (en la vida moderna)



“INTENTA NO VOLVERTE UN HOMBRE DE ÉXITO,
SINO VOLVERTE UN HOMBRE DE VALOR.”




- Albert Einstein





Cuando me pediste que fuera a tu graduación de la preparatoria me dije “ni manera”, y no es porque no tuviera ganas de darle un beso a mamá y verte tan bonita como eres, con tu vestido de noche y esas tetas que no veo la maldita hora de que dejen de crecer. La verdad de las cosas es que no sabes el trabajo que me costó tomar la decisión entre dejarte vestida, tetuda y alborotada, o inventarte una de esas conmovedoras excusas tan fantásticas que se me ocurren, pero como los golpecitos de la vida te han dado requeteduro y ya no te tragas nada, y menos mis cuentos chinos, me armé de valor y le dije a la bigotuda de la ventanilla del ADO que me diera un boleto para Mérida. Dos horas y media después de viaje infernal me tenías en la misa de graduación junto a tu otro hermano, ese grandísimo sinvergüenza que cuando le miraste desde las primeras filas, te hizo desde la gayola unos cuernos con los dedos índices de las manos al tiempo que sacó la lengua como Gene Simmons, clarificando que el señor que oficiaba la misa era el mismísimo Satanás.



Y ahí tienes la verdad y el motivo del por el que estuve a punto de dejarte huérfana de al menos un hermano, pues en la misma escuela donde te gradúas, en la misma mansióniglesia donde se oficia la misa, y con el mismo director general que da su discursillo de “ciao, que les vaya bonito en la perra vida real, que ya los tuvimos aquí demasiados semestres engañándoles con cuentos de hadas y cristos milagreros”, todas esas felices coincidencias que menciono, me pasaron a mí hace exactamente ocho años. Por eso al cabrón ateo de tu hermano mayor le debieran decir que no joda, que en la casa de Cristo en taparrabos no se le ofende de tan gacha manera al Señor de las Tinieblas, comparándole con el señor de bata brillante al que llamas tu director, y que fue el mío hace casi una década.



Sospecho que no paraste la zorra oreja, y no te culpo. Yo tampoco la paré cuando estuve en tu lugar, porque cuando estás a las puertas de la adultez y se materializa la pesadilla de ver qué carajos vas a hacer con tu vida, nimiedades como un demagógico discurso pasan a segundo plano. Pues bien, aquí tu hermanito de en medio sí que paró la oreja pese a haber pasado la misa cuan larga fue dedicado al arte de desnudar con el pensamiento a cada una de las niñas que la verdad sea dicha ya estaban pecando desde el instante en que pusieron pie, teta y culo dentro de la iglesia.



Déjame contarte el discurso de tu director general, el ex padre, ahora monseñor, obispo, o cual sea el cargo al que haya ascendido la iglesia católica romana a ese gángster que es Álvaro García. Arrancó diciendo –al igual que en el discurso de mi graduación- que tu escuela fue construida gracias a él y al patronato, ese selecto grupo conformado por Mario Erosa, David Abraham, y sus esposas –porque así les llama, sus esposas-, y aquí fue cuando la cosa se puso fea, porque al gángster García olvidó mencionar a un señor, de nombre al parecer bastante confuso y olvidable que murió de un derrame cerebral hace unos cuantos años. Es ahora cuando debo revelarte una ley de la vida, querida hermana: cuando llega la hora de ser almuerzo de gusanos o cenizas encerradas en una puta cripta sin vista al mar, ya ni quien se acuerde de tu nombre, y ni qué decir de todas las putas obras que hiciste cuando tu corazón aún latía, como mandar trascavos para construir canchas de fútbol, emparejar el terreno empedrado para hacer un estacionamiento y todas esas demás cosas que mejor entienden los buenos ingenieros, de las que la verdad yo no tengo puta idea e igual estoy escribiendo disparate y medio al aventurarme a mencionar todo eso que aportó sin cobrar un sólo peso el tipo del derrame cerebral a esa escuela construida con tanto esfuerzo, como dijo el gángster García, quien con el mínimo esfuerzo pudo olvidar el nombre del esposo de esa maravillosa mujer del jet set que es nuestra madre, que gritaba desde su banca, José Luis, se llama José Luis, para hacerle recordar a monseñor García el tercer nombre de los fundadores de tu escuela.



Permíteme contarte una breve historia que igual y ya conoces:



Un día hace muchos años, el olvidado José Luis Solís me contó en una cantina, al calor y valor que sólo ofrecen las cervezas, que la buena de su esposa Monona se le plantó al mismísimo Padre Benito –director de los Legionarios de Cristo-, cantándole de corridito su puta suerte con toda la frialdad y buenas maneras que puede cargar una como era su mujer; dijo que se le enchinaba la piel de sólo recordarlo como se me enchinó a mí al ver los ojos de papá, la emoción con que relataba e imitaba la cara de espanto del gángster Benito al descubrir las pelotas que tenía esa señora fresa a la hora de proteger a sus hijos, porque así como lo ves, cuando estudiamos con los Legionarios de Cristo monseñor Benito se atrevió a amenazar -como sólo sabe hacerlo la mafia de Roma- con hacernos quién sabe que lindura si nuestros progenitores y los progenitores de mi buen amigo Mario Erosa y tu buen amigo Davidcito Abraham seguían metiendo las narices en las cuentas de esa escuela que robó a manos llenas las colegiaturas que cobraban en dólares mientras las paredes se nos venían abajo.



Así es que cómo pretenden que no te dedique estas letras cuando escucho al gángster García que dice que el Instituto Patria se construyó con amor y con esfuerzo, cuando en realidad se construyó con los huevos que tuvieron Effy Farah, Susana Aguilar y Monona, esas mujeres que inspiraron a sus esposos a crear una escuela digna para que sus retoños recibieran la mejor educación del puñetero Estado, cosa que hubieran logrado de no haberse asociado con otro gángster.



Y si tu madre cree que ya no la quiero por lo que estoy escribiendo está muy equivocada, es sólo que me parece inconcebible que al término de la misa se abrace y se saque la foto con una sonrisa Colgate abrazada del gángster García, y todavía me venga a decir que lo vaya a saludar. Pues no, por los huevos de mamá que no vuelvo a saludar a ese hijo de perra –y me perdonarán las perras- que no recuerda el nombre del hombre que se sacó la lotería de casarse con ella.



Como verás, querida hermana, este escrito que te he dedicado con seguridad será el terror de mamá, que buscará por todos los medios que no se publique, y te voy a decir por qué: por miedo a que el gángster de tentáculos largos como su podrida conciencia tome represalias en mi contra o en contra de nuestros parientes que estudian en el Instituto Patria. O peor aún, dirá que soy un malagradecido por no ver todo lo bonito que dijo el gángster García en cuanto a lo que se ha convertido la escuela. Pues no señor, porque yo y los de mi generación estudiamos bajo el ruido de trascavos, albañiles y dinamitas durante muchos años y hasta que nos graduamos; trascabos, albañiles y dinamitas que los del patronato donaron para que un día los de tu generación recogieran los frutos de estudiar en una escuela digna. Mismo patronato que debiera amarrarse los huevos como lo hizo frente a los Legionarios de Cristo y sacar a patadas al gángster García y a toda esa bola de mafiosos que lucran en nombre de Cristo en taparrabos, y borrar de una puta vez la maldita cruz del escudo del Instituto, volviendo laica la educación y dejando de poner a dar clases de Ética, Moral y Lógica a padrecitos que sólo confunden y envenenan la mente de los jóvenes, porque si te contara la historia completa del Instituto Patria me tomaría muchas páginas –que algún día escribiré-, y te haría vomitar de paso. Igual y te cuento cómo la mafia de padrecitos presionó al patronato para despedir al mejor profesor que he tenido en la vida, ése al que acusaron de acosar sexualmente a un alumno y lo corrieron como a un perro, sin haber siquiera escuchado el testimonio de cualquiera de mi generación, que sin duda hubiera dicho que el tipo era más profesional que un asesino a sueldo, y que si le daba por ser un maricón chupapitos o si se la metían por atrás o él era quien se la metía a otro por detrás, qué carajos importaba, porque el presunto homosexual tenía una fe y un respeto por la educación y por Dios que ya la quisieran los mafiosos adoradores de la cruz y del dinero. Y ya encarrilada la mula, quisiera hondar unas líneas en los discursos de tu director Manuel Vázquez Gallareta y de tu maestro Renato, que lejos de hablar de cifras y de millones de pesos como monseñor García, ellos, hombres cultos y respetuosos de sus alumnos, de esos que darían la vida por ti y por mi, dijeron que ustedes -la puta generación de jóvenes que no valora nada- son como sus hijos. Profesores de verdad como ellos se la juegan por cada uno de sus alumnos día a día, y cuando te abren su corazón te lo abren de verdad, importándoles un carajo los millones invertidos, y uno termina por soltar una lágrima al escucharlos. Así de sensible puede ponerse uno cuando hablan hombres de verdad.



Por eso de consejo de graduación sólo puedo decirte que la llave para tener éxito y ser un ganador en la vida moderna, es poner una sonrisa boba, morderte un ovario y la mitad del otro y sacarte la foto con sacerdotes obesos, con hijos de políticos sinvergüenzas, con juniors empresarios que venderían a sus madres a cambio de utilidades en la bolsa de valores, y con el resto de esa escoria que mueve al mundo, y cuando digan cheese, saca bien grandotes los dientes y diles al oído a esas hijos de perra: “hello, que cool es el mundo, cute”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo conozco y es verdad que Alvaro es un ladron hijo de la chingada y se me hace que tambien viola niños. Ademas despidieron del Patria a una maestra de folklor por embarazarse sin estar casada.

Anónimo dijo...

Hola! Me gustaría aclarar 2 cosas:
Primero. No pueden haber 2 reyes en un castillo, o sea, que el padre Álvaro no puede bajar al infierno conmigo.
Segundo. Ese tal Rodrigo si que puede bajar, por pelele, aquí lo espero ha ha ha

P.D. Preparate para arder en las llamas del infierno